Contexto histórico: La Sinagoga de Córdoba
La presencia judía en la Península Ibérica, conocida como Sefarad, se remonta a tiempos antiguos, aunque a partir del III Concilio de Toledo en 589 comenzaron las persecuciones. Aun así, los judíos vivieron en barrios denominados juderías, dedicándose principalmente al comercio, hasta su expulsión definitiva en 1492, decretada por los Reyes Católicos. Muchos de sus edificios fueron destruidos o transformados.
En Córdoba, la comunidad judía tuvo una gran importancia. Un testimonio destacado de su legado es la Sinagoga de Córdoba, situada en la calle Judíos. Construida entre 1314 y 1315 por Yishaq Moreb en estilo mudéjar, funcionó como templo hasta 1483.
Estructura y Decoración
Desde el punto de vista artístico, la sinagoga se estructura en tres espacios principales: el vestíbulo, la tribuna de mujeres en la planta superior y la sala de oración, que es el área más amplia y decorada. Su ornamentación sigue el estilo andalusí, con yeserías que combinan motivos geométricos, vegetales y epigráficos, así como paños de sebka y artesonados de madera. También cuenta con dos nichos en los muros este y oeste.
La sinagoga ha sido objeto de numerosas intervenciones, algunas poco acertadas, lo que ha llevado a la pérdida de parte de su decoración original. Uno de los elementos destacados es una inscripción descubierta en el muro oriental en 1884. El muro norte, situado frente a la entrada, presenta una clara división en tres partes decoradas, siendo una muestra representativa del arte de la sala de oración.
Análisis de los Muros
Muro Norte
La Sinagoga de Córdoba presenta una rica decoración en sus cuatro muros principales. El muro norte destaca por una faja de lazos con fondo de ataurique y dos cenefas epigráficas en su parte superior. Bajo estas, se sitúan tres arcos ciegos simétricos decorados mediante la técnica del esgrafiado. El arco central se remata en forma de peltas, mientras que los laterales lo hacen en flor de lis. Las enjutas están ornamentadas con palmetas en los extremos y hojas de palma en el centro. Las láminas verticales que separan los arcos presentan motivos geométricos y sebka con decoración vegetal. En la parte inferior de este muro, puede verse una cenefa de palmetas de tres hojas, aunque solo se conserva parcialmente.
SINAGOGA CORDOBA
Muro Este
El muro este, que era el más ornamentado originalmente, ha sufrido un notable deterioro debido a diversas intervenciones. Aun así, conserva un friso superior compuesto por dieciocho arquillos trilobulados que enmarcan una inscripción en caligrafía cúfica. Sobre ellos existieron mocárabes hoy desaparecidos. Debajo se encuentra un paño decorado con sebka de rombos y fondo de ataurique, flanqueado por cenefas epigráficas. Los paños laterales, casi simétricos, están decorados con lacería geométrica y palmetas, y en la parte baja se ubicaban dos cartelas, de las cuales solo se conserva la que contiene el texto fundacional del edificio.
Muro Oeste
El muro oeste repite la estructura tripartita. En el centro se encuentra un arco lobulado con hornacina interior, flanqueado por dos arcos ciegos de medio punto, también decorados con esgrafiado. Sobre el arco central hay un paño con sebka y motivos vegetales. Todo el conjunto está enmarcado por franjas epigráficas. Además, los entrepaños verticales muestran diseños geométricos curvos con fondo de ataurique, rematados por una cenefa de lazos con fondo vegetal en la parte superior y una faja similar en la parte inferior.
Muro Sur
Por último, el muro sur también presenta una división horizontal en tres partes, siendo la central la de mayor tamaño. En la parte superior hay una faja de lazos enmarcada por una banda epigráfica. La parte central contiene tres huecos a modo de balconcillos, cuyos entrepaños están decorados con motivos geométricos y fondo de ataurique.
En el espacio inferior se abre la puerta de acceso a la sala de oración, mostrando parte de la decoración de su alfiz, encuadrado a su vez por otra faja epigráfica. A ambos lados de esta puerta podemos observar dos fajas rectangulares decoradas con lazos y fondo de palmetas.
Curiosidades y Valor Actual
La sinagoga está situada en el casco histórico de Córdoba, en la Judería, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994. Aunque es menos conocida que otros monumentos como la Mezquita o el Alcázar, tiene gran valor histórico, artístico y cultural. Es el único edificio de este tipo conservado en Andalucía y recibe miles de visitantes.
El Alcázar de Sevilla: Palacio Mudéjar de Pedro I
En el año 1360, la ciudad de Sevilla lleva ya más de 100 años en manos cristianas, desde que fue reconquistada a los musulmanes por Fernando III.
Hay en la ciudad un antiguo alcázar, en el que sucesivas generaciones de gobernantes han ido añadiendo elementos nuevos, para adecuar el edificio a sus propias necesidades. El mismo hijo del conquistador, Alfonso X, levantó en el alcázar un palacio, siguiendo la moda gótica, entonces imperante en la Europa cristiana. Incluso Alfonso XI, el infatigable vencedor de los moros en el Salado, hizo algunas reformas. Pero nada es suficiente. Ahora gobierna Castilla Pedro I, a quienes sus amigos llamarán el Justiciero y sus enemigos, el Cruel. El rey decide que, sobre algunas estructuras preexistentes, debe hacerse construir un palacio que muestre al mundo la grandeza de la corona castellana y la suya propia. Así que los alarifes se ponen a la tarea. Una labor que se realiza en poco tiempo (1364-1366) y que congrega a cuadrillas de los mejores obreros de Toledo, de la Granada musulmana y de la propia Sevilla, para levantar un conjunto que ocupa más de 2200 metros cuadrados.
Diseño y Decoración
Para articular el conjunto se diseña un gran patio central (que acabará llamándose Patio de las Doncellas), con planta de crucero, en el que los artesanos nazaríes dejan clara su maestría alicatando los zócalos de las paredes con motivos polícromos de lazo. Al patio asoma el salón del trono, que más tarde llamarán Salón de los Embajadores, cuyas enormes puertas de madera se decoran con bandas de inscripciones en latín y árabe, en cuya realización se han afanado carpinteros toledanos, que dejan ahí la fecha de su trabajo: 1366. Toda esta zona que da al patio principal sirve a las necesidades políticas y de representación del rey. El palacio acoge también una zona doméstica, de residencia del monarca y su familia. Para organizarla, se traza un patio más pequeño, el Patio de las Muñecas, que congrega a su alrededor varias dependencias: la cámara regia, el dormitorio real, un oratorio… En todas ellas las cubiertas se hacen con hermosas artesas de madera y las paredes se decoran con alicatados y yeserías.
ALCAZAR SEVILLA
La Fachada y el Espíritu Mudéjar
Pero el rey quiere que el palacio anuncie, ya desde el exterior, la belleza que el interior acoge. Y a esta tarea se dedican los mejores artesanos de cada especialidad: levantan una portada palaciega, la de la Montería, tratándola como si fuese un retablo en el que se emplean materiales muy diversos: la piedra, el ladrillo, los azulejos, el yeso e, incluso, la madera. Arcos ciegos polilobulados y sebkas hechas por alarifes sevillanos, atauriques y otros elementos constituyen su decoración, en la que también se recurre a motivos epigráficos. Uno de ellos, en letras góticas, habla del «poderoso y conquistador Don Pedro, rey por la gracia de Dios». Pero cerca de esta inscripción hay otra, esta vez en caracteres árabes cúficos, que señala que «solo Alá es vencedor». Esas dos inscripciones, colocadas en la fachada de un palacio sevillano en el año 1364, resumen a la perfección la esencia del estilo artístico al que pertenecen: el mudéjar. El mestizaje cultural. Un arte en el que a mí me gusta imaginar que, por un momento, más que vencedores y vencidos, no hubo más que artistas y artesanos colaborando. Así debería haber sido siempre nuestra historia.
El Arte Gótico: Concepto y Orígenes Históricos
El Término «Gótico» y su Revalorización
La denominación «gótico» para referirse a un estilo artístico y arquitectónico tiene su origen en una interpretación errónea iniciada durante el Renacimiento. Fue el escritor y tratadista florentino Giorgio Vasari, discípulo de Miguel Ángel, quien acuñó este término al referirse de forma despectiva a los monumentos medievales, a los que describía como producto de un estilo confuso, desordenado y falto de la proporción y armonía características de la arquitectura clásica. Según Vasari, este estilo había sido introducido por los godos, un pueblo considerado bárbaro por los humanistas, de ahí que decidiera llamarlo «gótico». Esta visión negativa del arte medieval perduró hasta bien entrado el siglo XIX.
Fue entonces cuando los autores románticos, como Chateaubriand y Victor Hugo, reivindicaron la estética gótica, considerando las catedrales y su arquitectura como la máxima expresión del espíritu religioso y cultural de la Edad Media. En ese momento comenzó un debate en torno a la pertinencia del término «gótico», y muchos propusieron sustituirlo por «ojival», en referencia al arco apuntado característico del estilo. También se debatió sobre el origen de estas formas arquitectónicas: para algunos provenían de Oriente; para otros, eran una invención alemana difundida después por Francia. Sin embargo, la teoría más aceptada es que el gótico fue una evolución técnica del románico, especialmente de las soluciones arquitectónicas desarrolladas en la región de Borgoña y difundidas por los monjes del Císter.
Expansión y Contexto Sociopolítico
La arquitectura gótica alcanzó su máxima expresión y perfección en el norte de Francia, especialmente en Normandía y en la Île-de-France, región en torno a París y núcleo del poder real. El surgimiento del estilo gótico coincide con un momento histórico clave: el fortalecimiento de la monarquía frente al sistema feudal. No es casual que las grandes catedrales góticas se construyeran en torno a los centros de poder real, y que su desarrollo reflejara una nueva organización social, económica y política. Desde Francia, el gótico se difundió rápidamente por toda Europa, llegando a Alemania y a España a mediados del siglo XIII. No obstante, ya en los últimos años del siglo XII y comienzos del XIII existían ensayos de soluciones góticas.
Desde el punto de vista arquitectónico, el rasgo esencial del estilo gótico es la bóveda de crucería (también conocida como bóveda ojival), un sistema estructural basado en arcos diagonales que convergen en una clave central y distribuyen los empujes hacia el exterior. Para contrarrestar estos empujes, se recurre al uso de arbotantes y contrafuertes, lo que permite aligerar los muros y abrir grandes ventanales. Esto posibilitó la construcción de templos mucho más altos, esbeltos y luminosos que los románicos. Esta revolución técnica es lo que define fundamentally a la arquitectura gótica.
Transformaciones Sociales y Culturales
El arte gótico se desarrolló entre los siglos XII y XVI, en un contexto de profundos cambios sociales. La sociedad feudal empezó a transformarse con el auge del comercio, las ciudades, la industria y el saber. El poder económico comenzó a residir en el dinero, no en la tierra, y una nueva clase social —la burguesía— empezó a acumular riqueza y a adquirir poder político. Comerciantes, artesanos y propietarios de talleres manufactureros se asentaron en las ciudades (burgos), que crecieron en tamaño y complejidad. Esta clase emergente, muchas veces comprando títulos, fue ganando protagonismo en la sociedad y desplazando a la antigua nobleza feudal.
Para proteger sus intereses y negocios, los burgueses buscaron la independencia de las ciudades respecto a los señores feudales, estableciendo gobiernos autónomos (municipios). Esta situación fue aprovechada por los reyes, que al apoyar la autonomía de las ciudades lograron reducir el poder de la nobleza y consolidar el suyo propio. Se fue gestando así una unidad nacional en cada reino europeo, con el apoyo de la Iglesia, que también jugó un papel crucial en la reorganización del poder.
Durante este periodo se desarrollan lenguas nacionales, se fundan instituciones representativas y se produce un auge cultural sin precedentes. Las ciudades se estructuran en gremios, agrupaciones de artesanos según su oficio (como carpinteros, herreros o zapateros), que a su vez se organizan jerárquicamente en aprendices, oficiales y maestros. Surgen las primeras universidades, convirtiendo a las ciudades en focos de saber y actividad cultural.
El Gótico como Arte Urbano y Religioso
El arte, especialmente el arquitectónico, florece alrededor de estas urbes, con las catedrales góticas como símbolo de la pujanza urbana y religiosa. Estas catedrales, al ser las construcciones más altas de su tiempo, fomentaron una verdadera competencia entre ciudades europeas. La imagen de poder y espiritualidad que proyectaban las grandes catedrales hacía de ellas un elemento central en la identidad urbana. A diferencia del románico, centrado en los monasterios rurales, el gótico tiene su epicentro en la ciudad. Las antiguas abadías fueron perdiendo influencia frente a las nuevas órdenes mendicantes, como los franciscanos y dominicos, que se instalaron en los núcleos urbanos y se adaptaron mejor a las nuevas dinámicas sociales. A esto se suma el cisma de Occidente, con dos papas rivales (uno en Roma y otro en Aviñón), que debilita la unidad de la Iglesia en los siglos XIV y XV.
Cronología del Estilo Gótico
En cuanto a su cronología, el arte gótico se extiende aproximadamente desde 1150 hasta 1550. Se suelen distinguir tres grandes etapas:
- Una primera fase (siglos XII y XIII) de gran unidad estilística, en la que se construyen rápidamente los principales templos.
- Una segunda etapa, conocida como gótico internacional (siglos XIV y primera mitad del XV), durante la cual el estilo se expande por toda Europa, adaptándose a los gustos de cada región.
- Una tercera fase (siglo XV hasta mediados del XVI), denominada gótico flamígero, que introduce una enorme riqueza decorativa aunque no aporta grandes avances técnicos.
En definitiva, el arte gótico es mucho más que un estilo arquitectónico: es el reflejo de una transformación profunda de la sociedad medieval hacia la modernidad. Representa el auge del pensamiento urbano, la consolidación del poder real, la emergencia de la burguesía y una nueva espiritualidad que se expresa en la majestuosidad de sus catedrales.
Arquitectura Gótica
La arquitectura fue el principal medio de expresión del arte gótico, que surgió en Francia durante la primera mitad del siglo XII como evolución del arte románico, influido por factores teológicos, sociales y tecnológicos. Este estilo se desarrolló a lo largo de varios siglos y se expandió por toda Europa, prolongándose en países como Inglaterra incluso después de la aparición del Renacimiento. Su manifestación más emblemática se dio en el ámbito religioso, con las grandes catedrales como símbolo de espiritualidad, poder y orgullo urbano. Sin embargo, también cobró fuerza la arquitectura civil, reflejando el crecimiento de la burguesía en edificios como ayuntamientos, lonjas, hospitales y casas gremiales.
Ingeniería y Elementos Clave
La ingeniería gótica estaba al servicio de una idea que combinaba la elevación espiritual con el auge económico. Las catedrales góticas representaban el templo cristiano por excelencia, caracterizado por la verticalidad que simbolizaba el vínculo entre el mundo terrenal y lo divino. Al mismo tiempo, estas construcciones reflejaban la prosperidad de las ciudades que las albergaban.
Uno de los elementos fundamentales de esta arquitectura fue el pilar fasciculado, una estructura compuesta por un núcleo central al que se adosaban columnas delgadas. Este soporte evolucionó desde formas circulares hasta estructuras más complejas con acanaladuras en forma de estrella. Otro elemento clave fue el arco apuntado u ojival, que se utilizaba con fines funcionales y estéticos. Esta forma de arco permitía una mejor distribución de los empujes estructurales y proporcionaba una mayor esbeltez visual a los edificios.
La bóveda de crucería fue otro gran avance. Su estructura se basaba en el cruce de nervios que se unían en una clave central, permitiendo cubrir espacios con mayor ligereza. Con el tiempo, estas bóvedas evolucionaron: primero fueron simples, luego sexpartitas (divididas en seis secciones), y más tarde se enriquecieron con nervios adicionales como terceletes y ligaduras, que dieron lugar a complejas formas estrelladas. Ya en el siglo XV, se incorporaron nervios combados y bóvedas de plementería calada, muchas veces decoradas con vidrieras.
Sistema Constructivo y Estructura del Muro
El sistema de transmisión de empujes también cambió radicalmente. A diferencia del románico, en el gótico las fuerzas no se absorbían mediante gruesos muros, sino que se canalizaban hacia el exterior gracias a arbotantes y contrafuertes. Los arbotantes eran arcos exteriores que desviaban los empujes desde las bóvedas hacia los contrafuertes, elementos macizos que los soportaban. Estos, a su vez, solían coronarse con pináculos, decoraciones con función tanto estética como estructural. A menudo, los arbotantes estaban adornados con gárgolas, figuras fantásticas que también cumplían la función de desagüe.
Gracias a este sistema constructivo, los muros dejaron de tener un papel sustentante y se transformaron en estructuras livianas que podían ser perforadas por grandes ventanales. Esto permitió una arquitectura más ligera, con interiores más altos y luminosos. En los muros de las naves centrales se organizaban niveles: arcadas, tribuna, triforio y claristorio, aunque a partir del siglo XIII se produce un progresivo vaciamiento del muro.
La evolución de la tracería de las ventanas también reflejó esta transformación. Al principio eran simples, con dos lancetas y un rosetón o trifolio. Con el tiempo, las formas se fueron refinando, y aparecieron diseños más complejos como triángulos curvilíneos y cuatrifolios. En el siglo XV, estas tracerías se convirtieron en composiciones sinuosas, formando llamas, lo que dio lugar al llamado estilo flamígero.
Planta, Alzado y Fachada
En cuanto a la planta de las catedrales, seguía una estructura heredada del románico, con tres o cinco naves longitudinales, un transepto, un coro y un presbiterio. La girola, normalmente semicircular, rodeaba el altar mayor y se abría a capillas radiales. En los alzados interiores, los pilares compuestos, el uso sistemático del arco apuntado y la organización en diferentes niveles contribuían a enfatizar la verticalidad del espacio, uno de los rasgos más distintivos del estilo. Las fachadas también seguían una organización tripartita, tanto en lo vertical como en lo horizontal, reflejando la estructura interior de las naves. Las portadas, inspiradas en modelos románicos, eran abocinadas y profusamente decoradas con escultura religiosa. Un gran rosetón, con función simbólica y estética, solía coronar la fachada, representando la luz divina.
Las torres, en número de dos, se alzaban a ambos lados de la fachada, normalmente rematadas con agujas o chapiteles, y en ocasiones el conjunto se completaba con un gablete triangular.
Arquitectura Civil y Concepción del Espacio
Además de las iglesias, se construyeron numerosos edificios civiles. El crecimiento de las ciudades dentro de sus murallas, impulsado por la burguesía, llevó a la edificación de ayuntamientos, lonjas, castillos y palacios urbanos. Estos espacios reforzaban la organización de la vida urbana en torno a los centros religiosos y administrativos.
Por último, el espacio en la arquitectura gótica no se percibe como un volumen cerrado, sino como un entorno abierto, dominado por la luz. Según Jantzen, la verticalidad es su principio arquitectónico esencial. A diferencia de la arquitectura clásica, basada en la gravedad y la solidez, la gótica exalta la ligereza, creando un espacio casi inmaterial, elevado hacia el cielo. Las bóvedas de crucería no parecen pesar, sino que rematan el edificio como si flotaran. Las paredes no forman un muro continuo, sino un entramado transparente que permite el paso de la luz, gracias a las vidrieras.
La Luz y las Vidrieras
La luz, de hecho, es un componente fundamental. A diferencia de la oscuridad solemne de las iglesias románicas, en las catedrales góticas la luz irrumpe como símbolo de lo divino. Pero no se trata de una luz natural, sino de una luz transformada por el color de las vidrieras, que la convierte en una manifestación visual de la divinidad. Estas vidrieras, verdaderas obras de arte, se elaboraban con vidrios de colores unidos por tiras de plomo y pintados con grisalla. Los colores predominantes eran el rojo, el azul y el violeta, creando una atmósfera sobrenatural y envolvente.
Así, el gótico alcanzó una estética propia, caracterizada por la verticalidad, la luminosidad y el color. A través de estas cualidades, la arquitectura gótica transmitía una experiencia religiosa intensa, reforzada por la técnica, la simbología y la belleza visual.
Escultura Gótica
Función y Evolución
Durante el periodo gótico, la escultura alcanzó un papel destacado, especialmente en las portadas de las catedrales, donde cumplía una función catequética para una población en su mayoría analfabeta. Estas esculturas se liberaron del marco arquitectónico al que estaban subordinadas en el románico, ganando autonomía y naturalismo. Aunque seguían formando parte del conjunto simbólico de la iglesia, eran ahora figuras más expresivas y con mayor volumen, situadas en nichos.
El esquema de las portadas seguía siendo similar al del románico, pero con mayor protagonismo de la Virgen en el parteluz y del Juicio Final en el tímpano. La forma apuntada del tímpano permitió incluir más figuras y escenas, haciendo las composiciones más complejas. Las jambas mostraban figuras más grandes y expresivas, muchas veces en actitudes dialogantes, como en la Anunciación y Visitación de Reims o en la portada del Sarmental de la catedral de Burgos.
El origen de este nuevo estilo escultórico se remonta al llamado «estilo 1200» o «protogótico», que representa una transición entre el románico y el gótico, como se ve en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela. Sin embargo, la escultura gótica madura surgió en el norte de Francia, con la portada norte de la catedral de Chartres (Pórtico Real, hacia 1155) como punto de partida. Allí se introdujo el naturalismo, visible en las figuras del Antiguo Testamento tratadas como estatuas columna.
A lo largo del siglo XIII, este naturalismo fue ganando fuerza, como se ve en Notre-Dame de París, Amiens y Reims. En esta última, el famoso Ángel de la Sonrisa y la Virgen Dorada anuncian el giro hacia una escultura más amable y cercana, con expresiones más humanas.
Iconografía y Temática
En cuanto a la iconografía, aunque sigue siendo religiosa, se humanizan las representaciones. Cristo ya no es el Pantocrátor severo del románico, sino el «Beau Dieu», un Jesús amable y compasivo. La Virgen adquiere gran protagonismo, especialmente en Francia y España, donde la mayoría de las catedrales están dedicadas a ella. Se representa como una joven madre, coqueta, sonriente, y en actitud afectiva hacia el Niño Jesús, alejándose del hieratismo románico.
Durante el siglo XIV, surgieron nuevas formas de devoción popular que impulsaron la construcción de capillas funerarias y retablos. Las élites deseaban asegurar la salvación de sus almas y perpetuar su memoria, por lo que promovieron la creación de sepulcros ricamente decorados, como la Capilla del Condestable en Burgos. A menudo se esculpía al difunto en actitud orante o yacente, y más adelante, incluso sedente.
Los retablos, elaborados principalmente en madera policromada, se convirtieron en piezas clave dentro del templo. Con una estructura compartimentada en calles y cuerpos, se decoraban con escenas religiosas esculpidas o pintadas. En el siglo XV, en España, estos retablos alcanzaron dimensiones monumentales, como el de la catedral de Toledo (obra de Vigarny) o el de la catedral de Sevilla (iniciado por Dancart). En esta escultura religiosa gótica, el Cristo de la Pasión ocupa un lugar central, representado con un realismo cada vez más intenso, incluso con un solo clavo que atraviesa ambos pies para acentuar su dolor. También aparece el tema de la Piedad, con la Virgen sosteniendo a su hijo muerto, sumando al dramatismo el sufrimiento materno. La Virgen, ya no estática y frontal como en el románico, aparece interactuando con el Niño, acariciándolo o jugando con él, humanizándose también en su rol de madre.
Estilo y Naturalismo
A nivel estilístico, el gótico avanzó hacia un naturalismo cada vez más pronunciado, influido por una nueva percepción positiva del mundo material. Este interés por la naturaleza culminó con el espíritu franciscano, que valoraba lo humilde y cotidiano. En Italia, los escultores Pisano introdujeron un naturalismo más dramático y expresivo, con influencias clásicas claras, especialmente en sus púlpitos de Pisa y Pistoia, marcando el realismo extremo del gótico final.