Transformaciones Fisiológicas Femeninas: Pubertad, Gestación y Lactancia

Adolescencia y Pubertad: Etapas Clave del Desarrollo Humano

La adolescencia es el periodo de desarrollo que inicia aproximadamente a los 12 años y concluye con el inicio de la edad adulta. Durante este periodo, el individuo experimenta diferentes cambios físicos, psicológicos y emocionales. En términos de desarrollo físico, la adolescencia se entiende como el periodo de vida que inicia con la aparición de las características sexuales secundarias y finaliza con el cese del crecimiento somático. Sin embargo, para fines de estudio, la adolescencia se divide en tres fases secuenciales que incluyen el componente social:

  • Primera adolescencia: entre los 12 y 14 años.
  • Adolescencia media: de los 15 a 17 años.
  • Adolescencia tardía: edad de 18 a 21 años.

La Pubertad: Maduración Reproductiva

El desarrollo de las gónadas, desde su estadio infantil hasta el maduro, se asocia con cambios funcionales y anatómicos que conducen a la adquisición individual de una capacidad reproductora completa. El estado biológico que define la pubertad depende de una coordinación e integración de los componentes endocrinos del sistema de la reproducción, incluyendo el hipotálamo, el lóbulo posterior de la hipófisis, las gónadas y las hormonas sexuales.

La pubertad abarca tres acontecimientos que corresponden a tres actividades endocrinas distintas:

  • Adrenarquia: indica la aparición del vello axilar y púbico.
  • Telarquia: expresa el desarrollo mamario.
  • Menarquia: indica la aparición de la menstruación.

Además de estos cambios, en la adolescencia los músculos no solo aumentan en volumen, sino también en resistencia; se perfecciona la coordinación de movimientos y maduran habilidades tanto físicas como intelectuales. La utilización de los estadios de TANNER permite valorar cuantitativamente el grado de desarrollo alcanzado por el individuo durante la pubertad. Se basa en la presencia del vello axilar, la forma y extensión del vello púbico, el desarrollo mamario, y el tamaño y desarrollo del pene y testículos.

La Mujer Embarazada: Nutrición y Cambios Fisiológicos

La reproducción humana está constituida por una serie de procesos complejos de rápido y especializado crecimiento. Tanto la madre como el feto poseen capacidades de adaptación que les ayudan a satisfacer sus necesidades de este crecimiento. Por ello, a la gestación se le ha denominado como el epítome del crecimiento con una determinada finalidad. El proceso de nutrición desempeña un papel importante tanto para la madre como para el feto, y son varias las consideraciones que surgen para determinar las necesidades nutricionales específicas de una mujer durante el embarazo, siendo las principales las siguientes:

  • Edad y paridad de la mujer: La embarazada adolescente añade a las necesidades del embarazo las suyas propias, debido a que se encuentra en un estado incompleto de desarrollo, crecimiento y maduración. Por otro lado, la mujer embarazada en las últimas etapas de su vida reproductiva puede enfrentar imponderables como enfermedades o problemas sociales, que pueden repercutir en su estado nutricional. También es importante considerar el número de embarazos y el periodo de tiempo transcurrido entre cada uno de ellos, ya que esto también influye en las necesidades de la madre y el resultado final del embarazo.
  • Estado nutricional preconcepcional: La madre aporta a la gestación todas sus experiencias anteriores, incluyendo la dieta. Su salud, fortaleza y estado nutricional en el momento de la concepción son producto de sus hábitos dietéticos y de generaciones anteriores. La mujer es resultado del crecimiento humano precedente.
  • Interacciones metabólicas complejas de la gestación: En la gestación intervienen tres entidades biológicas distintas: la madre, el feto y la placenta, que en conjunto forman un sinergismo biológico único. Entre ellas existen interacciones metabólicas constantes y sus funciones, aunque únicas, son interdependientes. Sin embargo, cualquier variación funcional en alguna de dichas entidades puede dificultar la determinación de las necesidades generales.
  • Necesidades individuales y adaptaciones: Las necesidades nutricionales individuales varían con el tiempo y con las circunstancias. Sin embargo, los mecanismos homeostáticos durante el embarazo funcionan de manera eficiente. Ciertas condiciones de estrés elevarán las necesidades, que deberán ser complementadas para que se sumen a las necesidades en situación de normalidad.
  • Necesidades nutricionales maternas: Durante el primer trimestre, el feto es pequeño y el aumento en las necesidades energético-nutricionales de la madre es ligeramente mayor a las previas al embarazo. Los tres últimos meses de la gestación son el periodo durante el cual el requerimiento es mayor en energía y nutrimentos básicos para el feto, porque es el periodo de mayor crecimiento para este. Tanto al inicio del embarazo como al final del mismo, es necesario suministrar las necesidades nutrimentales y energéticas que se cubrirán mediante un plan dietético individualizado.
  • Problemas dietéticos maternos: Durante el embarazo pueden aparecer problemas gastrointestinales y otros que pueden dificultar el mantener una correcta alimentación. Entre los más frecuentes se encuentran la náusea, el vómito y el estreñimiento. En ocasiones, aparecen complicaciones importantes como anemias e hiperemesis gravídica, que pueden sumarse a enfermedades previas de la madre como diabetes mellitus, cardiopatías, nefropatías, etc. Estos problemas requieren cuidados médicos y dietéticos especializados.

Consideraciones Adicionales Durante el Embarazo

Existen varias consideraciones acerca del embarazo, siendo las más destacadas las siguientes:

  1. Duración y modificaciones fisiológicas: La duración del embarazo normal es de entre 37 a 42 semanas, contadas a partir de la última menstruación. Las modificaciones más importantes en el metabolismo y funcionamiento son:
    1. Reducción del gasto metabólico basal: Ocurre en el primer tercio del embarazo, el cual se va normalizando a medida que avanza la gestación.
    2. Aumento de la oxidación de los ácidos grasos: Especialmente durante el tercer trimestre.
    3. Incremento en la absorción de las proteínas: Principalmente durante el primer trimestre.
    4. Aumento del volumen sanguíneo: Alrededor del 50%.
    5. Aumento de la eficacia del intercambio gaseoso pulmonar: Generándose un incremento en la frecuencia respiratoria.
    6. Disminución de la presión arterial: Durante los primeros dos trimestres, lo cual se normaliza posteriormente.
    7. Aumento de la capacidad de absorción intestinal: Con aparición de vómitos y náuseas.
    8. Aumento del volumen y filtración renal.
    9. Molestias generales: Como cansancio, dificultad para respirar y realizar actividades físicas habituales.
  2. Ganancia de peso (promedio): Un embarazo normal implica un incremento de peso total en promedio de 13.5 kg, el cual se distribuye de la siguiente manera:
    1. Recién nacido: 3.5 kg
    2. Placenta más líquido amniótico más útero: 2.5 kg
    3. Mamas más volumen sanguíneo más líquido corporal más grasa corporal: 7.5 kg
  3. Requerimientos nutricionales: El gasto energético total de una gestación significa necesidades extras de aproximadamente 105 kcal diarias en el primer trimestre, y alrededor de 340 kcal en los dos trimestres posteriores. Si el aporte energético es suficiente durante todo el embarazo, parte de la energía extra se almacena en depósitos de grasa que constituyen un mecanismo de reserva ante posibles déficits y fuente de energía complementaria para el mantenimiento de la lactancia.
  4. Episodios de hipoglucemia: Estos se atribuyen a que la glucosa atraviesa con mucha eficacia la placenta. También puede aparecer durante la gestación resistencia a la insulina. Puede aparecer también una deficiencia funcional de la glucosa que se puede solucionar con un aporte de alimentos ricos en hidratos de carbono.
  5. Proteínas: Son imprescindibles para el desarrollo del feto, la placenta, el útero y el aumento del volumen sanguíneo. Es suficiente con un aporte adicional de entre 5 a 6 g por día durante las últimas 28 semanas para cubrir las necesidades.
  6. Ácidos grasos: Durante el embarazo aumentan los ácidos grasos libres, los triglicéridos, el colesterol total y los fosfolípidos, debido a cambios en el metabolismo hepático y en el tejido adiposo. En la primera mitad de la gestación hay mayor tendencia al consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono y lípidos; en la segunda mitad disminuye la ingesta de grasas, sin embargo, persiste la resistencia periférica a la insulina, pero la acción hormonal favorece la utilización de grasas acumuladas.
  7. Situaciones que pueden producir trastornos clínicos: Existen trastornos alimentarios y hábitos que pueden afectar el embarazo, como los siguientes:
    1. Pica.
    2. Ayuno: Tanto el periodo como las dietas exentas de hidratos de carbono pueden disminuir las reservas de energía con efectos nocivos para el feto.
    3. Alcoholismo: El alcohol es dañino para el feto.
    4. Tabaquismo: Los hijos de madres fumadoras pueden nacer con bajo peso.
    5. Drogas: Los hijos de madres adictas a las drogas pueden presentar síndrome de abstinencia.
    6. Vegetarianismo: No es incompatible con el embarazo, siempre y cuando no se trate de vegetarianismos extremos.
  8. Complementos nutricionales: Dosis altas de vitaminas durante el embarazo resultan superfluas, aunque no peligrosas. Con una alimentación correcta, la ingesta sistemática de complementos no es necesaria. El hierro y el ácido fólico son los únicos nutrimentos requeridos en cantidad mayor a la que se aporta por una dieta normal.

La Madre Lactante: Nutrición y Fisiología de la Leche Materna

Para la mujer, el estrés funcional de la lactancia es mayor que el que sucede durante el embarazo. La madre lactante tiene más necesidades dietéticas durante este periodo, y los requerimientos nutricionales básicos previos al parto continúan durante la lactancia, a los que se adicionan los siguientes:

  1. Proteínas: La mujer lactante requiere mayor cantidad de estas, aproximadamente 10 g por encima de la cantidad diaria recomendada.
  2. Energía: La producción láctea demanda mayor cantidad de energía. Para producir 100 ml de leche materna, la cual contiene aproximadamente 67 kcal, se necesitan 25 kcal más. El requerimiento adicional de energía durante la lactancia representa 120 kcal por cada 100 ml de leche producida. Se produce en promedio 850 ml de leche, cuyo valor calórico es de 67 kcal por cada 100 ml, es decir, aproximadamente 570 kcal en total.
  3. Minerales: Las cantidades de calcio y de hierro requeridos por la madre durante la lactancia no son mayores que las necesarias durante el embarazo. La cantidad de calcio utilizada durante la gestación fue para la osificación fetal; en la lactancia, el calcio pasa a través de la leche de la madre al niño para el crecimiento óseo. El hierro no es un componente esencial de la leche, y los incrementos en la dieta no representan ventaja nutricional en la leche materna.
  4. Vitaminas: Se recomienda que, al igual que en el embarazo, la madre consuma mayor cantidad de vitamina C; sin embargo, no debe ser mayor que en la gestación. Las vitaminas que sí es necesario incrementar son la vitamina A (alrededor de 2000 UI), además del complejo B, riboflavina y niacina, porque estas vitaminas son usadas como coenzimas metabólicas.
  5. Líquidos: Ya que el componente mayoritario de la leche es el agua, es necesario que la madre consuma cantidad suficiente de esta, recomendándose alrededor de 1 litro por día solo para la lactancia. Dicha agua o líquidos pueden ser agua simple, jugos o infusiones.

La lactancia es el periodo de vida de la mujer más estresante que el embarazo. Las necesidades energéticas y nutricionales son elevadas y tienen que aportar un extra de 500 kcal por día. El resto de energía necesaria para la elaboración de la leche lo toma de las reservas previas que se formaron durante el embarazo.

El cuerpo de la madre almacena durante la gestación una abundante cantidad de grasa que representa energía para la alimentación del niño durante los primeros 6 meses. La creciente demanda de energía por parte del niño ayuda al proceso de pérdida de peso de la madre, por lo que en ningún caso se debe mantener una dieta restringida en energía durante la lactancia.

La madre lactante no necesita utilizar métodos anticonceptivos durante los 4 a 6 meses postparto, tiempo en que aparece la primera menstruación. La mayoría de las mujeres puede tardar para embarazarse nuevamente entre 13 a 16 meses. Las mujeres que no amamantan, la menstruación aparece entre 6 a 8 semanas.

Por una menor exposición a los estrógenos causada por la lactancia, existe protección contra el cáncer de mama y de órganos reproductores.

Anatomía y Funcionamiento de la Mama Durante la Lactancia

Durante el embarazo, la mama alcanza su máximo desarrollo; se forman nuevos alvéolos y los conductos se dividen. El pezón, formado por tejido eréctil cubierto por epitelio, contiene fibras musculares lisas que actúan como esfínteres controlando la salida de la leche. En el pezón desembocan entre 15 y 20 tubos lactíferos.

El tamaño de la mama no guarda relación con la secreción láctea. Contiene de 15 a 20 lóbulos mamarios que desembocan en un conducto galactóforo. Cada lóbulo se divide en lobulillos. Bajo la areola, los conductos bajan a los senos lactíferos, lugar donde se deposita la leche durante el amamantamiento.

Mecanismos de Producción y Eyección de la Leche

  • Reflejo de producción de leche: El estímulo nervioso del pezón y de la areola por el niño produce un reflejo neuroendocrino: la liberación de prolactina y oxitocina en la hipófisis. La prolactina se libera en la hipófisis anterior o adenohipófisis y activa la producción de la leche en la mama. Los niveles de prolactina se mantienen muy elevados durante las últimas semanas de gestación; sin embargo, no se produce leche por el efecto inhibidor de los estrógenos y la progesterona. Pasado el parto, la prolactina puede desarrollar su actividad lactogénica, y cada vez que la madre amamanta, se alcanzan valores de prolactina iguales a los altos niveles de esta al final del embarazo.
  • Reflejo de eyección de la leche: La oxitocina es liberada por el lóbulo posterior de la hipófisis (neurohipófisis), actúa sobre la célula mioepitelial que se contrae y provoca el reflejo de eyección o bajada de la leche. En la primera hora postparto se alcanzan los niveles más altos de oxitocina. En los primeros días, el reflejo de eyección es incondicionado, pero después la oxitocina se produce por un reflejo condicionado bajo el control de centros cerebrales superiores.
  • Reflejo de inhibición local: La velocidad de producción de leche es proporcional al grado de vaciamiento. Si no se vacía correctamente, el tejido mamario se congestiona, provocando un aumento de la presión intramamaria. Si el drenaje excede a la producción, se incrementa la circulación sanguínea y la producción de leche.

Alimentación del Niño y Composición de la Leche Materna

Las glándulas mamarias se preparan para la lactancia desde la adolescencia en forma de aumento de tamaño de la mama, areola y pezón. Los cambios hormonales que ocurren durante el embarazo y controlan el crecimiento mamario, así como el aumento de los conductos y alvéolos, establecerán el inicio de la lactancia. La succión del lactante es el estímulo que desencadena la producción y secreción de la leche; el vaciamiento de la mama es el estímulo para la producción de mayor volumen de leche.

La leche materna contiene macro y micronutrimentos en proporciones adecuadas para cada niño. Esta situación se prolonga durante varios meses de la vida del recién nacido y condiciona una adecuación de la dieta de la madre para que cumpla tanto sus necesidades como las del niño.

Parece ser que la cantidad de leche que consume el lactante no afecta demasiado a la producción de leche, sino que depende más de la frecuencia y tipo de tomas. Si un niño mama frecuentemente pero no llega a vaciar la mama, esto producirá menos cantidad en la próxima toma; por el contrario, si las vacía en su totalidad, la producción aumentará.

La dieta de la madre influye tanto en la cantidad de leche producida como en su composición. La cantidad de ácidos grasos, selenio, yodo y vitaminas del grupo B es el reflejo de la ingesta de la madre. El contenido proteico se afecta cuando la madre está desnutrida, mientras que otros nutrimentos se mantienen constantes y son independientes de la dieta.