Introducción: El Reinado de Carlos IV (1788-1808)
Tras el estallido de la Revolución Francesa, se extendió en España el miedo al contagio revolucionario. Se implementó una política de aislamiento que llevó a la persecución y expulsión de ministros ilustrados. Floridablanca fue sustituido por Aranda, quien intentó un leve acercamiento a Francia que resultó ineficaz. Finalmente, se nombró a Manuel Godoy en 1792. Tras la ejecución de Luis XVI, España se unió a las guerras de coalición contra Francia, conflicto que finalizó con la Paz de Basilea y, posteriormente, con la firma del Pacto de San Ildefonso.
Con la llegada de Napoleón al poder, se forjó una alianza con Francia que derivó en una enemistad con Gran Bretaña. Este enfrentamiento condujo a la guerra y al desastre naval de Trafalgar (1805), lo que supuso una drástica pérdida de recursos procedentes de las colonias. Para hacer frente a la crisis, Godoy recurrió al endeudamiento, al aumento de las contribuciones y a la desamortización de bienes eclesiásticos.
La oposición a Godoy y el Motín de Aranjuez
Godoy acumuló una fuerte oposición de diversos grupos sociales:
- La nobleza, que lo consideraba un plebeyo.
- La Iglesia, por la desamortización de sus bienes.
- El pueblo, por la subida de impuestos que provocó numerosos motines.
Además, el heredero al trono, Fernando (Príncipe de Asturias), se sentía postergado por la influencia que Godoy ejercía sobre sus padres. Esta oposición culminó en el Motín de Aranjuez (1808), precipitado por el Tratado de Fontainebleau, por el cual España permitía el paso de tropas francesas para conquistar Portugal (acordando su reparto y la concesión de un principado para Godoy). La presencia de las tropas francesas por toda España generó un gran temor a una invasión, lo que provocó un motín popular instigado por la nobleza, el clero y el propio Fernando.
Las Abdicaciones de Bayona
La destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII produjeron una profunda crisis monárquica. Carlos IV solicitó ayuda a Napoleón, quien aprovechó la situación para invadir el país y poner fin a la dinastía borbónica. Napoleón convocó a padre e hijo en Bayona, donde los obligó a abdicar, cediéndole la corona a él, quien a su vez se la entregó a su hermano, José Bonaparte.
El Reinado de José I y el Estatuto de Bayona
Napoleón, considerando anticuado el régimen español, convocó unas Cortes en Bayona que aprobaron el Estatuto de Bayona, una carta otorgada y no una constitución. Su hermano José I intentó acabar con el Antiguo Régimen mediante medidas como la desamortización de parte de las tierras del clero, la desvinculación de los mayorazgos y la abolición del régimen señorial. En este estatuto se reconocía la igualdad de los españoles ante la ley, los impuestos y el acceso a cargos públicos. Sin embargo, contó con escaso apoyo popular, ya que su poder se sustentaba en la violenta conquista de su hermano, lo que le granjeó la hostilidad de la población.
La Guerra de la Independencia (1808-1814)
La guerra comenzó el 2 de mayo de 1808 con el levantamiento popular en Madrid. Ante la desorganización y la pasividad de las clases privilegiadas, desconcertadas por las abdicaciones de Bayona, comenzaron a surgir Juntas de Armamento y Defensa que declararon la guerra a Napoleón. Tras la victoria española en la Batalla de Bailén, se enviaron representantes a Aranjuez para formar la Junta Suprema Central. Esta junta, que reconocía a Fernando VII como rey legítimo, se trasladó primero a Sevilla y, en 1810, a Cádiz, la única ciudad que resistió el asedio francés.
Desde el punto de vista bélico, el ejército español era inferior al francés en armamento y organización. Por ello, la resistencia se basó en dos estrategias principales: los sitios de ciudades y la guerra de guerrillas. Las guerrillas, dirigidas por un jefe, aprovechaban su conocimiento del terreno y el apoyo de la población para frenar el avance francés.
Fases de la Guerra
- Primera fase (mayo-otoño de 1808): El intento de conquista francés fue frenado por la resistencia en los sitios de ciudades como Gerona y Zaragoza. Las derrotas francesas en el Bruc y, sobre todo, en Bailén, impidieron la conquista de Andalucía y obligaron a José I a abandonar Madrid.
- Segunda fase (otoño de 1808 – primavera de 1812): Napoleón llegó a España al frente de la Grande Armée e inició una contraofensiva que extendió el dominio francés por casi toda la península. Ante la superioridad francesa, la guerra de guerrillas se generalizó. Pequeños grupos de civiles, dirigidos por militares, sacerdotes o campesinos, hostigaban constantemente a las tropas francesas, resultando una táctica muy eficaz.
- Tercera fase (1812-1814): El curso de la guerra cambió en 1812, cuando Napoleón retiró parte de sus tropas para la campaña de Rusia. Esta debilidad fue aprovechada por las fuerzas hispano-británico-portuguesas, dirigidas por el Duque de Wellington, que lograron una victoria decisiva en la Batalla de los Arapiles. La guerra finalizó con la firma del Tratado de Valençay, que establecía la paz con Francia y reconocía a Fernando VII como rey de España.
Actitudes Sociales y Políticas
Durante el conflicto, la sociedad española se dividió en dos grandes bandos:
- Afrancesados: Colaboraron con José I. Eran principalmente ilustrados que veían en el nuevo régimen una oportunidad de modernización para España.
- Frente Patriótico: Englobaba a la mayoría de la población que se oponía a la invasión, aunque con diferentes motivaciones:
- Clero y nobleza: Defendían la vuelta al absolutismo y al Antiguo Régimen.
- Ilustrados: Buscaban una modernización del país, pero dentro del marco del Antiguo Régimen, con Fernando VII como rey.
- Liberales: Procedentes principalmente de las clases medias, aspiraban a profundos cambios políticos, económicos y sociales, implantando un régimen liberal y el capitalismo.
Balance de la Guerra
El conflicto dejó a España devastada. Las consecuencias fueron terribles:
- Demográficas: Se estima que hubo más de 300.000 muertos y enormes destrucciones.
- Económicas: La agricultura quedó arruinada y las ciudades, destrozadas.
- Sociales y políticas: El enfrentamiento ideológico provocó el exilio de numerosos intelectuales, artistas y funcionarios (afrancesados). Además, la guerra dejó un fuerte sentimiento antifrancés, consolidó la presencia de los militares en la vida política y sentó las bases ideológicas para la independencia de las colonias americanas. Fue el primer gran intento de acabar con el Antiguo Régimen en España.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Las Cortes fueron convocadas en 1810 por la Junta Suprema Central. Sin embargo, debido a las derrotas militares, esta se disolvió y fue sustituida por un Consejo de Regencia que mantuvo la convocatoria. La elección de representantes fue muy difícil por el estado de guerra, por lo que se eligieron muchos sustitutos entre los residentes en Cádiz. Las Cortes se abrieron el 24 de septiembre de 1810 en la Real Isla de León. Los liberales lograron que se constituyera como una cámara única, y su primer decreto fue la aprobación del principio de soberanía nacional (el poder reside en el pueblo). Estaban compuestas por unos 300 diputados, entre los que había clérigos, abogados, funcionarios, militares y burgueses.
La Constitución de 1812: “La Pepa”
La obra más importante de las Cortes fue la Constitución de 1812, conocida popularmente como “La Pepa”. Sus características principales fueron:
- Contenía 384 artículos, siendo un texto muy extenso y detallado.
- Incluía una amplia declaración de derechos del ciudadano: libertad de pensamiento y opinión, igualdad ante la ley y derecho a la libertad.
- Definía la nación como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios (peninsulares y de las colonias).
- No establecía la libertad religiosa, sino que declaraba el catolicismo como religión oficial del Estado, como concesión a los absolutistas.
- Establecía una monarquía limitada o constitucional.
- Proclamaba la soberanía nacional, residiendo el poder en la nación.
- Implementaba la división de poderes:
- Poder ejecutivo: Recaía en el rey, pero con poderes limitados. Dirigía el gobierno.
- Poder legislativo: Correspondía a las Cortes, que elaboraban las leyes. Se establecía el sufragio universal masculino indirecto.
- Poder judicial: Era competencia de los tribunales, estableciendo un Estado de derecho con códigos únicos.
- Proponía una reforma fiscal, la creación de un ejército nacional con servicio militar obligatorio, la implantación de la enseñanza primaria pública y obligatoria y una nueva división territorial en provincias.
Obra Legislativa Adicional
Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a poner fin al Antiguo Régimen y modernizar España, como la abolición de los señoríos, la supresión de la Inquisición y la libertad de imprenta.