Guerra Civil Española: Orígenes, Fases y Consecuencias
Sublevación Militar y División de España
Sublevación militar: La preparación del golpe de Estado militar fue liderada por el general Mola, quien logró ganar el apoyo de diversos sectores de la derecha, como los falangistas y monárquicos. El general Franco se unió a la conspiración, que se aceleró tras el asesinato de José Calvo Sotelo. El 17 de julio de 1936, el general Yagüe se sublevaría en Melilla, lo que permitió que el alzamiento se extendiera rápidamente por todo el protectorado marroquí. Entre el 18 y el 19 de julio, parte de las guarniciones de las capitales de la Península se unieron al golpe con resultados dispares.
El gobierno de la República no actuó con rapidez para frenar el avance de los sublevados. Casares Quiroga, el jefe de gobierno, no entendió la magnitud del levantamiento y se negó a entregar armas a los civiles, lo que resultó en la pérdida de tiempo crucial para frenar la sublevación. Finalmente, el gobierno de José Giral asumió el control y comenzó a distribuir armas a los civiles.
En ciudades como Madrid y Barcelona, la resistencia a la rebelión fue clave para el fracaso del golpe. En Madrid, las fuerzas leales al gobierno, junto con milicianos socialistas y comunistas, lograron bloquear a los sublevados, mientras que en Barcelona, las milicias anarquistas de la CNT, la Guardia Civil y la Guardia de Asalto contuvieron a las fuerzas sublevadas. El País Vasco se dividió, con Álava apoyando la sublevación y Vizcaya y Guipúzcoa permaneciendo fieles a la República. En Asturias, la ciudad de Oviedo se unió al alzamiento, pero la resistencia de las fuerzas leales a la República en las cuencas mineras hizo que la situación se alargara.
En otras zonas de España, los sublevados quedaron aislados y se refugiaron en lugares fortificados como el santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Jaén y el Alcázar de Toledo. Al final, el alzamiento había triunfado en media España, pero la situación estratégica de la República era favorable. La República mantenía el control de regiones clave como el Norte industrializado y minero, la zona cantábrica, Cataluña, el Levante y buena parte de la zona mediterránea. Además, contaba con la mayoría de la escuadra y casi toda la aviación, lo que le otorgaba una ventaja en el control de las comunicaciones marítimas.
Sin embargo, el ejército republicano sufría una notable carencia de mandos superiores, lo que obligó a improvisar un Estado Mayor. A pesar de la superioridad en recursos y territorio, la República se enfrentaba a la organización más eficaz de los sublevados. El ejército nacional contaba con el ejército de África, bien entrenado y equipado, y con el apoyo de la mayoría de los generales y altos oficiales, lo que le otorgó una ventaja estratégica. Además, los sublevados suplieron la carencia de oficiales intermedios mediante la creación de los alféreces provisionales, que resultaron ser muy efectivos en la guerra.
En cuanto a los recursos navales, los nacionales carecían de una flota significativa, lo que les dificultaba el transporte de tropas desde África a la Península. No obstante, los recursos alimentarios eran más favorables para los sublevados, con zonas agrícolas y ganaderas clave bajo su control.
A pesar de las ventajas iniciales de la República, la guerra no se resolvió a su favor. La situación de los dos bandos era compleja, tanto a nivel interno como internacional, lo que influyó en la evolución del conflicto.
Fases de la Guerra Civil Española
1ª Fase: El Objetivo Madrid (Julio 1936 – Marzo 1937)
La fase inicial de la guerra (julio de 1936-marzo de 1937) se caracterizó por un intento de los sublevados de tomar Madrid. Franco, al mando del ejército de África, llegó a la Península en agosto, y tras varias victorias en el sur, incluidas Huelva, Badajoz y Toledo, avanzó hacia la capital. Las columnas franquistas, provenientes de Zaragoza, Pamplona, Burgos y Valladolid, intentaron tomar Madrid, pero la resistencia republicana fue feroz. La defensa fue crucial para retrasar el avance, especialmente con la intervención de las Brigadas Internacionales y la organización de las milicias republicanas.
La Batalla de Madrid (noviembre-diciembre de 1936) fue fundamental, pues las fuerzas republicanas, con el apoyo de las Brigadas Internacionales y bajo el mando de Vicente Rojo, resistieron el asedio de las tropas nacionales. Franco, al no poder tomar la ciudad rápidamente, intentó aislarla cortando sus rutas de acceso, pero no tuvo éxito. Las batallas en el Jarama y Guadalajara (febrero y marzo de 1937, respectivamente) marcaron este periodo, con victorias republicanas que retrasaron el avance franquista.
2ª Fase: La Campaña del Norte (Marzo – Octubre 1937)
Entre marzo y octubre de 1937, los nacionales se centraron en conquistar el norte de España, que era de vital importancia estratégica por su industria y su acceso al mar. La toma de ciudades como Irún, San Sebastián y Bilbao, junto con el devastador bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937) por la Legión Cóndor alemana, fueron eventos clave. La ofensiva nacional continuó con la caída de Santander y Asturias, un golpe crucial para la República.
Durante este periodo, el gobierno republicano pasó de ser presidido por Largo Caballero a Juan Negrín, quien adoptó una política de resistencia firme. A pesar de los esfuerzos republicanos, como la Batalla de Brunete (julio de 1937) y la Batalla de Belchite (agosto-septiembre de 1937), la superioridad nacional en el norte consolidó su control sobre la zona.
3ª Fase: El Frente de Aragón y el Avance hacia el Mediterráneo
En la tercera fase de la guerra, los franquistas atacaron Aragón con el objetivo de dividir a la República en dos partes. La Batalla de Teruel (diciembre de 1937-febrero de 1938) fue un intento republicano de aislar Aragón, pero después de dos meses de resistencia, los nacionales recuperaron la ciudad.
A partir de ahí, el avance franquista se intensificó, llegando al Mediterráneo y dividiendo España en dos partes. El Ebro fue el último gran intento republicano para reorganizar la resistencia. En la Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), los republicanos lograron algunos éxitos iniciales, pero finalmente fueron derrotados, lo que significó la pérdida definitiva de la capacidad ofensiva republicana.
4ª Fase: El Final de la Guerra
Tras la derrota en el Ebro, las fuerzas republicanas comenzaron a ceder terreno rápidamente. En enero de 1939, las tropas franquistas entraron en Barcelona sin resistencia. La caída de Cataluña fue un golpe mortal para la República. A pesar de los esfuerzos de Negrín por resistir, incluyendo un intento fallido de reactivar la guerra, la situación era insostenible.
El 4 de marzo de 1939, un golpe de Estado dentro de la República, dirigido por el coronel Segismundo Casado, intentó negociar la rendición con Franco. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid sin encontrar resistencia significativa. Las últimas plazas republicanas cayeron, y el 1 de abril de 1939, Franco proclamó la victoria, marcando el fin de la Guerra Civil Española.
Con el fin del conflicto, comenzaron los duros años de la posguerra, bajo un régimen dictatorial que duraría hasta 1975. La Guerra Civil dejó una profunda huella en la sociedad española, tanto a nivel humano como político.
La Dimensión Internacional de la Guerra Civil Española
La dimensión internacional de la Guerra Civil Española fue crucial para su desarrollo y resultado final. La guerra no fue solo un conflicto interno, sino también un enfrentamiento entre potencias extranjeras con intereses políticos y militares muy concretos.
El Comité de No Intervención y sus Consecuencias
En agosto de 1936, se creó en Londres el Comité de No Intervención, auspiciado por las democracias de Inglaterra y Francia. El objetivo del comité era evitar la expansión del conflicto a nivel europeo y garantizar que ninguno de los bandos en guerra recibiera apoyo extranjero significativo. El pacto fue firmado por 27 países, pero, en la práctica, no se cumplió. Aunque Francia simpatizaba con la República, su gobierno, encabezado por Léon Blum, se mostró cauteloso debido a la presión de la derecha francesa. A pesar de ello, algunos aviones fueron enviados más tarde, aunque desarmados.
Por otro lado, Alemania, Italia y Portugal rompieron el pacto de no intervención, proporcionando gran apoyo a Franco, lo que supuso una gran ventaja para el bando sublevado.
Apoyo Internacional a la República
Aunque el apoyo internacional a la República fue más limitado, fue determinante en varios momentos del conflicto.
La URSS fue el principal aliado internacional de la República. A pesar de las tensiones y de que la ayuda soviética implicaba condiciones estrictas, como el pago inmediato con el oro de Moscú, la Unión Soviética proporcionó 200 carros de combate, 4.000 camiones y asesores militares que fueron esenciales para la defensa republicana.
Las Brigadas Internacionales jugaron un papel importante. Reclutadas entre las organizaciones de izquierda de Europa y América, estas brigadas aportaron voluntarios, en su mayoría comunistas y anarquistas. A pesar de su número limitado, nunca fueron más de 18.000 al mismo tiempo, unas 40.000 personas pasaron por España durante el conflicto. Destacaron batallones como el Garibaldi (italianos), el Lincoln (americanos) o el Dabrowsky (polacos). Los brigadistas participaron en la Batalla de Madrid, donde ayudaron a frenar el avance franquista, aunque se retiraron en 1938 debido a los cambios en la política de la República.
Francia, a pesar de sus simpatías hacia la causa republicana, fue reticente a intervenir directamente. Sin embargo, México, bajo el liderazgo de Lázaro Cárdenas, fue uno de los pocos países que proporcionó apoyo material a la República, enviando pequeñas cantidades de fusiles y municiones.
Apoyo Internacional a los Sublevados
El bando sublevado recibió un apoyo militar y político mucho más eficaz y sostenido de las potencias fascistas, lo que les permitió adquirir una ventaja crucial durante la guerra.
La Alemania Nazi, bajo el liderazgo de Adolf Hitler, fue el principal apoyo para Franco. La Legión Cóndor, formada por aviones de la Luftwaffe alemana, fue crucial en los bombardeos de ciudades como Guernica y Durango, y en varias batallas importantes. Además, los alemanes proporcionaron instructores militares y armamento, como cañones y carros de combate, que fueron fundamentales para el éxito de las fuerzas sublevadas.
Italia Fascista, liderada por Benito Mussolini, brindó un apoyo aún mayor que el alemán, aunque de menor calidad. 120.000 soldados, 700 aviones y unidades motorizadas formaron el Corpo di Truppe Volontarie. La ayuda italiana fue más cuantiosa, pero los equipos militares eran menos sofisticados que los alemanes.
Portugal, bajo la dictadura de Salazar, permitió el paso de la ayuda italiana y alemana, a pesar de haber firmado el pacto de no intervención. Además, Portugal contribuyó con unos 20.000 hombres, conocidos como la Legión Viriato. La dictadura portuguesa también desempeñó un papel clave en el bloqueo de las rutas marítimas republicanas.
Marruecos también jugó un papel esencial en el apoyo a Franco, con unos 70.000 soldados marroquíes, que fueron temidos por su ferocidad y brutalidad en combate. Estos soldados fueron reclutados por Franco en el norte de África, y su participación fue fundamental en las primeras victorias del bando sublevado.
Además, la Legión de San Patricio, formada por soldados irlandeses, también participó en las filas franquistas.
La España Republicana y Nacional: Gobierno y Revolución
La España Republicana: Gobierno y Revolución Popular
1. Gobierno de Martínez Barrios (julio 1936)
Diego Martínez Barrios, presidente de las Cortes y líder del partido Unión Republicana, asumió el cargo tras la dimisión de Casares Quiroga. Su intento de formar un gobierno de concentración, excluyendo a los extremos (cedistas y comunistas), y su propuesta de negociar con los sublevados resultaron en un fracaso rotundo. Su célebre conversación telefónica con Mola ofreciendo carteras ministeriales a los sublevados desató una oleada de protestas, obligándole a dimitir al día siguiente, siendo conocido como “presidente por un día”.
2. Gobierno de José Giral (julio-septiembre 1936)
Ante la crisis política, Azaña nombró a José Giral, catedrático de química y miembro de Izquierda Republicana, presidente del gobierno. Giral trató de centralizar el poder entregando armas a las milicias de los partidos republicanos, pero el control efectivo del gobierno pasó a manos de las organizaciones obreras como UGT, CNT y FAI, que comenzaron a establecer comités y juntas en diversas regiones, asumiendo el control local y promoviendo una revolución social de carácter colectivista.
Las organizaciones obreras buscaron instaurar un sistema colectivista en paralelo a la guerra, con la colectivización de tierras (principalmente en Cataluña, Aragón y Andalucía) y la nacionalización de industrias. Este modelo de revolución social generó tensiones con otros sectores de izquierda, como el PSOE y el PCE, que se oponían a la disgregación del poder central.
La España Nacional: La Consolidación del Liderazgo de Franco
1. La Junta de Defensa Nacional (julio 1936)
Tras el golpe de Estado, los sublevados crearon la Junta de Defensa Nacional en Burgos, presidida por el general Cabanellas, que coordinaría la acción militar de los sublevados, inicialmente formada por militares como Mola, Franco y Queipo de Llano. A pesar de que Sanjurjo había sido designado como líder del alzamiento, su muerte en un accidente aéreo dejó el liderazgo sin un sustituto claro. Franco emergió como el nuevo líder del bando nacional, destacándose por su habilidad para consolidar su poder tras la toma de Toledo. Su ascenso fue respaldado por su creciente popularidad entre los militares y su éxito en las operaciones militares.
2. Consolidación del poder de Franco (octubre 1936)
El 1 de octubre de 1936, Franco fue nombrado Generalísimo de los ejércitos y jefe de Estado por una amplia mayoría de la junta, lo que consolidó su control absoluto sobre el bando sublevado. En 1937, Franco decretó la unificación de los falangistas y los carlistas en un solo partido, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, con él mismo como líder indiscutido, consolidando su poder tanto a nivel político como militar. Pero también contó con alguna oposición, que fue eliminada como Manuel Hedilla o Manuel Fal Conde. Se trató de la unificación política de todos los españoles.
Se adoptó la camisa azul de Falange y la boina roja de los carlistas y el saludo fascista.
Principios Fundamentales del Movimiento: Rechazaba la democracia y defendía la unidad de España, la superación de la lucha de clases y la ideología nacional-sindicalista.
3. El Gobierno de Burgos (enero 1938)
Franco formó su primer gobierno formal el 30 de enero de 1938 en Burgos, incorporando a militares, falangistas, carlistas y monárquicos alfonsinos. Esta combinación de grupos reflejaba el carácter diverso de su régimen, pero con el ejército como eje central del poder.
El gobierno de franco inició la redacción de las primeras leyes franquistas:
- Se promulgó el Fuero del Trabajo (marzo de 1938), inspirado en la Carta del Lavoro de Mussolini, que imponía un modelo corporativista de relaciones laborales, estableciendo el control estatal sobre los salarios y las condiciones de trabajo, mientras prohibía los sindicatos de clase y promovía la creación de sindicatos verticales y las huelgas se consideran delitos.
- Nueva ley de prensa.
- Se creó el Instituto Nacional de Reforma económico y social de la Tierra y también de un nuevo escudo, nuevas monedas y de fiestas
- Se deroga la ley del divorcio, se restablece la Compañía de Jesús y se exime a la Iglesia de la Contribución territorial.
- Paralelamente se llevan a cabo importantes represiones de elementos republicanos como en Badajoz, Málaga o Teruel y multitud de fusilamientos en el País Vasco.
- Se restableció la pena de muerte que había sido suprimida por la Rpba.
Gobiernos Republicanos Durante la Guerra
3. Gobierno de Francisco Largo Caballero (septiembre 1936 – mayo 1937)
Francisco Largo Caballero, líder de la UGT y exministro de Trabajo, asumió la presidencia en septiembre de 1936. Su gobierno intentó restaurar la unidad del frente republicano y recuperar el control del poder central frente a la creciente influencia de los comités y milicias. Se creó el Ejército Popular de la República, integrando a las milicias de los partidos en una estructura militar profesionalizada bajo el mando de general Rojo.
Largo Caballero también impulsó la expropiación de tierras a los terratenientes que apoyaban a los sublevados y la colectivización de la industria. A nivel político, su gobierno promovió una severa persecución a la Iglesia y continuó la radicalización del conflicto, lo que generó roces con sectores moderados y con el PCE, que comenzaba a consolidarse como fuerza política clave.
En mayo de 1937, tras los sucesos de mayo en Barcelona, Largo Caballero dimitió, dejando la presidencia en manos de Juan Negrín.
4. Gobierno de Juan Negrín (mayo 1937 – abril 1939)
Juan Negrín, miembro del PSOE, asumió el gobierno con un proyecto centrado en la resistencia hasta el final del conflicto, confiando en que la Segunda Guerra Mundial forzaría la intervención de los aliados antifascistas. Trasladó el gobierno a Barcelona e impulsó la Batalla del Ebro como uno de los últimos esfuerzos para detener el avance franquista.
En mayo de 1938, presentó los “13 puntos de Negrín”, una propuesta de paz que incluía la salida de las tropas extranjeras, la amnistía para los exiliados y la instauración de un régimen democrático, que fue rechazada rotundamente por Franco.
Al finalizar la guerra, Negrín se exilió a Francia, donde continuó presidiendo el gobierno republicano en el exilio hasta 1945, pero su propuesta de una segunda república nunca prosperó debido al aislamiento internacional.
Consecuencias de la Guerra Civil Española
Consecuencias de la Guerra Civil
-Las víctimas de la guerra:
El número de víctimas varía según las fuentes, pero se estima que murieron más de 400.000 republicanos y más de 200.000 sublevados, víctimas de los combates, la represión de ambos bandos y las penurias derivadas de la guerra.
-La represión durante la guerra: ambos bandos emplearon una represión brutal, conocida como el “terror rojo” y el “terror blanco”. Las técnicas más comunes fueron los “paseos” (ejecuciones extrajudiciales) y la represión en las checas (cárceles clandestinas).
Las milicias republicanas mataron a 50.000 “nacionales”, incluyendo más de 7.000 frailes y curas, además de incendiar iglesias. Estos actos justificaron el apoyo del clero al bando franquista. Los sublevados, por su parte, ejecutaron a casi 80.000 personas, entre ellas políticos, intelectuales y figuras destacadas como García Lorca, Lluis Companys y Joan Peiró.
–Guerrilla, maquis y represión durante la posguerra:
La resistencia antifascista, conocida como el “maquis”, continuó luchando después de la rendición formal. A partir de 1947, la represión franquista fue intensificándose, llevando a la detención o muerte de muchos guerrilleros.
La Ley de Responsabilidades Políticas (1939) resultó en más de 30.000 ejecuciones y 270.000 presos políticos, principalmente republicanos, funcionarios y profesores.
-El exilio y los refugiados: desde el inicio de la guerra, miles de republicanos se exiliaron, especialmente a Francia, donde medio millón de españoles cruzó la frontera en 1939. Fueron enviados a campos de concentración, pero con la ocupación alemana de Francia, muchos fueron deportados de vuelta a España, donde sufrieron represalias. Otros se refugiaron en México, gracias al apoyo del presidente Lázaro Cárdenas.
-Consecuencias económicas, sociales y culturales:
La economía española quedó devastada al terminar la guerra. Las reservas de oro se habían perdido, y las infraestructuras como carreteras, puentes, trenes y viviendas quedaron gravemente dañadas. La renta per cápita se redujo al 73% de los niveles de 1936. El 30% del tonelaje marítimo se destruyó, y la producción industrial y agrícola se desplomaron a solo un 31% y un 21% de los niveles previos.
La sociedad quedó profundamente dividida, marcada por el miedo a la represión del régimen franquista.