La Crisis de la Restauración: Del Desastre del 98 a la Dictadura
El Impacto del Desastre del 98 y el Regeneracionismo
La derrota y pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) fue conocida en España como el “Desastre del 98”, constituyendo la primera gran crisis del Estado contemporáneo. La consecuencia principal fue la estimulación de los movimientos nacionalistas, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, que denunciaban la incapacidad de los partidos dinásticos para desarrollar una política renovadora y descentralizada.
Esta crisis fue fundamentalmente moral e ideológica, lo cual provocó un fuerte impacto psicológico en la población. Ocurría en un momento en el que las grandes potencias europeas se expandían, dejando a España en un segundo plano y minimizando la percepción del poder de la nación.
El fracaso de la Revolución de 1868 había dejado una grave huella en los intelectuales progresistas de la Institución Libre de Enseñanza, quienes sentían que se había perdido una ocasión única para modernizar el país. De este sentimiento surgió una corriente de pensamiento que insistía en la necesidad de una “regeneración” de España, y que terminó por llamarse Regeneracionismo. Sus defensores abogaban por la mejora de la situación del campo español y por la elevación del nivel educativo y cultural del país como pilares para la modernización.
El Reinado de Alfonso XIII (1902-1931): Intentos de Reforma
Al iniciarse el reinado de Alfonso XIII, el sistema de la Restauración presentaba una serie de problemas que debían resolverse para garantizar su supervivencia, como la necesaria integración de nuevas fuerzas políticas (PSOE, nacionalistas, republicanos…).
A pesar de la crisis, se mantuvo el sistema del turnismo. Tras el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 y la retirada de Sagasta de la política en 1902, se proclamó a Antonio Maura como líder del Partido Conservador y a José Canalejas como líder del Partido Liberal.
El Gobierno Conservador de Maura y la Semana Trágica
El gobierno de Maura intentó configurar un Estado fuerte, gobernar de forma eficaz y llevar a cabo una “revolución desde arriba” para suprimir el caciquismo y dar un mayor protagonismo a las clases populares de forma controlada. Sin embargo, su mandato vivió un momento de máxima tensión con la “Semana Trágica de Barcelona” en julio de 1909. Este levantamiento se desencadenó por el rechazo popular a la política autoritaria del gobierno y, sobre todo, por el descontento generado por el embarque de tropas de reservistas hacia la guerra de Melilla.
En la Conferencia de Algeciras de 1906 se le había concedido a España el protectorado sobre la zona norte de Marruecos. Una serie de desastres militares en la zona llevaron a la movilización de reservistas, y el día previsto para su embarque en Barcelona se produjo una huelga general que derivó en un movimiento insurreccional. El ejército ocupó la ciudad, y la dura represión posterior, con líderes anarquistas fusilados (como Ferrer i Guàrdia) y opositores encarcelados, provocó la caída de Maura.
El Gobierno Liberal de Canalejas (1910-1912)
El gobierno de José Canalejas supuso el último gran intento de abrir una vía hacia la democratización del sistema sin poner en cuestión la monarquía constitucional. Entre sus principales reformas, destacan:
- Reformas laborales: Se aprobó la ley de la jornada máxima de nueve horas en la minería.
- Descentralización: La Ley de Mancomunidades Provinciales fue el primer gesto de descentralización estatal.
- Cuestión religiosa: La “Ley del Candado” (1910) prohibió temporalmente la implantación de nuevas órdenes religiosas en España.
- Reformas sociales y fiscales: Se suprimieron los impopulares impuestos de consumo y se reformó el sistema de reclutamiento militar (quintas) para hacerlo más equitativo.
El asesinato de Canalejas en 1912 truncó este proyecto reformista y abrió un periodo de gran inestabilidad.
El Impacto de la Gran Guerra y la Crisis de 1917
La neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) generó una euforia económica inicial debido al aumento de las exportaciones. Sin embargo, esto también provocó una elevada inflación, ya que los precios subían mucho más rápido que los salarios. La situación empeoró por el aumento de las diferencias entre las clases sociales, enriqueciendo a unos pocos y empobreciendo a la mayoría.
En este contexto, el gobierno liberal de García Prieto tuvo que hacer frente a la triple crisis que estalló en 1917:
- Crisis militar: El descontento en el ejército por los bajos salarios y un sistema de ascensos que favorecía a los militares africanistas llevó a la creación de las Juntas de Defensa, asociaciones de oficiales que desafiaron al poder civil. El gobierno intentó disolverlas sin éxito.
- Crisis política: Ante la negativa del gobierno de Eduardo Dato a reabrir las Cortes, un grupo de parlamentarios catalanistas, republicanos y socialistas organizó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona para exigir la convocatoria de Cortes Constituyentes y una reforma profunda del sistema.
- Crisis social: En marzo, la CNT y la UGT convocaron protestas para solucionar la carestía de alimentos. En agosto, la UGT, con el apoyo socialista, llamó a una huelga general revolucionaria que paralizó el país. La dura represión del ejército causó más de 70 muertos en toda España.
La Descomposición del Sistema (1918-1923)
Las consecuencias de la crisis de 1917 fueron muy graves. Entre 1918 y 1923, la inestabilidad política fue la norma. El Partido Conservador y el Liberal se fragmentaron, dando lugar a débiles “gobiernos de concentración”, como el llamado Gobierno Nacional de marzo de 1918, que, a pesar de incluir a todas las grandes figuras (Maura, Dato, García Prieto), apenas duró nueve meses.
Conflictividad Social y Pistolerismo
Influido por la crisis de 1917 y el eco de la Revolución Rusa, el movimiento obrero conoció un aumento espectacular de militantes. La conflictividad social dio lugar a un activismo violento:
- En 1919 estalló en Barcelona la huelga de La Canadiense, una huelga general que paralizó la industria y consiguió hitos históricos como la jornada laboral de ocho horas.
- La agitación social anarquista se tradujo en atentados contra el sistema, respondidos por la patronal y el Estado con la aparición del pistolerismo y la aplicación de la “Ley de Fugas” (1921) para encubrir asesinatos de sindicalistas.
- A esta violencia urbana se sumaron las revueltas campesinas en Andalucía.
La espiral de violencia se cobró víctimas de alto nivel, como el presidente del gobierno Eduardo Dato (asesinado en 1921) y el cardenal Soldevila (1923).
El Auge de la Oposición
El republicanismo se consolidó como la principal fuerza de oposición, con partidos como el Partido Republicano Radical de Lerroux o el Partido Reformista de Melquíades Álvarez. Por su parte, el socialismo consiguió su primer escaño en las Cortes en 1910 (Pablo Iglesias). El nacionalismo catalán, a partir del Desastre del 98, creó en 1901 la Lliga Regionalista, de corte conservador, que impulsó la creación de la Mancomunidad de Cataluña (1914), vigente hasta su disolución por Primo de Rivera en 1925. El nacionalismo vasco, por su parte, adoptó una postura política más moderada que la de su fundador.
El Desastre de Annual y el Fin del Sistema
En 1921, un nuevo desastre colonial en Marruecos asestó el golpe de gracia al sistema. El general Silvestre, comandante militar de Melilla, llevó a cabo una campaña de conquista imprudente que acabó en una emboscada en Annual en julio. La caótica retirada hacia Melilla dejó más de 12.000 muertos en el campo de batalla.
Las consecuencias políticas fueron demoledoras. En las Cortes se formó una comisión para investigar las responsabilidades del desastre (el Expediente Picasso), que apuntaban a altos mandos militares e incluso al propio rey. Para frenar el debate y las posibles consecuencias, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, con el consentimiento de Alfonso XIII, poniendo fin al régimen de la Restauración.