Los Presocráticos: El Origen de la Filosofía
La Escuela de Mileto
La filosofía se inició con Tales, quien fundó la Escuela de Mileto. Sus discípulos, Anaximandro y Anaxímenes, protagonizaron el paso del mythos al logos. Comenzaron a buscar en la naturaleza las causas de los fenómenos, formulando así las primeras respuestas racionales.
El Arkhé (principio): la noción de que, bajo el mundo cambiante, existe una realidad subyacente y fija.
- Tales postuló que el principio originario de todo era el agua.
- Anaximandro, por su parte, concibió el principio como algo más abstracto, indestructible e infinito, al que denominó Ápeiron.
- Anaxímenes sostuvo que la materia primordial era el aire, y el principio vital, el aliento.
La relevancia de estos pensadores radica en las preguntas fundamentales que plantearon y en el estilo de su pensamiento: la búsqueda racional de un principio único (Arkhé).
Los Pitagóricos
Pitágoras, pensador griego, emigró a Italia, donde fundó una comunidad cuyo objetivo principal era la purificación del alma. Esta comunidad defendía la inmortalidad del alma y la doctrina órfica de la transmigración.
Pitágoras se dedicó a la búsqueda de la estructura del cosmos. Los pitagóricos consideraban que todos los objetos podían reducirse a figuras geométricas y estas, a expresiones numéricas. De ahí su convicción de que la estructura del cosmos es fundamentalmente matemática.
Heráclito frente a Parménides: Dos Visiones Contrapuestas de la Realidad
- Heráclito: Sostenía que todo está en constante proceso de cambio; nada es perdurable.
- Parménides: Cuestionó los datos sensoriales y defendió que los cambios visibles son una mera apariencia que esconde una permanencia más profunda.
Heráclito de Éfeso
Heráclito fue un pensador observador, conocido como “El Oscuro” debido a su estilo indirecto y enigmático. Su tesis fundamental fue la del perpetuo fluir de todas las cosas: “todo pasa, todo corre”. Defendía el dinamismo y la movilidad universal, resumido en su célebre frase: “Todo fluye, nada permanece”.
No solo afirmó que las cosas cambian con el tiempo, sino que todo se modifica a cada instante. La mayoría de los cambios que se producen son imperceptibles. Sus aforismos incluyen: “La verdadera naturaleza de las cosas ama ocultarse” y “Los malos consejeros son los ojos y los oídos para aquellos que no saben ver ni oír”.
El fuego es la metáfora central con la que expresa su pensamiento:
- Las llamas: representan los procesos y momentos de cambio.
- El fuego: es el Arkhé, el principio que siempre está presente.
Su famosa cita: “Este cosmos no lo ha hecho ningún hombre, y tampoco ningún dios, sino que es, fue y será fuego eterno, que se enciende y apaga según medida”. Esta “medida” se refiere a la justicia o Logos. Para Heráclito, si no hay lucha de opuestos, hay injusticia; la relación justa es inherentemente tensa y polémica.
Parménides de Elea
Parménides escribió un poema filosófico, Sobre la Naturaleza, en el que proclamó que los cambios de los que hablaba Heráclito son meras apariencias sensoriales.
Los pitagóricos ya habían menospreciado las aportaciones sensoriales, afirmando que para descubrir teoremas matemáticos no se necesita observar el mundo, sino solo razonar lógicamente.
Parménides asumió que, si los sentidos nos dicen una cosa y la razón afirma otra, debemos guiarnos por la razón. Los sentidos a menudo nos engañan, pero un razonamiento lógico no. En su poema, afirma que una diosa le ha revelado una verdad fundamental: «El Ser es y el No-Ser no es», lo que significa que el Ser existe y la nada no puede existir.
A partir de esta premisa, Parménides extrae consecuencias lógicas, siendo la más importante la negación del cambio. Un cambio implicaría el paso del Ser a la nada (no-ser) o de la nada al Ser, lo cual es lógicamente imposible. Por lo tanto, la afirmación del cambio es absurda; no hay ninguna posibilidad racional de entenderlo, ya que es pura ilusión.
Los Pluralistas: Conciliación de Opuestos
Empédocles, Anaxágoras, Leucipo y Demócrito protagonizaron el primer intento de conciliación entre las posturas de Heráclito y Parménides.
Estos pensadores buscaron conciliar perspectivas: aceptaron de Heráclito que la physis (el mundo físico) es un proceso de cambios constantes, y de Parménides, que lo que es no puede surgir de lo que no es. Los pluralistas defendieron que:
- Lo existente no ha surgido de un único principio, sino de una pluralidad de elementos originales, de ahí el nombre de «pluralistas».
- Los cambios que observamos son combinaciones y recombinaciones de estos elementos primigenios.
Empédocles recogió la consideración del agua como principio de Tales, la del aire de Anaxímenes y la del fuego de Heráclito, y estableció la teoría de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) como principios. Las cosas naturales son combinaciones de estos elementos en proporciones matemáticas. Estas combinaciones y recombinaciones están regidas por dos fuerzas cósmicas: el Amor o Amistad (que atrae y une) y el Odio o Discordia (que divide).
Anaxágoras, al final de su vida, fue acusado de impiedad (ateísmo), ya que afirmaba que el Sol no era una divinidad, sino una piedra incandescente, y tuvo que exiliarse. Para Anaxágoras, no existen solo cuatro principios, sino una infinidad de “semillas” (homeomerías) o elementos primigenios, tantos como tipos de cosas. El hecho de que predomine un elemento u otro depende de la intervención de una fuerza a la que llama Nous, es decir, una mente o intelecto cósmico o divino que ordena el caos inicial.
Los atomistas, Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera, consideraron que la realidad básica está integrada por una infinidad de pequeños objetos duros, invisibles, eternos e inalterables: los átomos, que se mueven libremente por acción del azar en el vacío. De este modo, todas las cosas del mundo, incluso nosotros mismos, son un conglomerado de átomos. Los cambios que observamos no serían nada más que reconfiguraciones de estos átomos, posibles gracias al vacío, al espacio entre átomo y átomo.
La Filosofía en la Atenas Clásica: Sofistas y Sócrates
Democracia Ateniense
Las polis (ciudades-estado griegas) evolucionaron hacia diversos regímenes: democráticos, aristocráticos o sistemas más militaristas. La polis de referencia, Atenas, se caracterizaba por su sistema político democrático.
Los Sofistas
Los Sofistas se preocupaban principalmente por cuestiones relacionadas con el ser humano. Enseñaban todo lo que el hombre libre anhelaba para la vida pública: la habilidad retórica y la capacidad política.
Se ganaban la vida preparando a sus alumnos para la vida en la polis, enseñando el areté (excelencia o virtud), que para ellos implicaba el dominio del lenguaje, la habilidad retórica y la política. Cuestionaron la capacidad humana para alcanzar un conocimiento seguro y universal.
- Protágoras, uno de los sofistas más prominentes, mantenía una postura relativista según la cual “el hombre es la medida de todas las cosas”, implicando que existe una verdad diferente para cada persona. Argumentaba que, dado que no todas las personas piensan igual, no se puede hablar de una verdad absoluta.
- Gorgias, otro sofista, mantenía una postura radical de escepticismo, afirmando que no podemos estar seguros de nada, lo que lleva a una duda permanente.
Los sofistas pensaban que el areté no era algo innato, sino que las personas lo alcanzaban a través de la educación.
Sócrates y los Sofistas
Sócrates se diferenció radicalmente de los sofistas; fue su principal crítico y rechazó muchas de sus posturas, afirmando que sus pretensiones de sabiduría eran superficiales.
Su optimismo hacia la razón humana le hizo creer en la existencia de leyes morales estables. Aunque su famosa frase fue “Solo sé que no sé nada”, no negaba la posibilidad de acceder al conocimiento, sino que invitaba a la humildad intelectual.
Ambos compartieron la preocupación por la educación de los jóvenes y por alcanzar el areté (excelencia o virtud). Sin embargo, Sócrates pensaba que la verdadera adquisición de una habilidad era conocimiento, y que si no hay conocimiento genuino, no se puede enseñar. Criticaba a los sofistas por pretender enseñar sin poseer un conocimiento profundo y universal.
El Método Socrático
El método socrático consiste en un diálogo riguroso, en el que Sócrates utilizaba principalmente dos herramientas:
- La ironía: la utilizaba para confrontar a aquellos que estaban seguros de su saber, revelando sus contradicciones.
- La refutación (o contradicción): para Sócrates, si se llegaba a una contradicción, el razonamiento quedaba invalidado.
También utilizaba el método de la mayéutica: en el que, como una partera, ayudaba a sus interlocutores a “dar a luz” sus propios conocimientos, buscando que llegaran a las verdades por sí mismos.
La Ética Socrática
Para Sócrates, el areté (virtud o excelencia) es una cualidad basada en valores intelectuales y morales.
El ser humano es bueno o malo por criterios internos. La revolución ética de Sócrates radica en dar la última palabra de la moralidad a la conciencia individual del ser humano.
La razón es un instrumento que nos permite acceder a la verdad y, al mismo tiempo, es la fuente y el fundamento de la ética.
El intelectualismo moral socrático consiste en la convicción de que la virtud es conocimiento: quien conoce el bien, actúa bien. La ignorancia es la causa del mal.
La Filosofía de Platón: Ideas, Conocimiento y Política
La Teoría de las Ideas: Dos Mundos
El objetivo de Platón era fundamentalmente práctico y político, aunque para ello se dedicara a analizar la realidad en profundidad. Para buscar una organización justa e ideal de la vida en la polis, es fundamental saber qué es la realidad y cómo acceder a ella.
La Teoría de las Ideas de Platón se nutre de diversas influencias:
- Claridad racional sobre la naturaleza: influenciado por los presocráticos.
- Claridad racional sobre el ser humano: influenciado por los sofistas y Sócrates.
- Concepción de una realidad eterna e inamovible: influenciado por Parménides.
- Afirmación sobre el perpetuo fluir de las cosas: influenciado por Heráclito.
Con esta teoría, Platón ofrece una solución conciliadora a la oposición entre permanencia (Parménides) y cambio (Heráclito). Además:
- Presenta una alternativa al relativismo de los sofistas.
- Da consistencia teórica al optimismo socrático sobre las capacidades humanas de alcanzar el conocimiento.
- Tenía como trasfondo las ideas matemáticas de los pitagóricos.
La teoría postula la existencia de dos mundos: el Mundo Inteligible (o Mundo de las Ideas), que es eterno, inmutable y perfecto; y el Mundo Sensible (o Mundo de las Cosas), que es imperfecto, cambiante y fugaz. En el mundo sensible, según Heráclito, vemos cosas que cambian, fluyen y no perduran. Ver con los “ojos de la mente” es conocer la esencia o las Formas (Ideas) que tienen en común todos los objetos del mismo tipo.
La Teoría de las Ideas afirma que existen entidades absolutas, perfectas y universales, independientes del mundo físico (las Ideas del Mundo Inteligible).
Matices y Jerarquía de las Ideas
La Teoría de las Ideas tiene dos vertientes principales:
- Lógica: Identifica las Ideas con los conceptos generales. Por ejemplo, existen muchas flores particulares, pero todas participan de una misma Idea universal de “Flor”.
- Metafísica: Es la parte más distintiva de Platón, que afirma la existencia real y objetiva de la “Flor Ideal”, perfecta e inmutable, en el Mundo Inteligible.
Platón establece una jerarquía de Ideas, donde las más elevadas son:
- El Bien y la Belleza.
- La Justicia y el Orden.
- Las Ideas Matemáticas.
- Las Ideas de Cosas Naturales (como “Árbol”, “Caballo”).
Relación entre Ideas y Cosas
Platón propone una doble relación entre las Ideas y las cosas sensibles:
- La flor es bella porque participa de la Idea de Belleza. Esta noción de “participación” (méthexis) fue objeto de crítica y desarrollo posterior.
- La Idea es un modelo (paradeigma) que la cosa sensible copia o imita imperfectamente.
El Mito del Demiurgo
El Demiurgo (artesano divino) tomó las Ideas como modelos eternos y una masa caótica preexistente, e introdujo en esta última orden y armonía, propios del Mundo Inteligible. Así, el Demiurgo “copió” los arquetipos ideales en la materia.
De este modo, formó el Mundo Sensible, que es una copia imperfecta del Mundo de las Ideas: es un cosmos (orden) que posee orden y está organizado según una armonía matemática.
El Demiurgo introdujo en las cosas una finalidad: la aspiración a buscar su pleno desarrollo, una tendencia hacia el Bien. Esta aspiración, que impulsa el ascenso dialéctico hacia las Ideas, Platón la denominó Eros (impulso amoroso).
El Mito de la Caverna
En el Mito de la Caverna, Platón describe a unos prisioneros encadenados en una cueva, que solo pueden ver sombras proyectadas en la pared y creen que esa es la única realidad. Uno de los prisioneros logra liberarse y ascender al exterior, donde descubre la verdadera luz del sol, las estrellas y la luna. Al regresar para compartir su descubrimiento con los demás, estos, incapaces de creerle, lo rechazan e incluso lo matan.
Alegorías del Mito:
- Hombres encadenados: Representan la situación del ser humano en el Mundo Sensible, atado a las apariencias.
- Interior de la caverna: Simboliza el Mundo Sensible, el ámbito de las apariencias y las opiniones (doxa).
- Camino de salida: Representa el proceso de conocimiento y ascenso dialéctico hacia la verdad.
- Exterior de la caverna: Simboliza el Mundo Inteligible, el ámbito de las Ideas y el conocimiento verdadero (episteme).
El Proceso de Conocimiento
Para Platón, el conocimiento es un proceso de acercamiento a la verdad, superando la ignorancia. La verdad reside en el Mundo de las Ideas.
Niveles de Conocimiento (Línea Dividida):
- Mundo Sensible (Doxa – Opinión):
- Imaginación (Eikasia): Se ocupa de las imágenes y sombras.
- Creencia (Pistis): Se ocupa de los objetos físicos y seres vivos.
- Mundo Inteligible (Episteme – Conocimiento):
- Razón Discursiva (Dianoia): Se ocupa de los objetos matemáticos.
- Razón Intuitiva (Noesis): Se ocupa de las Ideas puras, culminando en la Idea de Bien.
El conocimiento del Mundo Visible está basado en la experiencia sensible y es meramente opinión (doxa), ya que todo en este ámbito es cambiante y, por tanto, no puede ser objeto de conocimiento verdadero y universal.
El conocimiento del Mundo Inteligible, por el contrario, se refiere a las Ideas universales, perfectas y constantes. Este conocimiento (episteme) solo es accesible a aquellos que desarrollan sus capacidades racionales para ascender a las verdades más elevadas.
La Reminiscencia (Anamnesis)
Para Platón, aprender o conocer es, en realidad, recordar (anamnesis). Esta concepción implica una visión optimista respecto a la capacidad humana de conocimiento, postulando que el alma ya poseía las Ideas antes de encarnarse. Aunque no nacemos con conocimientos explícitos, poseemos la capacidad innata de recordarlos a través de la razón y la experiencia.
Antropología Platónica: Alma y Cuerpo
La antropología platónica se basa en un dualismo: así como la realidad se divide en Ideas y cosas, el ser humano se compone de alma y cuerpo.
El Mito del Carro Alado
En el mito, el alma es comparada con un carro alado, guiado por un auriga y tirado por dos caballos:
- El caballo blanco: simboliza las tendencias positivas, el valor, la nobleza y la esperanza. Representa la parte irascible del alma.
- El caballo negro: simboliza las tendencias negativas, los deseos y las pasiones corporales. Representa la parte concupiscible del alma.
El auriga simboliza la parte racional del alma. La falta de dominio sobre los dos caballos hace perder el equilibrio y precipita el carro.
El Alma Tripartita y las Virtudes
El mito nos muestra el alma como una entidad dinámica que integra tres partes:
- Parte Racional (Auriga): Su virtud es la Sabiduría (phronesis).
- Parte Irascible (Caballo Blanco): Sus virtudes son el valor y la Fortaleza (andreia).
- Parte Concupiscible (Caballo Negro): Su virtud es la Templanza (sophrosyne).
La armonía y el equilibrio entre estas tres partes del alma, bajo el dominio de la razón, Platón la denomina Justicia (dikaiosyne) individual.
Dualismo Alma-Cuerpo
La concepción platónica del ser humano es profundamente dualista: alma y cuerpo conviven, pero son entidades distintas y desiguales.
El cuerpo es sensible, imperfecto y mortal, perteneciente al Mundo Sensible. El alma, por el contrario, es inmortal, perfecta y pertenece al Mundo de las Ideas. Este dualismo es lo que hace posible el conocimiento, ya que el alma, al haber contemplado las Ideas antes de encarnarse, puede recordarlas. El alma aspira a regresar al Mundo Inteligible, y para ello debe purificarse de las impurezas del cuerpo; de lo contrario, se reencarnará.
La Filosofía Política de Platón: El Estado Ideal
El Estado Ideal Platónico
Para Platón, la consecución de un Estado utópico o una realidad política ideal debe estar orientada a buscar el Bien, la Justicia y la felicidad de toda la sociedad.
El Filósofo-Rey
Para Platón, su Estado utópico debería ser gobernado por un líder con la capacidad de ejercer el poder político de manera justa. Este líder, el filósofo-rey, debería poseer una larga preparación y haber accedido al conocimiento más elevado, es decir, a la Teoría de las Ideas y al conocimiento del Bien.
Estructura Social y Clases
Los seres humanos no son autosuficientes, por lo que el origen de las ciudades (polis) radica en la necesidad de satisfacer las necesidades básicas de la comunidad.
Para Platón, la sociedad ideal se estructura en tres clases sociales, cada una con una función específica y una virtud predominante:
- Productores (Artesanos y Campesinos): No tienen actividad política directa. Ofrecen a la polis los recursos para satisfacer las necesidades básicas. Su virtud principal es la Templanza.
- Guardianes (Militares): Protegen y defienden la ciudad con Fortaleza y valentía.
- Gobernantes (Filósofos-Reyes): Son los únicos con poder político, toman las decisiones y poseen la Sabiduría. Es la clase de los gobernantes filósofos.
Según Platón, cada persona nace destinada a una clase social específica, ya que los individuos son desiguales por naturaleza (física, mental, etc.).
Platón recurre al Mito de los Metales para defender la naturaleza de cada clase social. Según este mito, Dios mezcló a los humanos con oro (gobernantes sabios), plata (guardianes militares) y bronce o hierro (productores). Aunque un padre sabio puede tener un hijo productor, cada persona debe aceptar la clase social en la que se encuentra, ya que está determinada por su naturaleza innata.
Para Platón, la Justicia en la sociedad es la máxima virtud, y se logra cuando cada clase social cumple su función específica en armonía, bajo la dirección de los gobernantes sabios. Solo con justicia es posible la felicidad de la polis en su conjunto.
Educación y Selección
Platón reivindica la educación como pilar fundamental para fomentar una sociedad mejor. Considera crucial educar especialmente a los guardianes y a los gobernantes, ya que de sus acciones depende el futuro de la ciudad.
Los guardianes y futuros gobernantes se someten a una educación larga y rigurosa, bajo un régimen estrictamente controlado por el Estado, que incluye gimnasia, música, matemáticas y, para los filósofos-reyes, dialéctica.
Formas de Gobierno y su Degeneración
El Estado utópico de Platón es una aristocracia (gobierno de los mejores, es decir, los sabios).
Las Formas Degeneradas de Gobierno
Platón describe las siguientes formas de gobierno degeneradas:
- Timocracia: Degeneración de la aristocracia. Gobierno de los militares, caracterizado por la ambición y el honor, sin mirar por el bien común.
- Oligarquía: Degeneración de la timocracia. Gobierno de los adinerados, donde solo se busca el enriquecimiento personal y se explotan a otras clases.
- Democracia: Degeneración de la oligarquía. Gobierno del pueblo, caracterizado por una excesiva libertad e igualdad. Para Platón, no es positiva porque lleva al caos y a que “todos hagan lo que quieren”, sin orden ni sabiduría.
- Tiranía: Degeneración extrema de la democracia. Gobierno de un líder ambicioso que surge del caos democrático, caracterizado por la opresión y la violencia, y a menudo consecuencia de guerras o conflictos internos.