Reconfiguración Global Post-1945: Conflictos, Descolonización y Nuevas Dependencias

La Creación del Estado de Israel y la Cuestión Palestina

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, y en un contexto internacional impactado por el horror de la Shoá (Holocausto), los judíos plantearon la necesidad de reagruparse. Así, se inició una campaña a favor de la creación de un Estado judío en los territorios históricos de este pueblo.

En noviembre de 1947, una resolución de la ONU propuso la partición de la Palestina bajo mandato británico en dos Estados: uno judío, con el 30% de la población y el 55% del territorio, y el otro palestino. En 1948, terminó el mandato británico y Ben Gurión proclamó el Estado de Israel.

En consecuencia, miles de palestinos musulmanes abandonaron la zona y huyeron a Jordania, Líbano y Egipto, donde constituyeron campamentos de refugiados, cuya existencia se prolonga hasta la actualidad.

El nuevo estado hebreo-judío no fue reconocido ni por los palestinos ni por los países musulmanes de la zona (Egipto, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Irak, Líbano y Yemen), porque consideraban que ese territorio les pertenecía.

Aquel mismo año estalló la primera guerra árabe-israelí (1948-1949), que fue seguida por tres más, en 1956, 1967 y 1973. Los enfrentamientos finalizaron con la victoria israelí, y a lo largo de este proceso Israel amplió paulatinamente su territorio a costa de la zona palestina que, en la práctica, nunca llegó a constituir un Estado independiente.

La resolución internacional de crear un Estado judío intentó solucionar un problema, pero generó otro, que dio lugar a un interminable conflicto que se mantiene vigente en nuestros días.

El Movimiento de Países No Alineados y el Neocolonialismo

La Conferencia de Bandung y el No Alineamiento

En el contexto internacional de la Guerra Fría y en pleno proceso de independencia de las colonias asiáticas, en 1955 se celebró en Bandung (Indonesia) la Conferencia de Pueblos Afroasiáticos, que supuso la entrada de los nuevos Estados en el primer plano de la política internacional. Asistieron 29 Estados que agrupaban a la mitad de la población mundial, si bien únicamente controlaban el 10 % de la riqueza del planeta. Liderados por los gobernantes de los países recientemente descolonizados (Sukarno por Indonesia, Nasser por Egipto y Nehru por la India), los asistentes a la conferencia proclamaron su neutralidad frente a EEUU y la URSS.

La Declaración de Bandung incluyó el derecho de los pueblos a la independencia, la igualdad entre todas las naciones, la condena de la intervención en los asuntos de otros países y su oposición al armamento nuclear. Esta postura dio origen al Movimiento de Países No Alineados, al que se sumaron una buena parte de los nuevos países, deseosos de mantener su neutralidad respecto de la política de bloques.

Una Nueva Forma de Dominación: El Neocolonialismo

La independencia política de los países de Asia y África no supuso, en la práctica, el crecimiento económico, el desarrollo social y cultural y la estabilidad política de los nuevos países. Estos carecían en muchos casos de grupos sociales suficientemente preparados para dirigirles y se veían sometidos a la influencia económica e incluso a la tutela militar de las antiguas potencias coloniales.

Esta nueva forma de influencia, en la que coexisten gobiernos propios, a menudo derivados de golpes de Estado y sublevaciones armadas, con la presencia de empresas, inversiones de capital e intereses de las antiguas metrópolis, que condicionan el desarrollo económico, se denomina neocolonialismo.

El neocolonialismo, por tanto, constituye una nueva forma de dominación, menos visible y costosa para los países más ricos que la ocupación colonial, y cuyo efecto sobre los nuevos países suele ser el escaso crecimiento económico, una situación de dependencia y, en definitiva, el mantenimiento de la pobreza. Esta situación de pobreza y subdesarrollo económico no fue, por tanto, una fase previa para alcanzar el desarrollo (como algunos economistas habían pronosticado), sino que se ha convertido en un estado permanente en el que los países que lo sufren ven incrementar las distancias que les separan de los países más desarrollados económicamente.

Características del Neocolonialismo

El estado de pobreza y subdesarrollo en que se encuentran muchos países, fruto del pasado colonial y de la nueva dependencia económica derivada del neocolonialismo, se caracteriza por:

  • Intercambio desigual: Los países subdesarrollados exportan productos agrícolas y materias primas, cuyos precios son controlados por los países desarrollados, e importan productos elaborados, muchas veces a partir de sus propias materias primas, pero cuyos precios son mucho más elevados. Esto da lugar a una deuda externa permanente y en continuo crecimiento.
  • Dependencia tecnológica: La falta de tecnología propia obliga a importarla, pagando los productos que necesitan a precios elevados o muchos royalties. Esta dependencia tecnológica incrementa su deuda externa e impide el desarrollo social y económico.
  • Falta de capitales y deuda externa: El predominio de una actividad económica de subsistencia, la dependencia tecnológica y la elevada deuda exterior hacen que los países subdesarrollados no cuenten con capitales propios para impulsar el crecimiento económico. Ello les obliga a solicitar préstamos a otros países que no siempre son invertidos de forma eficaz o en beneficio del conjunto del país.

El resultado es el círculo de pobreza en el cual la dependencia económica genera una elevada deuda que impide la necesaria acumulación interna de capital para promover un crecimiento económico propio, autosostenido y no dependiente.

Sudáfrica y el Apartheid

Cuando en 1910 se creó la Unión Sudafricana, los colonos descendientes de los bóeres, conocidos también como afrikáners, impusieron un régimen de segregación racial que se instauró oficialmente en 1948, cuando el Partido Nacional, que defendía el espíritu de los bóeres, llegó al poder tras unas elecciones.

Durante los cuarenta años siguientes, la política de apartheid (que significa “separación”, en idioma afrikáans) alcanzó su apogeo. Consistía en un conjunto de leyes destinadas a mantener separados a los distintos grupos raciales.

La población de raza negra se movilizó progresivamente contra el apartheid y a favor de la igualdad de derechos para todas las razas. En 1923 se creó el Congreso Nacional Africano y sus dirigentes fueron perseguidos y encarcelados. El más conocido de ellos, Nelson Mandela, estuvo en prisión entre 1962 y 1990.

El final de la Guerra Fría y el aislamiento económico y diplomático a que estaba sometida Sudáfrica impulsaron el fin del apartheid. Entre 1990 y 1991 se desmantelaron las leyes del apartheid, se legalizó al Partido del Congreso Nacional Africano, se puso en libertad a Nelson Mandela y se convocaron elecciones libres en abril de 1994.

Nelson Mandela se convirtió en presidente de una nueva república en la que todos los ciudadanos tenían los mismos derechos. Sin embargo, la igualdad queda todavía lejos y, a pesar de la mejora de los derechos de la población negra, ambas comunidades siguen viviendo separadas y las diferencias de renta entre razas son muy elevadas.