Relación con Hegel
La filosofía de Hegel constituye lo que tal vez sea el intento más ambicioso de crear un sistema total de comprensión de lo humano y lo divino. La relación entre el pensamiento revolucionario de Karl Marx y la filosofía de Hegel es uno de los temas más debatidos de la historia de la filosofía moderna. Marx mismo reconoció siempre su deuda intelectual con Hegel, de quien tomó no solo su dialéctica, sino también una visión de la historia como un proceso que progresivamente lleva hacia un estado de plenitud humana.
Según el idealismo hegeliano, el Espíritu es el responsable del desarrollo de la historia. En cada época, la política, la moral, las creencias, la moda, los estilos pictóricos, etc. (lo que él llama el zeitgeist o espíritu de la época) reflejan el nivel de autoconciencia alcanzado por los seres humanos. Pero surge otra nueva cultura capaz de aumentar el nivel de autoconciencia del Espíritu, y a ello se debe el progreso histórico.
Sin embargo, para Marx, la evolución cultural, que forma parte de la superestructura, depende de las condiciones materiales de vida (infraestructura). La dialéctica es un proceso de no retorno compuesto por tres momentos:
- Tesis: El primer momento.
- Antítesis: El segundo momento, contrario al primero.
- Síntesis: El tercer momento, una reconciliación armoniosa de ambos.
El antecedente más claro de esta concepción dialéctica de la realidad es el presocrático Heráclito. El materialismo dialéctico de Marx defiende que el sujeto de este proceso no es el Espíritu, sino la humanidad, que lucha por emanciparse en la realidad material. Marx toma el concepto de dialéctica de Hegel, pero elimina toda interpretación idealista.
Relación con Feuerbach
La propuesta de Feuerbach relativa a la alienación religiosa es similar al antropomorfismo de los dioses de Jenófanes: si los bueyes pudieran crear dioses, los representarían con el aspecto de bueyes, del mismo modo que los hombres crearon dioses a su imagen y semejanza.
Según Feuerbach, el secreto de la teología es la antropología, es decir: Dios es la proyección al infinito de la esencia del ser humano. En su relación con Dios, el ser humano renuncia a su esencia y la contempla en la divinidad como una esencia ajena y extraña. Por ello, el cristianismo se superará cuando el ser humano recupere su esencia, siendo él mismo su propio dios.
Por su parte, Marx cree que para superar la alienación religiosa no es suficiente una crítica intelectual con la que se promueva una vuelta a lo terrenal contra lo divino imaginario, sino que debe ser precedida por una transformación radical de las condiciones materiales en que viven los seres humanos, esto es, de la infraestructura.
Marx, en sus Tesis sobre Feuerbach, critica el materialismo de este, puesto que considera que no contempla la capacidad de transformación de la realidad que tiene el ser humano, sino que le asigna un lugar pasivo ante ella. La última tesis sobre Feuerbach, que refleja y resume su crítica a este autor, dice así: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Relación con Kant
Entre las similitudes de las teorías filosóficas de Kant y Marx está la importancia de la acción frente a la teoría; de la razón práctica, diría Kant, frente a la razón teórica. El ser humano para Kant es un ser activo, que precisa de praxis, no es un ser meramente especulativo. Desde el punto de vista ético, para ambos autores son importantes la libertad y la igualdad como caracteres fundamentales del ser humano. Marx recoge de la ética kantiana la idea de la dignidad que nos obliga a tratar al otro ser humano como un fin en sí mismo y no como un medio para conseguir algún beneficio individual.
En cuanto a su concepción de la historia, ambos defienden la posibilidad de construir un mundo racional y más justo en el futuro, puesto que entienden que el proceso histórico es teleológico, aunque difieren en el modo en que debe transcurrir ese proceso: Kant defiende reformas paulatinas con las que ilustrar a la ciudadanía, y Marx, la revolución de la clase oprimida que cambie radicalmente la infraestructura de la sociedad.
Entre sus diferencias encontramos la visión idealista (trascendental) de la realidad de Kant, más cercana a la teoría de Hegel que al materialismo de Marx, así como sus concepciones de la religión: para Kant, Dios es una idea trascendental (una forma a priori de la razón) y un postulado de la razón práctica que regula nuestros actos morales, mientras que para Marx la creencia religiosa es un obstáculo para la liberación humana, es el “opio del pueblo”.
Relación con Rosa Luxemburg
Marx predijo que las crisis cada vez más extensas del capitalismo llevarían a una revolución que conduciría a su fin y al nacimiento de un sistema económico más justo. Rosa Luxemburg comenzó su andadura intelectual intentando resolver el interrogante de por qué la revolución no parecía más cercana en el siglo XX de lo que lo pareció en el XIX.
A la pregunta de si sería posible la llegada del socialismo a través de una reforma en vez de con la revolución que auguraba Marx, Luxemburg respondió que no. Afirmaba que una reforma del capitalismo solo lo alteraría, pero no traería el socialismo democrático. El socialismo no puede lograrse reformando el capitalismo, como creían algunos seguidores revisionistas de la obra de Marx, que defendieron la redistribución de la renta y de la riqueza dentro del capitalismo.
Luxemburg dialogó con Marx desde los problemas de su presente y, yendo más allá de las predicciones marxianas, observó que el capitalismo, para lograr la acumulación continua de capital, debe explotar países no capitalistas, llegando así a su última etapa: el imperialismo. Los países capitalistas exportan sus crisis económicas, endeudando a los países no capitalistas, que, a su vez, son nuevos mercados para el excedente de bienes producidos. Para la autora, el imperialismo es tanto un método del capitalismo para prolongar su existencia como un medio que pondrá fin a su existencia cuando ya no haya lugares no capitalistas por explotar.
Respecto al activismo y el compromiso de transformar el mundo de los intelectuales, coincidían Marx y Luxemburg, quien participó en la frustrada revolución de Berlín, fue un miembro destacado de la Segunda Internacional Obrera, se convirtió en líder del ala izquierdista de los socialistas alemanes y organizó huelgas masivas. En definitiva, con su labor tanto intelectual como práctica, contribuyó a crear las condiciones para la revolución proletaria.