1. Los Reyes Católicos: La Construcción del Estado Moderno
1.1 La Unión Dinástica
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, herederos de las dos Coronas con mayor peso e importancia de la Península, dio origen, al acceder ambos a sus tronos, a una nueva entidad política: la Monarquía Hispánica. Esta debe entenderse como una unión dinástica, de dos coronas, en la que cada reino siguió rigiéndose por sus leyes e instituciones, por lo que se conformó un Estado plural y no unitario, integrado por unos territorios que solo tenían en común una misma monarquía. La palabra España se refería a la asociación de todos los pueblos de la Península Ibérica, pero no utilizaron la denominación de Reyes de España, sino la de los diferentes reinos que la formaban. Las leyes, la moneda, las instituciones, las Cortes de cada reino permanecieron diferenciadas y las fronteras entre los diferentes territorios obligaban al pago de derechos sobre las mercancías. En la nueva monarquía, las leyes y disposiciones reales eran firmadas por representantes de ambos reinos, y se juraron mutua lealtad. El mayor peso territorial, demográfico y económico de Castilla originó una creciente castellanización de la propia monarquía y un descenso del peso político de la Corona de Aragón.
1.2 La Expansión Territorial
Unidas las dos coronas, los Reyes Católicos coincidían en la necesidad de completar la unificación territorial de los reinos hispánicos para consolidar un Estado fuerte que pudiera expandirse fuera de la Península. Castilla, con la ayuda aragonesa, conquistó el Reino de Granada, que fue anexionado a la Corona en 1492. Fernando de Aragón incorporó Navarra a Castilla en 1515. Como todos los monarcas autoritarios, los Reyes Católicos dedicaron amplios esfuerzos a la política exterior. En primer lugar, realizaron una intensa política matrimonial: con el Imperio Alemán al casar a su hija y heredera Juana con Felipe, hijo del emperador Maximiliano I; con Inglaterra, al casar a otra hija con el futuro monarca Enrique VIII; y con Portugal, a través de un proceso dominado por la firma de diversos tratados y al casar a Isabel y María con el rey de Portugal Manuel el Afortunado. La habilidad diplomática del rey Fernando permitió la recuperación de los territorios del Rosellón y la Cerdaña, después organizó un poderoso ejército que benefició a los franceses y permitió consolidar el dominio de la Corona de Aragón sobre Nápoles (1504). Por último, a partir de 1505, y para frenar el avance musulmán en el Mediterráneo, llevaron a cabo una intensa actividad de conquistas, que les aseguró el dominio de las costas de África. El apoyo de comerciantes andaluces permitió la ocupación de las Islas Canarias.
1.4 La Imposición de la Uniformidad Religiosa
La monarquía de los Reyes Católicos presentaba un gran pluralismo religioso en el que cristianos, judíos y musulmanes convivían con dificultad, en los límites del enfrentamiento. Los monarcas encontraron en la imposición de la fe católica el mecanismo para integrar y unificar a la totalidad de los habitantes de sus reinos. Su empeño en preservar y difundir el catolicismo, persiguiendo de forma sistemática a quienes pertenecían a otras creencias. El Tribunal de la Santa Inquisición se formó para perseguir la herejía, la superstición y la brujería. Los Reyes Católicos la reforzaron y la convirtieron en un instrumento de control ideológico y de unidad religiosa, al encargarle la persecución de los sospechosos de herejía y muy especialmente de los judíos y musulmanes convertidos al catolicismo (conversos). Una de las primeras decisiones reales en defensa de la unidad religiosa fue la expulsión de los judíos que no aceptaron convertirse al catolicismo. Fue el episodio final de una persecución, iniciada ya en la Edad Media, contra un colectivo que estaba excluido de la vida pública y era obligado a vivir en barrios separados. La salida se inició en el año 1482, en Andalucía, pero su expulsión general no fue aprobada hasta el 31 de marzo de 1492. A los afectados les confiscaron las propiedades. Los Reyes Católicos también plantearon la conquista de Granada como una guerra contra los infieles. Aunque inicialmente se garantizó a los musulmanes el mantenimiento de sus costumbres.
2. El Descubrimiento y Conquista de América
2.1 Colón y el Dominio del Caribe
Colón presentó una propuesta basada en la esfericidad de la Tierra, que consistía en abrir una nueva ruta al oeste para alcanzar tierras asiáticas, en busca de oro y especias, en lugar de bordear África. Al principio, esta ruta fue rechazada, pero finalmente Isabel de Castilla aceptó y puso a disposición del navegante los medios para el viaje. El 3 de agosto de 1492 salieron de Palos tres pequeñas naves que alcanzaron tierra el 12 de octubre del mismo año, en una serie de islas del Caribe. Las expectativas de riqueza generadas por el descubrimiento hicieron que el viaje siguiente incluyera 17 barcos y 1200 hombres. Colón realizó una tercera y una cuarta expedición, alcanzando ya las costas del continente americano. Murió en 1506, convencido de haber llegado a tierras asiáticas. Las riquezas descubiertas resultaron menores de lo esperado, la población era escasa y el clima, desfavorable para el desarrollo de la agricultura, tal y como se practicaba en Castilla. Sin embargo, eran evidentes las perspectivas de hallar un nuevo continente, con una gran extensión de tierras.
2.2 La Conquista de América
La colonización del continente americano avanzó hacia el oeste y abarcó su práctica totalidad con excepción del actual Brasil, en manos de Portugal como consecuencia del Tratado de Tordesillas. La conquista se desarrolló en dos grandes etapas. La primera etapa fue capitaneada por Hernán Cortés. Su expedición salió de la isla de Cuba, desembarcó en tierras mexicanas, donde fundó la ciudad de Veracruz, y se adentró en el territorio habitado por la civilización azteca. Consiguió dominar militarmente a los aztecas, con la ayuda de diversas tribus enemigas, apoderarse de sus riquezas y convertir al emperador Moctezuma en un rehén. Los aztecas se resistieron a someterse al dominio de los españoles, pero Cortés los venció y se apoderó de un amplio territorio que recibió el nombre de Nueva España. Más adelante conquistó la península de Yucatán, centro de la civilización maya. La segunda etapa de conquista fue dirigida por Francisco Pizarro. Partió de Panamá y se dirigió hacia las costas de Ecuador, para iniciar la conquista del Imperio Inca, que abarcaba el actual Perú, Ecuador y parte de Bolivia. Pizarro avanzó hacia el sur y, aprovechando los enfrentamientos entre incas, consiguió imponerse sobre ellos y ajustició a su principal caudillo, Atahualpa. El dominio sobre el territorio inca se completó al año siguiente, con la conquista de Cuzco, la capital del Imperio.
2.4 El Impacto en la Economía y la Sociedad
Las Indias fueron una gran fuente de intercambios comerciales. Castilla suministraba trigo, vid, aceite, ganado, vestidos… y de América llegaban oro y plata, maíz, patata, cacao, tabaco y cacahuete. El monopolio del comercio americano se otorgó al puerto de Sevilla, desde el que partían o llegaban todos los barcos de la ruta americana. En 1503, la Corona creó la Casa de Contratación de Sevilla para controlar el tráfico de personas y mercancías, y asegurarse la recaudación de los tributos reales. Los viajes a América se organizaron mediante un sistema de flotas, buques que navegaban reunidos para darse mutua protección, y se realizaban dos expediciones al año. Este sistema permitía controlar de manera efectiva el comercio americano y protegerse de los continuos ataques de piratas ingleses y holandeses. El oro y la plata fueron las mercancías que dominaron el comercio americano. A lo largo de los siglos XVI y XVII las existencias de plata en Europa se triplicaron, mientras las de oro aumentaron en un tercio. La enorme afluencia de metales preciosos provocó un aumento espectacular de los precios en el territorio castellano, al aumentar el dinero en circulación sin incrementar la producción, y dio lugar a un fenómeno conocido como la Revolución de los Precios. El elevado endeudamiento de la Corona para financiar primero la expansión y después el mantenimiento del Imperio, hizo que gran parte de este tesoro se gastara con tanta rapidez como había sido adquirido. Los banqueros alemanes y genoveses facilitaron el capital para equipar a la armada y al ejército, y recibieron en pago, por los créditos concedidos a elevados intereses, la mayor parte del tesoro americano. Los efectos dinamizadores del oro y la plata en la economía castellana resultaron escasos, ya que la riqueza que no acabó en manos de los banqueros extranjeros fue invertida improductivamente en joyas o bienes de lujo importados.
3. Los Austrias Mayores: Carlos I y Felipe II
3.1 Carlos I: El Proyecto Imperial
Al morir Isabel en 1504, su hija Juana fue proclamada reina de Castilla, mientras en Aragón continuó gobernando Fernando el Católico. Pero en 1506 murió Felipe I el Hermoso, el esposo de la reina, y esta enfermó mentalmente. Dada su incapacidad para gobernar, su padre asumió la regencia de Castilla, hasta su muerte en 1516. Carlos I fue proclamado rey en Bruselas y llegó a España en septiembre de 1517. Su herencia era inmensa. Carlos llegó a España rodeado de un séquito de amigos, consejeros y eclesiásticos que no conocían el país, ni hablaban castellano, pero se hicieron con cargos y dignidades. Esto levantó de inmediato recelos entre los notables de Castilla y Aragón. El monarca convocó las Cortes de Castilla, Aragón y Cataluña en las que fue reconocido rey. Pretendía atraer a los descontentos y trataba de conseguir fondos para sus empresas imperiales europeas. En 1519 falleció su abuelo y Carlos fue nombrado por unanimidad emperador con el nombre Carlos V de Alemania. Se acababa de producir la rebelión religiosa y política de los protestantes en Europa central, Francia aspiraba al dominio de Italia, y en el Mediterráneo aparecía cada vez más amenazadora la expansión del Imperio Turco. Carlos I tenía como objetivo el mantenimiento de una monarquía cristiana y universal, cuya jefatura espiritual ostentaba el Papa, frente a la amenaza de los protestantes. Ese proyecto fue discutido por quienes no creían en esa unidad cristiana y anteponían a ella los intereses de cada Estado y de cada príncipe. Para defender su idea de imperio, el emperador se vio envuelto en guerras y llevó una vida itinerante, solo vivió en España 14 años. A los 56 años, el emperador abdicó en su hijo Felipe II, a quien cedió la corona y todos sus territorios, salvo los dominios del Archiducado de Austria y los derechos al título imperial, que se los cedió a su hermano Fernando.
3.2 Las Comunidades y las Germanías
Recién comenzado el reinado de Carlos I se produjeron los levantamientos de las Comunidades y las Germanías, que presentaron el carácter de revueltas políticas, pero también tuvieron un fuerte componente social y antiseñorial. Las Comunidades surgieron en Castilla, donde se habían registrado graves problemas sociales y políticos. Las Cortes reclamaron a Carlos I un poco más de atención a los asuntos del reino, pero el monarca solo las convocó para pedir dinero para su coronación como emperador. Una serie de ciudades se sublevaron contra la monarquía, se constituyeron en gobierno del reino y ofrecieron la Corona a la madre de Carlos I, la reina Juana. Este movimiento agrupaba a un sector de los hidalgos y de las clases medias urbanas. Los comuneros reclamaban la protección de la industria nacional, muy perjudicada por la exportación de lana, el respeto a las leyes del reino y una mayor participación política. El conflicto se extendió y se produjeron revueltas campesinas de carácter antiseñorial. Los sublevados se encontraron con la oposición de la monarquía, los exportadores de lana y de la nobleza terrateniente. El regente reunió un ejército que derrotó a los comuneros en Villalar y sus principales dirigentes fueron ajusticiados. Las Germanías estallaron y afectaron a la Corona de Aragón, aunque los hechos más graves sucedieron en Valencia. En verano, los agermanados se hicieron con el control de la ciudad de Valencia, dirigidos por Joan Llorens, Guillem Sorolla y Vicent Peris. Las Germanías fueron una revuelta de artesanos, de la pequeña burguesía y de campesinos contra la oligarquía ciudadana, la nobleza y el alto clero. Pedían la democratización y la protección del monarca frente a los abusos de los poderosos. Pero Carlos I se alió con la nobleza, y los agermanados fueron derrotados.
3.3 El Imperio Hispánico de Felipe II
El sucesor de Carlos I fue su hijo Felipe II, quien fue monarca de un imperio y titular de una Corona que era la primera potencia de Europa. Fue un monarca dedicado a las cuestiones de su reino. Él consolidó y reestructuró las instituciones de gobierno de la época de los Reyes Católicos para ponerlas al servicio del poder real. Sus viajes fueron escasos y fijó una sede permanente para la corte, estableciendo la capitalidad en Madrid. Acabó retirándose al monasterio de El Escorial, que él mismo había hecho construir, desde donde ejerció el gobierno hasta su muerte. Felipe II siguió manteniendo el ideal de defensa del catolicismo. Por tanto, su política y sus enemigos se diferenciaron poco de los de su padre. Se añadió el enfrentamiento con Inglaterra y la situación de permanente revuelta en Flandes. Aumentó sus dominios al incorporar Portugal a la Corona en 1580, haciendo valer sus derechos como hijo de Isabel de Portugal.
3.4 Intransigencia Religiosa y Autoritarismo
La monarquía de Felipe II se situó de forma decidida como defensora de los principios del Concilio de Trento, que una pragmática de 1564 declaraba obligatorios en el territorio peninsular. De este modo, se promulgaron leyes para vetar la importación de libros y se impidió cursar estudios en el extranjero. La monarquía anuló todos los particularismos étnico-religiosos de los moriscos. Su situación resultaba cada vez más difícil, pues despertaban recelos por su lengua y sus costumbres. Se les acusaba de connivencia con los ataques berberiscos y turcos en las costas mediterráneas. Su situación empeoró al aumentar los impuestos de seda y al expropiarles las tierras que cultivaban. En 1566 se promulgó un decreto prohibiéndoles el uso de su lengua, su forma de vestir y sus tradiciones. Los moriscos intentaron negociar con el rey un pago de dinero a cambio de conservar su estatus tradicional, pero la Corona rechazó la propuesta. Los moriscos protagonizaron una insurrección en 1568 que se extendió por la Alpujarra. La revuelta fue sofocada casi dos años después. En época de Felipe III, se decretó la expulsión de los moriscos y la mayoría se dirigió al norte de África. Su marcha tuvo consecuencias económicas muy graves para la agricultura y la artesanía. En ocasiones, la represión de la disidencia religiosa se utilizó como castigo a cualquier forma de oposición a la autoridad real. Este fue el caso de Antonio Pérez, que huyó de Aragón implicado en un complot político y reclamó la protección del Justicia de Aragón. Este se negó a entregarlo aduciendo que los ciudadanos tenían derecho a ser juzgados por los tribunales de ese reino. Felipe II acusó de herejía a Antonio Pérez ante la Inquisición. Aun así, el Justicia se negó a entregarlo. Felipe II, violando los Fueros de Aragón, envió un ejército que puso fin a la sublevación y ajustició a Lanuza. El incidente puso de manifiesto el conflicto entre la voluntad de los territorios de la Corona de Aragón de mantener sus leyes e instituciones, y los deseos de la monarquía de aumentar su poder, imponer una mayor centralización y someter las instituciones tradicionales al poder real.
4. La Política Exterior de los Austrias Mayores
4.1 La Lucha contra los Protestantes
La ruptura de la unidad católica fue el principal problema de la monarquía de Carlos I. Martín Lutero había pedido la reforma de la Iglesia en las 95 tesis, donde criticaba algunas de sus prácticas. Para hacer frente al problema se convocó la Dieta de Worms (1521), que presidió el emperador y en la que se pidió a Lutero su retractación. Este se negó y se puso bajo la protección de Federico de Sajonia. Al poco tiempo, el protestantismo fue adoptado por diversos príncipes en los territorios alemanes y en los dominios de Flandes. La Inglaterra de Enrique VIII se separó también de la obediencia de Roma. El emperador Carlos debía combatir el protestantismo, preservar la unidad religiosa y defender la autoridad del Papa. El enfrentamiento tuvo lugar en dos ámbitos: el político-militar y el religioso. El monarca derrotó a la liga de los príncipes protestantes en la batalla de Mühlberg, pero no pudo acabar con el problema. El papa Paulo III convocó en 1545 el Concilio de Trento (Italia), donde contribuyeron a la reacción católica frente al protestantismo. Al fin se llegaría a la Paz de Augsburgo (1555), en la que los protestantes consiguieron que cada príncipe pudiera elegir la religión de sus Estados.
4.2 Los Enfrentamientos con Francia e Inglaterra
Carlos I y Francisco I de Francia se enfrentaron por el dominio de los reinos y ducados de Italia y por el control de los territorios de Flandes y Borgoña. En una primera fase, las tropas de Carlos I ganaron la batalla de Pavía en 1525. La actitud profrancesa del Papa llevó al saqueo de Roma por las tropas del emperador. Durante el reinado de Felipe II, los conflictos con Francia continuaron hasta que se produjo la victoria de los tercios españoles en San Quintín y la firma de la paz. En los conflictos internos que se produjeron en Francia, Felipe II apoyó a los católicos frente a los hugonotes. En 1593, Enrique se convirtió al catolicismo, subió al trono como Enrique IV, y España y Francia firmaron la Paz de Vervins (1598). Inglaterra había sido, desde el reinado de los Reyes Católicos, aliada de la Corona española frente a Francia. El primer matrimonio de Felipe II fue con María Tudor, pero al morir sin descendencia, el trono pasó a su hermanastra de religión anglicana. Apoyó a los protestantes de Flandes y protegió a los corsarios que atacaban los barcos españoles. Felipe II decidió enfrentarse a Inglaterra y preparó una gran flota para atacarla (la Armada Invencible). La expedición fue un desastre y la Invencible regresó diezmada y vencida (1588).
4.3 El Dominio del Mediterráneo
El Imperio Otomano era una gran potencia en el Mediterráneo oriental desde la ocupación de Constantinopla. Los otomanos aspiraban a expandirse por el centro de Europa y el Mediterráneo occidental. En el mar, los turcos practicaban la piratería y atacaban a las poblaciones costeras para obtener botín y, sobre todo, esclavos. Carlos I lanzó con éxito un ataque contra Túnez, pero fracasó en la conquista de Argel (1541). Durante el reinado de Felipe II, los otomanos amenazaron el Mediterráneo al apoderarse de Chipre y Túnez. Ante ello, se coaligaron la Monarquía Hispánica, Venecia y el Papado y armaron una gran escuadra. El enfrentamiento se dio en el golfo de Lepanto, y significó una gran victoria de los cristianos, que alejó el problema turco del Mediterráneo occidental durante años.
4.4 La Rebelión de los Países Bajos
La guerra en los Países Bajos fue el mayor problema de Felipe II. Se originó por el descontento de los sectores burgueses ante los fuertes impuestos, por el surgimiento de un sentimiento nacionalista y por el conflicto religioso, al extenderse el calvinismo en la zona norte. La primera rebelión se produjo en la región de Flandes y contó con el apoyo de Francia e Inglaterra. Para combatirlos, Felipe II envió a los tercios con sus mejores generales al frente. Finalmente, en 1579, el sur de los Países Bajos, católico, aceptó la obediencia a Felipe II, pero el norte, las futuras Provincias Unidas de Holanda, mayoritariamente calvinistas, continuó la lucha por la independencia. La rebelión nunca fue controlada y Felipe II acabó designando a su hija Isabel Clara Eugenia, gobernadora con derecho a sucesión. Pero al no tener esta descendencia, los Países Bajos revirtieron a la Corona española en el siglo XVII, y se reabrió el conflicto.