La Lírica Griega: Características, Historia y Poetas Fundamentales

Características Generales

Toda lírica es, en principio, prealfabética, es decir, no se escribe, sino que se recita con apoyos rítmicos o musicales, improvisada sobre ciertos esquemas, refranes o fórmulas aprendidas de memoria.

Cuando se habla de lírica griega, se distingue entre la lírica popular (la que se recita de forma improvisada en fiestas y celebraciones rituales) y lírica literaria (la que se produce a partir del siglo VII a. C., cuando se introduce la escritura en Grecia).

Esta ya no es improvisada, sino que va adquiriendo formas fijas previamente aprendidas.

La lírica aporta un elemento nuevo: el «yo» personal, subjetivo, dirigiéndose a un «tú». No cuenta hazañas de héroes del pasado, sino que expresa el yo individual, exterioriza sentimientos y preocupaciones, lamenta el paso del tiempo, habla del amor, de la vejez, de la muerte, del destino.

No obstante, no podemos aplicar categorías genéricas del presente a la lírica griega: sería arriesgado confundir el yo poético de estos poemas con la biografía exacta de los poetas que los compusieron, pues en muchos casos predomina una función de celebración cívica o están destinados a la interpretación colectiva.

Además, la lírica se aparta también de la épica en la métrica: el hexámetro deja paso a otras combinaciones diferentes y variadas.

La lírica presentaba formas muy diversas: el himno religioso, el epinicio (canto que celebraba una victoria), la canción erótica, la canción de consuelo, etc.

Poco a poco, el poeta empezó a ser identificado con un sabio. Ya no era simplemente el cantor ambulante que entretenía con sus recitales, sino que se convirtió en guía de la comunidad.

Arquíloco de Paros

Vivió a mediados del siglo VII a. C. Es el primer poeta lírico del que se conservan escritos sobre sus propias emociones, tomando su experiencia como punto de partida para su poesía. No obstante, tampoco se ha de interpretar todo poema lírico como autobiográfico.

De marcada personalidad, agresivo y rebelde en una sociedad aristocrática (lo que le valió no pocas enemistades), plasmó en sus obras los pesares y los empeños de su vivir esforzado como hijo de un noble y una esclava, desdichado en amores y aventurero.

Arquíloco es el maestro de la elegía que, sin perder la retórica de la épica homérica, introduce un lenguaje innovador, cercano a lo espontáneo.

Safo de Lesbos (siglo VI a. C.)

Nos ha dejado una obra prácticamente dedicada a la lírica amorosa, con la particularidad de ser la única voz femenina conocida que celebró los dones de Afrodita, a quien dedicó un extenso poema.

Describió con intensidad y mediante el empleo de un lenguaje sencillo y directo, el sentimiento amoroso y todas las emociones que embargan al alma enamorada: súplica, celos, reconciliación, miedo…

Anacreonte (siglo VI a. C.)

Aunque escribió también poesía coral, de la que no se conservan testimonios, su fama se debe al ingenio con que cantó el gozo de los placeres cotidianos.

El tono vital de su poesía fue muy apreciado en el Renacimiento, hasta el punto de denominarse anacreóntica cualquier composición que celebrara los placeres efímeros y el amor del modo en que compuso sus Odas.

Alcmán (siglo VII a. C.)

Vivió cuando Esparta era uno de los centros culturales de Grecia. En su dialecto local compuso himnos, sobre todo amorosos (cantos nupciales o himeneos), en los que se muestra capaz de combinar en escenas de la vida cotidiana caracteres mitológicos, elementos de la naturaleza y el paisaje lacedemonios mediante elaboradas imágenes líricas.

Píndaro (VI-V a. C.)

Píndaro de Tebas es el poeta que alaba a los ganadores de los juegos, fue el autor de una amplísima producción poética. Su poesía es difícil y su estilo muy elaborado.

La Lírica Helenística

El esplendor literario de Atenas de los siglos V y IV a. C. dejó paso a la hegemonía cultural de la Alejandría egipcia.

La fundación de su biblioteca y museo (que consistía en una especie de academia artística y científica más que en una entidad para la exhibición cultural, como lo entendemos en la actualidad) favoreció el estudio de la tradición clásica y la promoción del arte por parte de la corte helenística de Egipto.

El acceso a innumerables fuentes escritas y la conciencia de disponer de un público culto favorecieron la tendencia a la erudición de poetas como Calímaco y Teócrito.

Calímaco (finales del siglo IV – siglo III a. C.)

Nació en Cirene, probablemente a finales del siglo IV a. C., y desarrolló una importante labor a lo largo del siglo III en la biblioteca de Alejandría, cuyos fondos se empeñó en ordenar y catalogar.

Apenas se conserva una parte de su extensísima obra, sobre todo himnos, con un lenguaje retórico que en ocasiones remite a expresiones y formas de los poemas homéricos.

Además de himnos mitológicos y otras obras poéticas (como Epigramas y Yambos), hay testimonios de su autoría en muchas obras en prosa sobre temas muy diversos, como geografía, ciencias naturales, estudios étnicos, etcétera.

Teócrito de Siracusa (siglo III a. C.)

El más grande poeta bucólico de la literatura griega, Teócrito, vivió en el siglo III a. C.

Profundo conocedor de la naturaleza, evocó en sus obras escenas idílicas con enorme sensibilidad, sin duda influido por el paisaje siracusano.

Aunque buena parte de su obra la desarrolló en el erudito ambiente alejandrino, sus Idilios parecen mostrar mayor preocupación por los sentimientos que la frialdad formal de su coetáneo Calímaco.

El idilio, un tipo de poema breve en ocasiones y de tono costumbrista, ejerció una profunda influencia en toda la literatura europea.