Arte Griego: El Templo y el Periodo Clásico
El Templo Griego
El templo griego era la casa del dios, no un lugar de culto colectivo, ya que las ceremonias se realizaban en el exterior, dentro del recinto sagrado o témenos. Se construía sobre una plataforma escalonada (crepidoma) con planta rectangular y cubierta a dos aguas. Estaba formado por tres partes principales:
- El pronaos o vestíbulo.
- La naos o sala central, que contenía la estatua del dios.
- El opistodomos, donde se guardaban ofrendas y tesoros.
El edificio estaba rodeado o acompañado por columnas, que podían disponerse de distintas formas:
- In antis (entre los muros).
- Próstilo (solo delante).
- Anfipróstilo (delante y detrás).
- Períptero (alrededor de todo el templo).
Según el número de columnas en la fachada podía ser tetrástilo (4), hexástilo (6) u octástilo (8). La decoración escultórica, con temas mitológicos, se concentraba en los frontones y en el friso (con metopas y triglifos en el orden dórico y friso corrido en el jónico). Entre los templos más destacados se encuentran el Heraion de Olimpia y el Partenón.
El Doríforo: El Canon de Policleto
El Doríforo es una escultura realizada por Policleto de Argos hacia el 450-440 a. C., en el periodo clásico de Grecia. El original fue hecho en bronce, aunque lo conocemos por copias romanas en mármol, como la conservada en el Museo Arqueológico de Nápoles. Mide más de dos metros y representa a un joven atleta desnudo que sostiene una lanza. Esta obra resume a la perfección los ideales del arte griego clásico: belleza, proporción y equilibrio.
Policleto creó el Doríforo para mostrar su teoría del “canon”, un sistema matemático que establecía las proporciones ideales del cuerpo humano. La figura presenta una postura equilibrada gracias al contrapposto, donde el peso del cuerpo reposa sobre una pierna mientras la otra está relajada, dando sensación de movimiento y serenidad al mismo tiempo. Los músculos están modelados con gran precisión y el rostro, tranquilo y sin emociones, refleja el ideal de autocontrol propio del arte clásico.
El contexto histórico del siglo V a. C. fue una etapa de esplendor en Grecia, marcada por el auge de la democracia y el pensamiento racional. En este ambiente, el arte se centró en el ser humano como medida de todas las cosas. El Doríforo simboliza al hombre perfecto, equilibrado en cuerpo y espíritu.
El estilo severo al que pertenece se caracteriza por el naturalismo, la sobriedad y la calma expresiva. Policleto rompió con la rigidez del periodo arcaico para buscar armonía y realismo. La obra no representa a un individuo concreto, sino un ideal: el hombre en su máxima perfección física y moral.
El Doríforo tenía una función educativa y ejemplar; servía como modelo en los gimnasios griegos y como representación del ideal ciudadano. Su lanza no es un arma de guerra, sino un símbolo atlético, asociado con la disciplina y la virtud.
En conclusión, esta escultura es una de las obras más importantes del arte universal. Policleto consiguió unir arte, ciencia y filosofía en una sola figura, expresando el equilibrio entre razón y belleza.
El Partenón: Símbolo del Clasicismo Ateniense
El Partenón, construido entre 447 y 432 a. C. en la Acrópolis de Atenas, es una de las obras más importantes del arte clásico griego. Fue diseñado por los arquitectos Ictinos y Calícrates bajo la dirección de Fidias, el gran escultor de la época. El proyecto, impulsado por Pericles, buscaba rendir homenaje a Atenea, diosa protectora de la ciudad, y demostrar la grandeza de Atenas tras su victoria sobre los persas.
El templo pertenece al orden dórico, aunque incluye elementos jónicos, lo que simboliza la unión entre fuerza y elegancia. Está hecho de mármol y tiene planta rectangular con una proporción perfecta de 9:4, visible en todos sus elementos. Es un templo períptero, rodeado de columnas (8 en los extremos y 17 en los lados), con una estructura pensada para transmitir equilibrio y armonía visual. Los arquitectos aplicaron correcciones ópticas, como la ligera curvatura del suelo y el entablamento, para que desde lejos el edificio pareciera perfecto.
En su interior se encontraba la gran estatua crisoelefantina (de oro y marfil) de Atenea, obra de Fidias. Toda la decoración escultórica tenía un fuerte valor simbólico y político:
- Las metopas representan batallas mitológicas (Centauromaquia, Amazonomaquia, Gigantomaquia y la Guerra de Troya).
- El friso jónico corrido muestra la procesión de las Panateneas, reflejo del orgullo cívico ateniense.
- Los frontones relatan el nacimiento de la diosa y su disputa con Poseidón por el dominio de la ciudad.
El Partenón resume los ideales del clasicismo: equilibrio, proporción, belleza y serenidad. Además, representa el poder de la razón humana y la confianza de los griegos en su capacidad para alcanzar la perfección mediante el arte. Aunque sufrió daños a lo largo de la historia, sigue siendo el símbolo por excelencia de la antigua Grecia y una de las obras maestras más influyentes de la arquitectura universal.
El Periodo Helenístico: Dramatismo y Expansión
Características del Helenismo
El periodo helenístico comienza con la muerte de Alejandro Magno en 330 a. C. y termina con la conquista romana a finales del siglo II a. C. Se caracteriza por la expansión de la cultura griega por todo el Mediterráneo oriental y la creación de una cultura común llamada koiné (comunidad), que integraba lo griego con lo oriental (Egipto, Siria, Mesopotamia…). El arte se desarrolló en nuevas capitales como Alejandría, Pérgamo y Antioquía, favorecido por el mecenazgo de los reyes y el auge del coleccionismo.
Arquitectura Helenística
En arquitectura, se mantienen los elementos clásicos, pero se busca la grandiosidad y el espectáculo frente al equilibrio. Los edificios son mayores y más ornamentados. El orden corintio adquiere protagonismo y se complica la estructura interna de los templos, como el de Dídima. Ciudades como Alejandría presentan nuevos modelos urbanísticos, con calles amplias y trazado regular; en su puerto se alzaba el célebre Faro de Alejandría.
Escultura Helenística
En escultura, se abandona la serenidad clásica por el movimiento, el dramatismo y el realismo extremo. Se representa el sufrimiento, la vejez o la fealdad, junto con un notable desarrollo del retrato. Las principales escuelas fueron las de Atenas, Pérgamo, Alejandría y Rodas. De Pérgamo destacan el gran altar de Zeus y esculturas como el Galo moribundo, mientras que en Rodas sobresalen la Victoria de Samotracia y el Laocoonte, obras que resumen el dinamismo y la fuerza expresiva del arte helenístico.
El Laocoonte y sus hijos: Expresión del Dolor
El Laocoonte y sus hijos es una escultura de mármol realizada hacia el año 50 d. C. por tres artistas de Rodas: Agesandro, Polidoro y Atenodoro. Mide casi dos metros y medio y se conserva en los Museos Vaticanos. Representa uno de los mejores ejemplos del arte helenístico por su fuerza expresiva, dramatismo y realismo. La obra muestra el momento en que Laocoonte, sacerdote troyano, y sus dos hijos son atacados por serpientes enviadas por los dioses, como castigo por haber intentado revelar el engaño del caballo de Troya.
Los cuerpos se retuercen y los rostros reflejan el máximo sufrimiento, captando el instante de mayor tensión del mito. La composición tiene forma piramidal y está llena de diagonales que crean movimiento y profundidad. El cuerpo del padre, en fuerte escorzo, concentra la atención principal, mientras los músculos en tensión y la expresión de dolor muestran el dominio técnico y emocional de los escultores. Aunque parece tener varias vistas posibles, está pensada para ser observada de frente. El realismo es extraordinario: los músculos parecen vivos, las serpientes se sienten blandas y el cabello, tallado con trépano, aporta texturas ricas y naturales. Los hijos aparecen representados como hombres jóvenes, no como niños, para acentuar la tragedia.
El Laocoonte refleja perfectamente el espíritu del helenismo, una época en la que el equilibrio clásico fue reemplazado por la emoción y el movimiento. Su descubrimiento en Roma a comienzos del siglo XVI causó gran admiración entre los artistas del Renacimiento. Se dice que Miguel Ángel presenció su hallazgo y fue una gran inspiración para muchos creadores posteriores, como El Greco, Dalí o el escultor Alfaro. Además, esta obra es considerada el punto de partida de los Museos Vaticanos. El conjunto del Laocoonte resume la esencia del arte helenístico: pasión, fuerza, belleza y humanidad, llevadas al límite a través de la escultura.
Arte Romano: Funcionalidad y Propaganda Imperial
La Ciudad y la Arquitectura Romana
La ciudad romana era el centro de la vida política, económica y cultural del Imperio. Estaba unida por una gran red de calzadas, puentes y puertos. Su trazado seguía un esquema muy ordenado: dos calles principales, el cardo (norte-sur) y el decumanus (este-oeste), que se cruzaban en el foro, corazón político y social de la ciudad. Las clases altas vivían en domus (casas con patio interior), mientras que la mayoría lo hacía en insulae, viviendas colectivas de varias plantas.
La arquitectura romana se basó en la solidez (firmitas) y en la innovación técnica. Introdujeron nuevos materiales como el hormigón, que permitió construir grandes estructuras como bóvedas, cúpulas y arcos de medio punto. A diferencia de los griegos, que priorizaban la belleza exterior, los romanos combinaron estética y funcionalidad, y añadieron un nuevo orden arquitectónico: el compuesto.
Edificios Romanos Destacados
Entre los edificios más importantes destacan:
- Templos: Inspirados en los griegos pero elevados sobre podios y con columnas decorativas (ejemplo: Maison Carrée de Nimes).
- Basílicas: Destinadas a la justicia y el comercio, luego modelo de iglesias cristianas.
- Teatros y anfiteatros: Como el Coliseo, dedicados al entretenimiento.
- Termas: Grandes baños públicos y centros sociales (como las de Caracalla).
- Arcos de triunfo: Símbolos del poder y las victorias imperiales (como el de Tito).
- Acueductos y puentes: Obras de ingeniería para abastecer y comunicar las ciudades (como el de Segovia o el de Alcántara).
En resumen, la arquitectura romana combinó funcionalidad, monumentalidad y perfección técnica. Fue una arquitectura al servicio del Estado, pensada para mostrar el poder de Roma y mejorar la vida de sus ciudadanos.
La Maison Carrée: Clasicismo Romano
La Maison Carrée, construida en Nimes (Francia) a comienzos del siglo I d. C. bajo el emperador Augusto, es uno de los templos romanos mejor conservados. Su autor es desconocido y pertenece al estilo clásico romano, con clara influencia del orden corintio griego. Fue dedicada a Cayo y Lucio César, nietos adoptivos de Augusto, convirtiéndose así en símbolo religioso y político de la dinastía imperial.
El templo se alza sobre un alto podio de piedra caliza blanca, accesible solo por una escalinata frontal. Tiene planta rectangular y próstila (columnas solo delante), con seis columnas corintias en la fachada (hexástilo) y columnas adosadas en los laterales, lo que da un efecto seudo-períptero. Su estructura es adintelada, con un pórtico, una cella y un frontón triangular decorado. La luz exterior ilumina la piedra blanca, resaltando su sobriedad y armonía, mientras el interior permanece en penumbra, acentuando el carácter sagrado.
Combina la influencia griega (uso del orden corintio y pórtico monumental) con la etrusca (templo elevado y acceso frontal). Las proporciones están cuidadosamente calculadas, transmitiendo equilibrio y serenidad, valores clave del arte augusteo.
Históricamente, la Maison Carrée refleja la política cultural de Augusto, que usó la arquitectura como instrumento de propaganda para glorificar el Imperio y transmitir estabilidad. En este sentido, la obra es también un símbolo de romanización, pues demuestra cómo las provincias adoptaban los modelos arquitectónicos de Roma.
En conclusión, la Maison Carrée es una obra maestra del clasicismo romano. Logra unir tradición griega y funcionalidad romana en un diseño de gran perfección técnica y simbólica, convirtiéndose en un referente eterno de la arquitectura occidental.
Escultura Romana: Retrato y Relieve Histórico
El Retrato Romano
El retrato se caracteriza por su realismo y su intención de mostrar al individuo tal como era, sin idealizarlo. Su origen está en el culto familiar a los antepasados; las imágenes se basaban en rostros reales. Con el tiempo, el retrato pasó de tener una función funeraria a ser también política, sobre todo en las imágenes de los emperadores, donde se combinaba realismo e idealización. Ejemplos importantes son el Augusto de Prima Porta, símbolo de autoridad y divinidad.
El Relieve Histórico
El relieve histórico sirvió como medio de propaganda para celebrar victorias y ensalzar a los emperadores. Destaca la obra Arco de Tito, que narra la conquista de Jerusalén, y la Columna Trajana, que muestra en una espiral las campañas de Dacia con gran detalle narrativo y movimiento.
El Augusto de Prima Porta: Idealización y Poder
El Augusto de Prima Porta, realizado hacia el 20 a. C., es una escultura anónima del arte romano imperial que representa al emperador Augusto como comandante y orador. Fue hallada en la villa de su esposa Livia, en Prima Porta (Roma), y se conserva en los Museos Vaticanos. Tallada en mármol y originalmente policromada, esta obra mezcla el realismo romano con la idealización griega, reflejando la propaganda política del primer emperador.
Augusto aparece de pie, con el brazo derecho alzado en gesto de discurso y la izquierda sosteniendo el manto. Viste coraza militar, símbolo de su autoridad, y está descalzo, signo de su divinización. En la coraza se representa una escena simbólica: la devolución de las insignias romanas por los partos, rodeada de dioses y figuras alegóricas, que refuerzan la idea de orden cósmico bajo su gobierno. A sus pies, un pequeño Cupido sobre un delfín alude a su linaje divino, descendiente de Venus.
La escultura presenta un equilibrio perfecto entre la serenidad clásica y el naturalismo romano. El cuerpo, proporcionado según el canon de Policleto, muestra un ligero contrapposto que da sensación de movimiento. El mármol está trabajado con gran detalle, especialmente en la armadura y el manto. El rostro joven y tranquilo de Augusto transmite autoridad, autocontrol y divinidad, lejos de la expresión realista del retrato republicano.
El contexto histórico corresponde al inicio del Imperio y la consolidación de la Pax Romana. En esta época, el arte se convierte en una herramienta de propaganda al servicio del poder: la imagen del emperador debía transmitir paz, estabilidad y legitimidad divina. Por eso, esta obra cumple una triple función: política (exalta al gobernante vencedor), religiosa (subraya su filiación divina) e ideológica (representa al líder perfecto que personifica la armonía del régimen).
El Augusto de Prima Porta simboliza la fusión del ideal griego de perfección con la función política romana. Es uno de los retratos más influyentes de la historia. La escultura no solo representa al emperador, sino la idea misma del poder y la divinidad en la figura del gobernante.