El Legado Visigodo y la Profunda Crisis de la Monarquía Hispánica en el Siglo XVII

El Reino Visigodo: Origen, Organización Política y Concilios

El Imperio Romano fue invadido en el siglo V por los pueblos bárbaros. Inicialmente, el Imperio Romano firmó un acuerdo (foedus) con los visigodos, permitiéndoles establecerse en el sur de la Galia (Aquitania) a cambio de defender las fronteras de Hispania. Así establecieron su primer reino con capital en Tolosa.

En el año 409, otros pueblos (suevos, vándalos y alanos) llegaron a la península. El asentamiento definitivo que inició el Reino Visigodo de Toledo se consolidó tras la derrota de los visigodos en Vouillé (507).

La Consolidación de la Monarquía Visigoda

La consolidación de la monarquía visigoda fue obra de varios monarcas clave, logrando la unificación en distintos ámbitos:

  • Leovigildo: Logró la unificación política.
  • Recaredo: Logró la unificación religiosa (conversión al catolicismo).
  • Recesvinto: Logró la unificación jurídica (promulgación del Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo).

Organización Política y los Concilios de Toledo

La monarquía era electiva y dependiente del apoyo de la nobleza y la Iglesia. El rey gobernaba con dos instituciones principales:

  1. Oficio Palatino: Compuesto por nobles que auxiliaban en las tareas de gobierno.
  2. Aula Regia: Formada por colaboradores y la alta nobleza, actuando como consejo real.

Los Concilios de Toledo, inicialmente asambleas eclesiásticas, adquirieron una dimensión política con la conversión de Recaredo en el III Concilio de Toledo (589). Esto incrementó el poder de la Iglesia, permitiendo a la monarquía nombrar obispos y al rey tomar decisiones políticas y religiosas.

Sociedad y Cultura Visigoda

Con los visigodos, la sociedad se ruralizó y la vida en las ciudades casi desapareció. El escritor más destacado fue San Isidoro de Sevilla, autor de la monumental obra Las Etimologías.

Arte y Arquitectura Visigoda

En el arte, destacaron en obras de orfebrería, como las coronas votivas (ejemplo: el Tesoro de Guarrazar). La arquitectura visigoda empleó la piedra como principal material de construcción y utilizó el arco de herradura como elemento característico. Destacan pequeñas iglesias rurales como:

  • San Juan de Baños (Palencia)
  • San Pedro de la Nave (Zamora)

La Profunda Crisis del Siglo XVII en la Monarquía Hispánica

El siglo XVII fue un periodo de crisis generalizada en Europa. Los factores fundamentales que explican la depresión en España fueron múltiples:

Factores de la Crisis Demográfica y Económica

  1. El Descenso Demográfico

    La mortalidad fue muy alta, producto del hambre, las epidemias (especialmente la peste) y las guerras constantes. Este fenómeno se vio agravado por el abundante número de clérigos y monjas y la emigración a las colonias americanas.

  2. La Depresión Económica

    La situación de las familias campesinas empeoró. La producción agrícola disminuyó. La ganadería sedentaria creció en detrimento de la trashumante, perjudicada por la disminución de las exportaciones a Flandes. La rigidez gremial y la subida de los precios provocaron la entrada de productos extranjeros más competitivos, lo que facilitó la desaparición de los grandes talleres artesanales y la ruina de la burguesía de los negocios. La metalurgia vasca y la industria naval también estaban en crisis. Además, decayó el comercio en América.

  3. La Ruina de la Hacienda Real

    Al descenso demográfico y económico se unió el endeudamiento crónico de la Corona. Los gastos aumentaron constantemente, mientras que la obtención de ingresos se hacía progresivamente más difícil.

Consecuencias Sociales y Recuperación

La crisis afectó a todos los grupos de la sociedad estamental del siglo XVII. La nobleza y el clero se endeudaron al disminuir sus rentas y querer mantener su nivel de vida. La burguesía intentaba ennoblecerse; y la situación de los campesinos empeoró, aumentando las revueltas y la emigración a Madrid o a la periferia. Las ciudades se llenaron de mendigos, pobres y maleantes.

No obstante, hacia 1680 se inició una mejoría: aumentó la natalidad y se recuperó lentamente la producción y el comercio.

Crisis y Decadencia de la Monarquía Hispánica: El Reinado de Carlos II

La Regencia de Mariana de Austria (1665-1675)

Tras la muerte de Felipe IV, y ante la minoría de edad de Carlos II, comenzó la Regencia de Mariana de Austria. La reina depositó su confianza en el jesuita Juan Everardo Nithard, quien actuó como valido.

El Reinado de Carlos II (1675-1700)

Con Carlos II al frente de la Corona, la delegación del poder continuó en manos de validos, destacando figuras como Juan José de Austria y el Duque de Medinaceli. La inestabilidad política fue en aumento, privatizándose muchas funciones, una situación aprovechada por la nobleza y la Iglesia.

A pesar de la decadencia política, la situación económica y demográfica mejoró en las últimas décadas del siglo. Sin embargo, la Corona tuvo que hacer frente a conflictos internos significativos:

  • La Revueltas de los Barretines en Cataluña (1688-1689).
  • La Segunda Germanía en Valencia (1693).
  • El Motín de los Gatos en Madrid (1699).

El Problema Sucesorio

El problema sucesorio fue el conflicto más importante. Hacia 1697, ante la inminente muerte del rey y su falta de descendencia, se barajaron dos posibles sucesores:

  1. Felipe de Borbón, duque de Anjou (apoyado por Francia).
  2. Carlos de Austria, de la rama austriaca de los Habsburgo.

Carlos II se decantó por el primero, dejándolo como heredero al trono. El temor de algunas potencias a un bloque hispano-francés provocó, a la muerte del rey, el estallido de la Guerra de Sucesión Española.

La Guerra de los Treinta Años y el Fin de la Hegemonía Española

El siglo XVII supuso el fin de la hegemonía española en Europa. La política exterior de Felipe III estuvo presidida por la pacificación, logrando acuerdos como:

  • La Paz con Inglaterra (1604).
  • La Tregua de los Doce Años con los Países Bajos (1609).
  • La paz con Francia tras la muerte de Enrique IV.

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648)

En 1618 estalló la Guerra de los Treinta Años, un conflicto inicialmente religioso entre los príncipes protestantes alemanes y el emperador católico Fernando II, que se convirtió en un conflicto europeo. Felipe IV y su valido, el Conde-Duque de Olivares, intervinieron en apoyo de los Habsburgo austriacos.

A pesar de brillantes victorias iniciales españolas, como las de Breda y Nördlingen (1634), la intervención de otras naciones europeas provocó un cambio en el curso de la guerra. Los ejércitos españoles fueron derrotados en el mar (Las Dunas, 1639) y en tierra (Rocroi, 1643).

Pérdidas Territoriales y Tratados

La Guerra de los Treinta Años finalizó en 1648 con la firma de la Paz de Westfalia. España reconoció la independencia de Holanda, iniciándose la hegemonía francesa en Europa.

España mantendría la guerra en solitario con Francia hasta 1659, con la firma de la Paz de los Pirineos, que supuso la cesión del Rosellón y la Cerdaña a Francia, y la consolidación de la independencia de Portugal.

El acoso francés siguió en el reinado de Carlos II. España formó parte de la Liga de Augsburgo junto a los Habsburgo alemanes, Inglaterra y Holanda, deteniendo el expansionismo francés. Finalmente, al morir Carlos II sin descendencia, comenzaría la Guerra de Sucesión a la Corona Española.