Santa Sofía de Constantinopla: Arquitectura, Historia y Legado Bizantino

Descripción Arquitectónica de Santa Sofía

El edificio se alza sobre el antiguo emplazamiento de la basílica de Santa Sofía construida por Constantino I en el año 325. Su tipología es de planta central con una gran cúpula, nártex y exonártex. El resultado es original y único: una basílica rectangular de 77 x 72 metros que combina el eje tradicional con una distribución centralizada. En los ángulos de un gran cuadrado, que forma la nave central de 100 pies bizantinos (o 33 metros), se elevan cuatro grandes pilares o estribos de 21,5 metros de altura, sobre los que se apoyan cuatro grandes arcos que se conectan entre sí con cuatro grandes pechinas que completan la superficie circular sobre la que se sitúa la gran cúpula.

Las pechinas proporcionan una transición más elegante entre la superficie cuadrada y la circular que las trompas usadas durante el Imperio Romano, y una mayor altura que los apoyos sobre tambor circular usados en el Panteón romano. Quizá las pechinas tengan su origen en la arquitectura romana, pero es en Santa Sofía donde se emplean por primera vez de una forma tan visible. Su uso se generalizaría a partir de ahora en el arte bizantino y, más tarde, en el Románico, el Renacimiento y el Barroco, hasta los tiempos actuales.

Interior y Decoración

El edificio consta de una galería superior con un palco desde donde la emperatriz podía presenciar las largas y fastuosas ceremonias que generalmente se celebraban. El acceso a esta tribuna se hacía mediante una rampa por la que, si era necesario, podían acceder jinetes a caballo. Se entra en el edificio a través de un nártex cubierto con bóveda de arista, cuya longitud es igual al doble del cuadrado central, y a través de una puerta situada en el lado opuesto del ábside oriental que contenía el altar. Las naves laterales y las galerías situadas sobre ellas también están cubiertas con bóvedas de arista. La cornisa de las galerías marca el punto de arranque de las pechinas y de los cuatro arcos que sostienen la gran cúpula.

El interior de la iglesia estaba decorado con mosaicos de gran calidad y riqueza. Los musulmanes iconoclastas los escondieron bajo una gruesa capa de estuco. Aun así, todavía se puede contemplar hoy en día una parte de la decoración. El pavimento original también era de mosaico y mármoles policromados; los balaustres y revestimientos de los muros, así como los capiteles y las columnas, eran de mármol, gran parte de ellas reutilizadas de edificios anteriores. También son de destacar los elementos de decoración realizados con metal. Las ventanas tenían láminas de alabastro. La luz provenía principalmente del anillo de ventanas de la cúpula.

Aspectos Constructivos y Estilísticos

La estructura de esta iglesia sería una de las que más influencia tendría sobre toda la arquitectura del Oriente musulmán y ortodoxo. La cúpula de Santa Sofía es el elemento más llamativo del edificio: tiene la forma de una semiesfera rebajada y está compuesta por cuarenta nervios que se unen en el centro. Su diámetro varía entre 30 y 31 metros y está situada a 54 metros de altura. Las cuarenta ventanas forman un tambor cilíndrico que sirve para aligerar su peso y permitir la entrada de luz. El plemento que conecta los nervios entre sí es ligeramente cóncavo y recuerda vagamente la forma de una concha. Además, para aligerar el peso al máximo, las tejas son ligeras, fabricadas en Rodas.

Fueron precisos grandes esfuerzos para apoyar la cúpula a 54 metros de altura. Para absorber el empuje de su inmenso peso y evitar que cargara hacia afuera sobre los arcos de la esquina, se levantaron enormes contrafuertes de mampostería sólida, claramente visibles desde el exterior. La cúpula, completamente cubierta de mosaicos dorados, armonizaba con los ricos mármoles de colores, el pórfido de columnas y estribos, y con las vidrieras originales de las ventanas.

Los capiteles, extraordinariamente diseñados y tallados, no pertenecen a los órdenes clásicos conocidos, sino que se trabajan con fino relieve, usando la decoración vegetal y geométrica. El crucero, de sección cuadrada, se prolonga en los lados este y oeste mediante semicírculos cubiertos por semicúpulas, hasta los ábsides, agrupados de tres en tres en torno a los semicírculos y coronados por semicúpulas más pequeñas. Probablemente, este tipo de estructura hubiera sido imposible utilizando la técnica romana del mortero. Antemio e Isidoro lograron construir las cúpulas utilizando simples hileras de ladrillos unidos por los extremos.

De norte a sur, las naves laterales contrarrestan la nave central y la cúpula mediante simples bóvedas de cañón apoyadas en gruesos contrafuertes. El muro de mampostería que cierra el espacio interior está aligerado por numerosas ventanas y reforzado por arcos cuyo número y distribución ha sido cuidadosamente estudiado:

  • Siete arcos en las galerías.
  • Cinco en las naves laterales.
  • Cinco ventanas sobre siete en las lunetas.
  • Cuarenta ventanas en el tambor de la cúpula.
  • Cinco en cada semicúpula.

Todo ello crea un contraste de luz entre luminosas ventanas y oscuros arcos; con grandes cúpulas rodeadas de otras más pequeñas, aumenta el espacio interior y da la sensación de flotación de la cúpula principal. El resto de las paredes y arcos del edificio son de ladrillo recubierto de mosaicos. En la actualidad están recubiertas de pinturas y caligrafías turcas. En las pechinas se conservan las figuras de cuatro ángeles.

La enorme basílica fue concluida en solo cinco años, pero tuvo problemas con la cúpula, que se debilitó a causa de un terremoto y finalmente se hundió en el año 558. La actual es resultado de varias reconstrucciones. Los minaretes que hoy flanquean la iglesia, como parte de los edificios anexos que la ocultan parcialmente, son de construcción turca, posteriores a la caída de la ciudad en 1453 y la conversión del monumento en mezquita.

Iconografía de los Mosaicos

El repertorio iconográfico de los muros, realizado entre los siglos IX y XII, es de inspiración cristiana. Representaba la Deésis (Jesucristo entre la Virgen y San Juan Bautista), la Virgen flanqueada por los emperadores Justiniano (quien ofrenda la iglesia a la Virgen) y Constantino (quien le presenta la ciudad de Constantinopla). También aparecen los posteriores gobernantes Juan Comneno II y la emperatriz Irene, junto con motivos geométricos y florales.

Simbolismo y Legado

El inmenso ámbito que creaba la bóveda por encima de los fieles quería representar un único Dios y una única fe para toda la humanidad. La iglesia custodiaba las reliquias más extraordinarias del cristianismo primitivo, desde el Pozo de la Samaritana o los restos de la Vera Cruz, hasta la losa donde se había depositado el cuerpo de Jesús. Se cree que el exterior de la iglesia tenía un color salmón oscuro, parecido al actual.

Santa Sofía representa la síntesis entre Oriente y Occidente. En ella se funden dos concepciones del mundo, dando lugar a un estilo nuevo y completamente original: la simbiosis entre la cúpula, como símbolo del arte oriental, y la planta basilical, cuyo origen está en Occidente. Dice la leyenda que cuando Antemio e Isidoro terminaron la iglesia, Justiniano exclamó: «¡Salomón, te he vencido!»