Glosario de Términos Clave en la Obra de Kant: De la Sensibilidad a la Autonomía

Introducción a la Filosofía Crítica de Kant

El carácter crítico del pensamiento kantiano llevó a establecer un examen riguroso de la propia capacidad de conocer. Este camino fue esencial para superar las contradicciones existentes en el problema del conocimiento entre el racionalismo (dogmatismo, que afirma que podemos conocer toda la realidad) y el empirismo (escepticismo, que sostiene que nada puede ser conocido con seguridad).

En este examen crítico, Kant detalla con precisión el alcance y uso de nuestras facultades cognoscitivas fundamentales: sensibilidad, entendimiento y razón.

Vocabulario Kantiano Fundamental

Sensibilidad

La sensibilidad es la primera facultad cognoscitiva. Según el propio Kant, en la primera parte de su Crítica de la Razón Pura, la Estética Trascendental, la define como: “la capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por los objetos”.

La sensibilidad es pasiva (en tanto que recibe impresiones sensibles o sensaciones) pero también es activa (en tanto que cuenta con dos estructuras o formas a priori en las que “encajar” el caos de impresiones que recibe: espacio y tiempo).

Espacio y tiempo son condiciones trascendentales de nuestra sensibilidad que Kant caracteriza como formas a priori de la sensibilidad o bien, intuiciones puras. Las sensaciones situadas por la sensibilidad en el espacio y el tiempo constituyen la primera síntesis de nuestro conocimiento: el fenómeno. Ya en este momento, Kant renuncia a un conocimiento pleno de la cosa (la cosa en sí, el noúmeno), pues solo conocemos cómo es para mí, es decir, el fenómeno.

Entendimiento

Si bien la sensibilidad realiza las primeras síntesis al unificar las sensaciones en el tiempo y el espacio, percibir tal multiplicidad (colores, formas, sonidos…) no es, sin más, comprender los objetos. Comprender lo percibido es la función propia del Entendimiento.

Kant estudia esta facultad en la Analítica Trascendental. Nuestro conocimiento incluye conceptos además de percepciones, pues comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto. Esta actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio.

El entendimiento puede ser considerado, pues, como la facultad de los conceptos, o bien como la facultad de los juicios, la facultad de juzgar.

Kant distingue dos tipos de conceptos:

  • Conceptos empíricos: Proceden de la experiencia y son a posteriori (fruto del aprendizaje).
  • Conceptos puros o categorías: Son propios del sujeto, no proceden de la experiencia y son a priori.

Las categorías (sustancia, causalidad, unidad, pluralidad, totalidad, afirmación, necesidad, etc.) no son nociones adquiridas por la experiencia, sino las condiciones trascendentales del entendimiento.

De este modo, el conocimiento resulta de la cooperación entre la sensibilidad y el entendimiento: la sensibilidad nos da objetos, el entendimiento los piensa (fenómenos más categorías). La famosa máxima kantiana lo resume:

«Las intuiciones sin categorías son ciegas, las categorías sin intuiciones son vacías.»

Razón

El término Razón puede tener dos significados complementarios:

  1. Como conjunto de facultades que intervienen en el conocimiento (en la Crítica de la Razón Pura).
  2. Como una de esas facultades, la tercera facultad de conocimiento (explicadas la sensibilidad y el entendimiento).

En cuanto tercera facultad, la Razón se encarga de relacionar los juicios entre sí, buscando nuevos juicios más universales y con mayor capacidad comprensiva. La tarea de la razón es descubrir nuevo conocimiento combinando entre sí los juicios creados por el entendimiento. En este proceso, se crearán nuevos conceptos que estarán justificados siempre que se puedan referir a la experiencia, es decir, a fenómenos pensados por el entendimiento.

La Razón opera mediante cadenas de razonamientos que buscan cada vez juicios más generales, y en último extremo, lo más universal e incondicionado (lo absoluto). En esa búsqueda forma las ideas trascendentales o conceptos puros de la Razón: el mundo, el yo y Dios.

Si estas ideas actúan como principios reguladores (un horizonte que se busca pero que se sabe que es inalcanzable), el uso de la razón es legítimo. Pero si las toma como objetos reales (cuando solo son ideas o conceptos puros) y hace afirmaciones sobre ellos, genera el uso ilegítimo de la razón, que Kant denomina ilusión trascendental. Esto ocurre al aplicar las categorías (que permiten conocer objetos) no a intuiciones empíricas, sino a conceptos puros de la razón de los que no tenemos experiencia (mundo, yo y Dios). Dado que estas tres ideas son el objeto de la metafísica, la conclusión será que la metafísica es imposible como ciencia.

Conceptos Epistemológicos Clave

A Priori

Literalmente significa «anterior a la experiencia». Para Kant, puede referirse a dos aspectos:

  • Por un lado: A los elementos, principios, estructuras o conocimientos que no tienen un origen empírico, pues descansan en la naturaleza de la propia Razón. Son trascendentales, tanto en el ámbito del conocimiento (espacio y tiempo en la sensibilidad, las categorías en el entendimiento) como en el ámbito de la moral.
  • Por otro lado: A un tipo de juicio. Atendiendo a la experiencia, Kant clasifica los juicios en a priori y a posteriori. Los juicios a priori son aquellos cuya verdad no depende de la experiencia; la experiencia los confirmará siempre y por ello se pueden formular antes de conocer el objeto del que se habla. Esto le da al juicio un valor de universalidad y necesidad.

El conocimiento a priori es propio de la lógica y las matemáticas. Sin embargo, la tesis fuerte de la Crítica de la Razón Pura (KRV) es que existe conocimiento a priori relacionado con la experiencia, formulado en lo que Kant llama juicios sintéticos a priori. Estos juicios previos a la experiencia son posibles, lo cual permite generalizar esa experiencia y elaborar una ley científica.

A Posteriori

Literalmente significa «posterior a la experiencia». Los juicios a posteriori fundamentan su verdad en la experiencia. Estos juicios generan un conocimiento contingente y particular, pues la experiencia siempre es cambiante y por ello no pueden fundamentar por sí solos el conocimiento científico.

En Kant, son a posteriori las sensaciones, los conceptos empíricos o los imperativos hipotéticos. El conocimiento basado en la experiencia se formula en juicios sintéticos a posteriori, en los que el predicado sí que añade información al sujeto. Es decir, gracias al conocimiento a posteriori podemos saber y describir cómo son las cosas aquí y ahora. El conocimiento a posteriori, cuando no está organizado o sistematizado por alguna idea, es el propio de la vida cotidiana, por lo que resulta esencial para el ser humano, aunque carece de validez científica.

Categorías o Conceptos Puros del Entendimiento

Son conceptos innatos o no empíricos del Entendimiento. Son a priori o trascendentales. El Entendimiento es capaz de generar conceptos a partir de la experiencia (conceptos empíricos como «perro» o «mesa»); pero en el Entendimiento también se encuentran conceptos o representaciones que no se extraen de la experiencia y que recuerdan las ideas innatas del racionalismo.

Estas representaciones no empíricas del Entendimiento constituyen la condición de posibilidad para poder pensar los objetos que nos ofrece la experiencia. Serían conceptos puros, vacíos de contenido. Kant ofrece un listado de las 12 categorías del entendimiento, obtenidas de las distintas formas de hacer juicios.

Fenómeno

El fenómeno es la primera síntesis de nuestro conocimiento: la unión de datos empíricos y las condiciones de nuestra sensibilidad (el espacio y el tiempo). Es el punto de partida sobre el que empieza a trabajar el entendimiento. Solo se genera conocimiento si al fenómeno le unimos las categorías del entendimiento; ni fenómenos ni categorías por separado generan conocimiento.

Los fenómenos no son las cosas en sí mismas, sino solo tal y como a nosotros se nos presentan, las cosas ya sometidas a la estructura de nuestras facultades cognoscitivas: al tiempo y el espacio como formas a priori de la Sensibilidad y a las categorías del Entendimiento.

  • Son fenómenos psíquicos todo aquello que se da a la Sensibilidad o percepción interna (sentimientos, actos de voluntad, recuerdos, pensamientos…).
  • Son fenómenos físicos todas las cosas que se ofrecen a la percepción o Sensibilidad externa (plantas, seres inertes, animales…).

Una de las tesis características del Idealismo Trascendental de Kant es que el conocimiento humano no puede alcanzar las cosas tal y como puedan ser ellas mismas, sino solo tal y como se nos muestran a nuestras facultades cognoscitivas, renunciando así al conocimiento de la cosa en sí, tan propio de la filosofía tradicional.

También puede referir al conjunto de la realidad, pero en cuanto que es accesible a nuestra sensibilidad, que aparece o se muestra a nuestros sentidos, y en tanto que tal, se opone al noúmeno.

Noúmeno (o Cosa en Sí)

La cosa en sí misma, el noúmeno, queda fuera de nuestro modo de intuir o percibir las cosas; no es objeto de nuestros sentidos ni, por lo tanto, de nuestro conocimiento. Kant utiliza expresiones como “entes inteligibles” o “cosa que ha de ser pensada (solo mediante un entendimiento puro) como cosa en sí misma, y no como objeto de los sentidos”.

El noúmeno es condición de posibilidad del fenómeno: sería el ser de la realidad sin verse afectado por nuestro modo de conocer. Tiene que existir para que haya fenómeno, pero en la medida que conocer es ya afectar la realidad, ajustarla a nuestra forma de conocer, el noúmeno quedará siempre inaccesible para el ser humano.

Para Kant no cabe un conocimiento de la realidad nouménica, pero es posible acceder a dicha realidad mediante la experiencia moral. Por ejemplo, aunque solo podemos conocernos a nosotros mismos como seres sometidos a la causalidad dominante en el ámbito de los fenómenos (es decir, como no libres), tenemos que pensarnos también como libres si queremos aceptar la posibilidad de una conducta sometida a imperativos categóricos (es decir, una conducta moral).

Conceptos Éticos Fundamentales

Imperativo Categórico (o Imperativo Apodíctico)

Es un mandato con carácter universal y necesario: prescribe una acción como buena de forma incondicionada, manda algo por la propia bondad de la acción, independientemente de lo que con ella se pueda conseguir. Declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin referencia a ningún propósito extrínseco. Para Kant, solo este tipo de imperativo es propiamente un imperativo de la moralidad.

Los imperativos categóricos tienen la forma general «debes hacer X», o, en su versión prohibitiva, «no debes hacer X»; «debes ser veraz», «no debes robar», son ejemplos de imperativos categóricos.

De todas formas, es preciso tener cuidado porque la mera expresión lingüística no es suficiente para determinar si el imperativo es categórico, ya que nunca se puede estar absolutamente seguro de que nuestra conducta no haya estado motivada por un interés o por algún temor. Por ello, Kant concluyó que cuando nos parece seguir un imperativo categórico, siempre es posible que el imperativo por el que nos regimos sea hipotético.

Kant da también unas fórmulas generales del imperativo categórico, fórmulas que resumen todos los mandatos morales:

  1. «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal.»
  2. «Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza.»

Autonomía

La autonomía es uno de los rasgos distintivos de la ética de Kant, y consiste en la capacidad del sujeto de darse normas a sí mismo guiándose por la razón que se pone en juego en esta actividad. La autonomía va ligada así a la racionalidad y termina convertida en la clave de la ética de Kant: pretende ser una de las primeras éticas autónomas de la historia, frente a los planteamientos heterónomos que le precedieron.

Las leyes que describen cómo nos debemos comportar pueden tener su fundamento en algo exterior al propio sujeto (en la autoridad religiosa, en el Estado, …), en cuyo caso la ley moral no es autónoma sino heterónoma. Las éticas materiales nos proporcionan un conjunto de deberes supeditados a una concepción de la felicidad.

La ética formal de Kant es una ética de la autonomía y en este sentido representa una invitación permanente a que sea el propio sujeto, en el ejercicio de su racionalidad, el que determine qué debe hacer en cada circunstancia. Según Kant, esto es precisamente lo que ocurre con las leyes morales o imperativos categóricos: son prescripciones que nos indican cómo nos debemos comportar, que nacen de la razón misma.

Así, la autonomía dará el salto de la ética a la filosofía de la historia: “salida del hombre de su autoculpable minoría de edad”. Esta tesis kantiana es coherente con los ideales de la Ilustración que Kant defiende: la emancipación de la humanidad, tanto social como individualmente, el paso a su mayoría de edad, es una consecuencia de la realización de la Razón en la vida privada y pública.