La Monarquía Hispánica y el Imperio de los Austrias: Evolución y Crisis

La Unión Dinástica de los Reyes Católicos

Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se casaron en 1469, creando un Estado denominado Monarquía Hispánica. Esta se basó en una unión dinástica y no territorial, manteniendo cada reino sus propias leyes, fronteras, monedas y sistemas de gobierno. Se propusieron tres grandes objetivos:

  • Unificación territorial de la Península Ibérica: actuando en el Reino de Granada (1482-1492), el Reino de Navarra y el de Portugal.
  • Unidad religiosa mediante tres actuaciones:
    1. Permiso del Papa (1478) para la creación de la Inquisición.
    2. Conversión o expulsión de los judíos (1492).
    3. Conversión o expulsión de los musulmanes (1502).
  • Afirmación del poder real frente a la nobleza y el clero, estableciendo un Estado autoritario. Este proceso fue diferente en Castilla, donde se creó el principal órgano de gobierno, que en Aragón, donde las reformas fueron menos importantes.

Los Hitos de 1492

En el año 1492 ocurrieron tres hechos fundamentales para la historia de España:

  1. La conquista del Reino Nazarí de Granada (1482-1492): Los nazaríes reinaban en el último reino musulmán de la Península Ibérica. Tras la Guerra de Granada, el rey Boabdil aceptó la rendición, pasando Granada a formar parte de la Corona de Castilla.
  2. La expulsión de los judíos: Se decretó en 1492 en busca de la uniformidad religiosa. Esta medida afectó a unas 70.000 personas que partieron al exilio, mientras que otras 50.000 se convirtieron al cristianismo (denominados conversos).
  3. El descubrimiento de América por Cristóbal Colón: Este proyecto fue financiado por la reina Isabel. Se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, por las cuales Colón obtenía la décima parte de las riquezas halladas. La expedición partió de Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492 y llegó a tierras americanas el 12 de octubre de 1492. Posteriormente, el Papa Alejandro VI medió en el conflicto de intereses, y Castilla y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas (1494).

El Imperio de los Austrias: Carlos I

Durante los siglos XVI y XVII se mantuvo en el trono la dinastía de los Habsburgo o Austrias. España formó un imperio y se convirtió en la potencia hegemónica mundial. Carlos I (1516-1556) heredó grandes territorios y fue un monarca sumamente poderoso:

  • 1506: Herencia de su padre, Felipe el Hermoso, con el Franco Condado, los Países Bajos y Borgoña.
  • 1516: Herencia territorial de los Reyes Católicos, con las Coronas de Castilla y Aragón, las posesiones en Italia, el norte de África y América.
  • 1519: Herencia de su abuelo Maximiliano de Austria, con posesiones en Alemania y Austria, además de los derechos al título de emperador del Sacro Imperio.

Carlos I tuvo dos objetivos principales: el mantenimiento de la unidad religiosa bajo el catolicismo y la consolidación de una Monarquía Universal. Sin embargo, su ausencia para reclamar el título imperial en Alemania provocó malestar, derivando en las revueltas de las Comunidades en Castilla y las Germanías en Aragón (1520-1522). Tras estos estallidos, comenzó a gobernar con consejeros españoles, enfrentándose a tres grandes problemas exteriores: los conflictos con Francia, la amenaza de los turcos y la lucha contra el protestantismo en Alemania.

La Monarquía de Felipe II y la Administración

Felipe II comenzó su reinado en 1556, heredando el imperio más grande de la tierra y ampliándolo con la unión con Portugal (1580). Sus grandes objetivos de política interior y exterior fueron la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía hispánica mediante un poderoso ejército. Gobernó desde España e instaló la capital en Madrid (1561).

El Gobierno y la Administración bajo los Austrias Mayores

Se mantuvo la estructura de los Reyes Católicos, consolidando un Estado moderno donde cada territorio conservaba sus propias leyes e instituciones. El sistema de gobierno fue el sistema polisinodal o de varios consejos:

  • Eran organismos de gobierno con atribuciones consultivas y ejecutivas.
  • Aumentó el número de Consejos, tanto territoriales como temáticos.
  • Creció el número de funcionarios y documentos oficiales, que se agruparon en el Archivo de Simancas.
  • Existieron dos órganos fundamentales: las Audiencias (poder judicial) y los Virreinatos (representación del rey en otros territorios).
  • Las Cortes fueron territoriales y sus convocatorias se hicieron menos frecuentes.

Felipe II enfrentó rebeliones internas como la de los Moriscos y las alteraciones de Aragón, además de una grave crisis de hacienda que llevó a la primera bancarrota. En el exterior, mantuvo tres focos de conflicto: el problema turco, la rebelión de Flandes y los enfrentamientos con Inglaterra.

Factores Demográficos y Económicos de los Siglos XVI y XVII

El periodo de crecimiento en el siglo XVI fue desigual: mientras en Castilla aumentó la población, en Aragón el crecimiento fue menor. En el siglo XVII se produjo un descenso demográfico debido a:

  • Epidemias de peste bubónica, tifus y difteria.
  • Reiteración de malas cosechas y crisis de subsistencias (1606, 1615, 1631).
  • La expulsión de los moriscos (1609-1614).
  • Las guerras continuas, el descenso de la natalidad y la emigración a América.

Aunque se perdió el 12% de la población, hubo una recuperación hacia 1650. Económicamente se distinguen dos etapas:

  1. Siglo XVI: Crecimiento económico, desarrollo comercial y explotación de las Indias.
  2. Siglo XVII: Crisis de recesión, bancarrotas y crisis fiscal. Se manifestó en la decadencia de las actividades textiles, la guerra en los Países Bajos, la pobreza campesina y la disminución de la llegada de metales preciosos. Para paliar la situación, se emitieron títulos de deuda (juros), se realizaron manipulaciones monetarias (moneda de vellón) y aumentó la carga fiscal.

La Guerra de los Treinta Años y el Fin de la Hegemonía

La política exterior de Felipe IV, dirigida por el Conde-Duque de Olivares, tuvo un carácter agresivo. La monarquía se implicó en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), un conflicto inicialmente religioso entre protestantes y católicos que derivó en una pugna política por la hegemonía europea.

La entrada de Francia y Holanda en el bando protestante complicó la situación. Aunque victorias como la Toma de Breda (1625) dieron prestigio, las derrotas en la Batalla de las Dunas (1639) y la decisiva Batalla de Rocroi (1643) marcaron el declive militar español. La Paz de Westfalia (1648) puso fin a la guerra y supuso la independencia definitiva de las Provincias Unidas (Holanda).

El conflicto con Francia concluyó con la Paz de los Pirineos (1659), donde España perdió territorios como el Rosellón, Artois y parte de la Cerdaña. El tratado se ratificó con el matrimonio del rey francés Luis XIV y María Teresa de Austria, simbolizando el fin de la hegemonía española en Europa.