El Pensamiento Racional de Sócrates
El modo racional de Sócrates se construye fundamentalmente como contraposición a la sofística. Según él, la labor relativizadora y retórica de los sofistas estaba corrompiendo a la sociedad. Por este motivo, Sócrates busca retomar la búsqueda del conocimiento verdadero. No obstante, a diferencia de los presocráticos, Sócrates cambia el foco de atención: ya no se interesa por los asuntos de la fisis, sino por los de la polis.
El Método Socrático: Diálogo y Búsqueda de la Verdad
El método socrático se basa en el diálogo, convirtiéndolo en una búsqueda colectiva de la verdad. Estaba convencido de que cada persona posee dentro de sí una parte de la verdad, pero para descubrirla necesita la ayuda de los demás. Se parte así de la suposición de que nadie posee la verdad absoluta y de que esta no puede ser encontrada de forma individual. De ahí el sentido de la sentencia socrática «solo sé que no sé nada», ya que quien reconoce su ignorancia está en disposición de tratar de descubrir la verdad. Su método consistía en dos pasos:
- La ironía: Sócrates comienza haciendo preguntas a su interlocutor para que logre reconocer su propia ignorancia. Abrumado por las dudas generadas por las preguntas de Sócrates, quien se creía sabio sobre un asunto termina reconociendo su ignorancia.
- La mayéutica: A partir de este momento, Sócrates recurría a una estrategia inductiva, la mayéutica.
Intelectualismo Moral Socrático
Este método no solo era gnoseológico sino también ético, ya que Sócrates afirmó que el conocimiento y la ética, o el conocimiento y la virtud, están íntimamente conectados: si se conoce el bien, se hace; si se ignora, difícilmente se puede hacer el bien. Solo los ignorantes actúan perversamente, porque si supieran lo que es bueno se comportarían en consecuencia con el orden moral. Por tanto, para Sócrates, Verdad y Bien son lo mismo. Esta doctrina se conoce como el intelectualismo moral. En este contexto, la felicidad surge cuando conocemos y realizamos la virtud o la justicia.
Parménides de Elea: La Doctrina del Ser
Parménides era natural de Elea, al sur de la actual Italia, que en aquel entonces formaba parte de la Magna Grecia. Además de filósofo, Parménides fue un legislador de Elea. Muy probablemente, su iniciación a la filosofía se dio entre grupos pitagóricos, pero los abandonó para fundar su propia escuela y desarrollar una filosofía propia. La suya es una de las reflexiones más profundas del pensamiento griego.
El Ser Parmenídeo y sus Atributos
Parménides dedujo, asimismo, una serie de características del Ser. Tengamos en cuenta que el vacío o la nada son sinónimos de no-ser. Así, según Parménides, el Ser (lo que es) no puede provenir de (ni devenir en) otro ser o la nada. Tampoco puede haber otro(s) Ser(es), ya que habría un vacío que los separara, y como no existe vacío, el Ser no puede moverse o cambiar de posición. Por tanto, el Ser parmenídeo:
- Ha de ser eterno (inengendrado e imperecedero);
- Ha de ser continuo e indivisible, es decir, único, ya que el Ser es todo uno;
- Es inmóvil; y
- Es homogéneo. Es decir, es todo igual y completo por todas partes.
Parménides imagina el Ser esférico por ser parejo desde el centro en todas direcciones y porque encuentra sus límites de un modo uniforme. Existe otra cuestión, la de la finitud/infinitud, que fue motivo de debate entre la escuela eleática y los pitagóricos, en la que no entraremos en esta ocasión.
Los Filósofos Pluralistas Presocráticos
Hasta ese momento, el pensamiento presocrático se centraba en la búsqueda de un solo arjé. Frente a esta visión monista del cosmos, se comenzaron a formular sistemas pluralistas, donde varios elementos entran, más o menos en igualdad de condiciones, a conformar el origen y el desarrollo del universo. El monismo se había topado con la dificultad de explicar el devenir (fenómeno que evidencia Parménides), y estos sistemas pluralistas van a tratar de enfrentarse a esta dificultad explicando la transición entre los distintos elementos esenciales del universo.
Los autores más reconocidos de entre ellos son Empédocles de Agrigento (492-432 a. n. e. aprox.), quien habla de la fuerza Amor/Discordia para animar los cuatro elementos originales; Anaxágoras (500-428 a. n. e. aprox.), quien aseguró que toda la materia estaba formada por semillas ordenadas por una inteligencia (nous) separada de ellas; o Demócrito de Abdera (460-370 a. n. e. aprox.), padre del atomismo, que postula la existencia de átomos que se mueven mecánicamente por lo vacío.
Tales de Mileto: Pionero de la Filosofía y la Ciencia
Tales de Mileto (630-545 a. n. e. aprox.) fue un ingeniero de Mileto, seguramente de orígenes fenicios. Se formó en Egipto y Oriente Medio, donde la astronomía, la aritmética y la navegación estaban muy avanzadas. Se le considera uno de los siete sabios de la antigua Grecia, aunque tiene fama de sabio distraído. Nos encontramos ante un hombre más de ciencia que de filosofía teórica. Fue capaz de predecir un eclipse solar y de calcular equinoccios y solsticios. También se le atribuye el descubrimiento de la Osa Menor, así como la formulación de varios teoremas matemáticos. No obstante, al parecer, no escribió ningún libro.
Uno de sus mayores legados al mundo heleno fue el concepto de ciclo. Al introducir los cálculos astronómicos, geométricos y matemáticos, las visiones cosmológica y cotidiana variaron. El cosmos comenzó a entenderse como un círculo celeste que repite continuamente su movimiento; un círculo celeste igual a sí mismo, que no cambia y que hace posible el cálculo de coincidencias a partir de las cuales se construye el tiempo histórico y se fija el calendario. Así, en la Tierra también se pueden calcular estas coincidencias cíclicas observando la proyección del cosmos a través de sombras. Gracias a este procedimiento geométrico, si se sabe calcular, es posible predecir en cualquier lugar de la Tierra lo que antiguamente era considerado un hecho divino.