Introducción a la Política Exterior de los Austrias Mayores
A modo de introducción, durante todo el siglo XVI la política exterior de los dos primeros Habsburgo (los denominados Austrias Mayores, Carlos I y Felipe II) vendría definida por su carácter europeo, dentro de lo que institucionalmente se conoce como Monarquía Hispánica. En este sentido, la mayor carga recayó especialmente en Castilla, con el objetivo de conservar y extender los dominios de los Habsburgo. Por ello, los conflictos armados fueron una constante sucesión, cuyas consecuencias directas fueron un crecimiento demográfico lento, la sucesión de varias bancarrotas y una política basada en el sistema polisinodial o de Consejos.
El Reinado de Carlos I: El Ideal Imperial y sus Desafíos
La Inmensa Herencia y la Idea Imperial
En relación al desarrollo, Carlos I de España y V de Alemania recibiría una inmensa herencia fruto de la política matrimonial de los Reyes Católicos. De este modo, de sus abuelos maternos heredó los territorios pertenecientes a las coronas de Castilla y Aragón, mientras que de sus abuelos paternos recibió Flandes y el Franco Condado, el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y las tierras patrimoniales de la Casa de Habsburgo en Alemania y Austria (Maximiliano I). Semejante herencia asentó en Carlos la idea imperial, es decir, su política exterior tendría como objetivo reunir a toda la cristiandad bajo la bandera del emperador para luchar contra los enemigos del cristianismo: la herejía protestante y los turcos de la Europa Oriental y en el Mediterráneo. Paralelamente, se defendía el ideal humanista de la universitas christiana, es decir, la supremacía de la autoridad imperial sobre el resto de la cristiandad, encontrándose con la oposición papal y del tradicional enemigo francés.
El Enfrentamiento con Francia
Durante el reinado de Carlos I, desde el punto de vista de la política exterior, el enfrentamiento con Francia llenó toda una época, concluyendo en la centuria siguiente con el triunfo Borbón por parte de Luis XIV. Sin embargo, con Carlos I y Felipe II, la preponderancia persistiría en el bando hispánico. Así pues, en la Batalla de Pavía (1525) Francisco I, rey de Francia, sería hecho prisionero y trasladado a España donde firmaría al año siguiente el Tratado de Madrid, por el cual renunciaba a sus pretensiones sobre Navarra, Borgoña y Flandes, además de permitir a Carlos la anexión del Milanesado. Con todo, Francia se uniría a la Liga Clementina (Clemente VII, Florencia y Milán), concluyendo con la Paz de Cambrai (1529) por el que Carlos renunciaba a Borgoña a cambio de que Francia lo hiciera con Flandes e Italia; en este contexto y atendiendo a la naturaleza mercenaria de las tropas imperiales, se produjo el saqueo o Sacco di Roma (1527), solventándose el enfrentamiento al coronarlo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1530, ganando así el Papa a su mejor aliado frente a la herejía protestante.
La Lucha contra el Protestantismo
La lucha contra el protestantismo derivó de la obra reformista emprendida por Lutero, enconándose las posturas contra los católicos después de la excomunión del Edicto de Worms (1521). De este modo, tras el fracaso dialéctico de la Dieta de Augsburgo (1530), los protestantes, reunidos en la Liga de Smalkalda, se enfrentarían contra los católicos. Así pues, mientras que la Iglesia Católica renovaba sus postulados en el Concilio de Trento (1545-63), Carlos vencía a los protestantes en la Batalla de Mühlberg (1547). Sin embargo, la lucha continuó, tanto por las cuestiones espirituales como por los intereses de los príncipes alemanes en aras de su independencia política, por el dominio de su propia Iglesia y por el acceso y control de las propiedades del clero. Finalmente, la Paz de Augsburgo (1555) sellaba la división espiritual de Occidente bajo el principio de cuius regio, eius religio, es decir, cada monarca o príncipe elegía su religión en su propio territorio sin injerencias de ningún otro poder.
La Amenaza del Imperio Otomano
Por su parte, el Imperio Otomano de Solimán el Magnífico inició una serie de campañas saqueando la ciudad de Belgrado (1521) y asediando Viena en 1532, a cuyo rescate acudió Carlos. El levantamiento del cerco vienés se debió tanto a la amenaza de las tropas imperiales como a la mediación de Francisco I, interesado en que Carlos no le tuviera como único enemigo. Solventado el problema continental, Solimán y el bereber Jeireddín Barbarroja amenazaron las posesiones hispánicas norteafricanas: si se logró recuperar Túnez en 1535, la toma de Argel fracasaría en 1541.
El Reinado de Felipe II: La Defensa del Catolicismo y la Hegemonía
Objetivos Principales de la Política Exterior
El reinado de Felipe II fijaría dos grandes objetivos durante todo su reinado: la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía dinástica en Europa. La política exterior de Felipe II estuvo marcada por: el enfrentamiento tradicional contra los turcos y Francia, y la nueva lucha contra Inglaterra y la defensa de Flandes.
Conflictos con el Imperio Otomano y Francia
Frente al Imperio Otomano, Felipe II organizó una cruzada en colaboración con Roma, Génova y Venecia (Liga Santa), capitaneando la armada aliada D. Juan de Austria, siendo derrotados los turcos junto a las costas griegas en la Batalla de Lepanto (1571). Con esta victoria el rey consumaba la política de su padre Carlos I, liberando al Mediterráneo occidental del peligro musulmán. Por su parte, persistió la disputa contra Francia, ahora incrementada por el apoyo franco a los rebeldes flamencos. Finalmente, se cosechó la victoria de San Quintín (10 de agosto de 1557), festividad de San Lorenzo, en cuyo recuerdo se levantó el monasterio de El Escorial, firmándose la Paz de Cateau-Cambrésis (1559), por la que Francia reconocía la supremacía hispánica al aceptar su dominio sobre Flandes e Italia, a la vez que se concertaba el matrimonio con Isabel de Valois. Entretanto, los enfrentamientos religiosos entre franceses católicos y protestantes (hugonotes), acabarían cuando el pretendiente abandonó su postura en 1593 al quedar vacante el trono, procediendo a convertirse al catolicismo con el apoyo de Felipe II; con ello se ceñía la corona como Enrique IV, argumentando que “París bien vale una misa”. Finalmente, por el Edicto de Nantes (1598) se decretaba la libertad religiosa y a la vez se reconocía el catolicismo como religión oficial.
La Unión con Portugal y el Conflicto con Inglaterra
A la muerte del rey portugués Sebastián sin sucesión, Felipe II accede al trono de Portugal en 1580. Una vez más se trató de una unión dinástica, de tal forma que los diferentes reinos peninsulares mantendrían sus propias identidades institucionales, cuyo vínculo de unión únicamente residía en la figura del rey. En otro orden, durante los primeros años de su reinado, las relaciones con Inglaterra entraron en una fase de distensión, afianzadas con la subida al trono de la católica María Tudor, con quien Felipe II contraería matrimonio (1554-58). Sin embargo, con la muerte de la reina y la entronización de Isabel I, el enfrentamiento se reprodujo al asumir Inglaterra nuevamente el anglicanismo, a la vez que se apoyaba la piratería y la rebelión de Flandes. La solución a esta triple problemática se asentó en la idea de la invasión de la isla a través de la Armada Invencible, encargada de recoger a los Tercios en Flandes para realizar el desembarco y posteriormente bloquear los puertos ingleses. Malogradamente, la Grande y Felicísima Armada se vería dispersada por las tempestades, siendo atacada y derrotada en el Canal de la Mancha (1588).
La Cuestión de Flandes y la Expansión Ultramarina
En Flandes se entremezclaba la difusión del protestantismo (calvinismo); el anhelo independentista flamenco, reforzado por príncipes alemanes e Inglaterra; y el deseo de control por parte de Felipe II del emporio económico de los paños flamencos, destino de la lana castellana. Fracasada la vía militar represiva (Tribunal de Tumultos), representada por los Tercios del Duque de Alba, las negociaciones de Alejandro Farnesio llegaron al compromiso de permanecer fieles a España las provincias belgas del sur (Unión de Arrás) bajo la soberanía de Isabel Clara Eugenia, hija del rey, y logrando su independencia las flamencas (Unión de Utrecht), denominadas Provincias Unidas. Por último, la expansión en ultramar prosiguió, tanto en las Indias, al colonizarse la Florida, como en el Pacífico a través de la colonización de Filipinas, abriéndose una ruta asiática con América a través de la flota o Galeón de Manila.
Conclusión: El Legado de los Austrias Mayores
En conclusión, los reinados de los Austrias Mayores sentaron las bases de la preponderancia de la Monarquía Hispánica en Europa, con un incremento territorial apreciable, pero con una economía marcada por las bancarrotas y una diversidad territorial que finalmente haría necesarias constantes intervenciones militares y una creciente burocratización, lo que incidiría en un legado inmenso pero difícilmente sostenible en la siguiente centuria con sus sucesores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II). De esta manera, la crisis dinástica que se abre con la muerte sin sucesor de Carlos II, daría lugar a la Guerra de Sucesión y al cambio dinástico e institucional ya en el siglo XVIII.