El Despotismo Ilustrado de Carlos III y la Crisis de la Monarquía Borbónica (1759-1808)

El Despotismo Ilustrado de Carlos III (1759-1788)

Al morir Fernando VI sin descendencia en 1759, le sucederá su hermano Carlos III, hasta entonces rey de Nápoles y Sicilia. Este será uno de los monarcas más destacados de su época, siendo uno de los mayores ejemplos del denominado Despotismo Ilustrado, tratando de gobernar como un “hombre ideal”: intelectual, justo, cultivado, reformista y amante de las artes y las ciencias.

La Ilustración Española

La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual desarrollado en la Europa del siglo XVIII, especialmente en Francia, donde surgirán los autores más representativos (Voltaire, Rousseau y Montesquieu). Esta no se trató de una corriente unitaria y homogénea, sino de un ambiente intelectual donde diversos autores compartían unas premisas comunes, pero planteaban diferentes propuestas. Estas ideas básicas serán principalmente:

  • Confianza en la razón, como herramienta humana para alcanzar la verdad, frente a la superstición y el dogmatismo religioso.

  • Fe en el progreso infinito, tanto en lo científico como en lo social, pensando que siempre se avanzaría hacia sociedades más justas.

  • Importancia de la educación, como herramienta para fomentar la razón y alcanzar la felicidad, pues para ellos la idea de verdad va unida a la de felicidad.

  • Crítica al Antiguo Régimen: bajo estas premisas se condenará al absolutismo y la sociedad estamental, planteando alternativas más justas y democráticas, basadas en la soberanía nacional, el secularismo o la división de poderes.

A mediados del XVIII, una serie de monarcas europeos aceptarán algunas de las ideas ilustradas, implantando reformas en sus reinos buscando mejorar la vida de sus súbditos, aunque sin cuestionar su poder absoluto ni a la sociedad estamental. Este modelo político será denominado Despotismo Ilustrado, resumido en la máxima de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Carlos III de España será uno de los mayores exponentes de este, junto a Federico II de Prusia, Catalina de Rusia o José II de Austria.

En España, a principios del XVIII, aparecerán una serie de autores alineados con las propuestas ilustradas como Gregorio Mayans y Feijoo, quienes planteaban que la función de la monarquía era hacer felices a los súbditos. Si bien, los más relevantes emergerán en la época de Carlos III, trabajando muchos para él, como Floridablanca, Olavide o Jovellanos, quienes planteaban fomentar la educación y la ciencia, así como reformas económicas orientadas al liberalismo.

Se tratará de una Ilustración moderada, influenciada por la religión y que apenas cuestionará el Antiguo Régimen. Debido a la rigidez de las universidades, esta se difundirá en las Reales Academias, así como en las Sociedades Económicas de Amigos del País, donde los ilustrados se reunían para desarrollar la economía de sus provincias.


Las Reformas de Carlos III

El Despotismo Ilustrado aplicará un amplio programa de reformas, buscando mejorar la vida de sus súbditos, así como la economía y la organización del país.

Durante sus primeros años, se apoyará en sus ministros italianos, de los que se había rodeado en Nápoles, destacando el marqués de Esquilache, impulsor de reformas modernizadoras y liberalizadoras, que causarán recelos en los grupos privilegiados, pues entre sus propuestas se encontraban medidas como la libertad comercial de cereales o la desamortización de bienes eclesiásticos. Debido a su origen extranjero y la forma autoritaria en la que gobernaba, también será rechazado por las clases populares.

Este rechazo culminará en 1766 en el denominado Motín de Esquilache, cuando este apruebe el plan de limpieza, higiene y seguridad, con el objetivo de mejorar la situación sanitaria de Madrid, así como el orden público. Este plan atacaba algunas de las costumbres madrileñas, como la prohibición del sombrero de ala ancha, la capa larga o el uso de máscaras en carnaval. Sumado a las tensiones por el incremento del precio del pan, provocó una revuelta popular contra el ministro, al grito de “¡Viva el Rey y muera Esquilache!”, que terminará con su destitución.

Desde entonces, se rodeará de ilustrados españoles, como Campomanes, Olavide o Floridablanca, que continuarán con una línea reformista más moderada, destacando las siguientes materias:

  • Religión

    Se intentó disminuir el peso de la Iglesia, incrementando el regalismo de Felipe V. En esta línea, destaca la expulsión de los jesuitas (1767), rechazados por su arrogancia, su acumulación de bienes y el voto de obediencia al papa, así como por su actitud contraria a las reformas.

  • Economía

    Se fomentó el liberalismo, con medidas como la libre circulación de cereales y vino, o la liberalización comercial con América. Asimismo, se promovió el desarrollo agrícola, desamortizando algunos bienes eclesiásticos y comunales, modernizando las infraestructuras y colonizando tierras despobladas como Sierra Morena.

  • Administración local

    Limitó el poder municipal, introduciendo cargos electos como los diputados del común (solo votaban los hombres y padres de familia, con un mínimo de renta).


Política Exterior

En política exterior, retornará a la política belicista de Felipe V, abandonando la neutralidad de Fernando VI. Su preocupación será frenar el expansionismo británico, que estaba emergiendo como primera potencia.

En 1756 estalló la Guerra de los Siete Años (1756-1763), conflicto de alcance mundial que enfrentó a las principales potencias europeas por el equilibrio colonial y comercial. Se formarán dos grandes alianzas: Reino Unido y Prusia por un lado, frente a Francia, Austria y Rusia por otro. Con la llegada al trono de Carlos III, España se incorpora al conflicto mediante el Tercer Pacto de Familia (1761), apoyando al bando francés. La guerra finalizará con la victoria del bando anglo-prusiano, con duras consecuencias para España como la pérdida de la Florida. Para compensarle, Francia le cederá los territorios de la Luisiana.

El otro gran conflicto en el que participará será la Guerra de Independencia de las Trece Colonias (1775-1783), cuando las colonias norteamericanas británicas consigan su independencia dando lugar a los Estados Unidos, primer estado liberal y democrático de la Historia. Francia y España, a pesar de ser absolutistas, apoyarán a los rebeldes norteamericanos, con intención de debilitar a Reino Unido. Tras esta, España logra recuperar la Florida y Menorca, pero no Gibraltar.


Carlos IV y la Crisis de la Monarquía

Carlos IV comienza a reinar en 1788. Afrontará fuertes crisis de subsistencia, que generaron una fuerte crisis económica a nivel general. Hará frente al estallido de la Revolución Francesa (1789), que derribó al Antiguo Régimen e instauró el primer régimen constitucional en Europa. Esto conllevó un frenazo a las políticas ilustradas en España, a las que se culpaba de la revuelta, incrementando así la censura y reactivando la Inquisición. Provocó un cambio en las relaciones internacionales, enfrentándose a la nueva Francia revolucionaria y pasando a aliarse temporalmente con Inglaterra. Esta situación de crisis, represión y guerras continuas culminará con la conquista de Napoleón de España en 1807.


El Reformismo Borbónico en América

La política reformista y modernizadora de los Borbones afectará a las colonias americanas. Entre las reformas, se destacan la creación de la Secretaría de Marina e Indias, como máxima institución para asuntos indianos, en sustitución del Consejo de Indias, así como de dos nuevos virreinatos, con el objetivo de mejorar el control y la administración:

  • Nueva Granada, fundado en 1717, en la zona de las actuales Colombia, Venezuela y Panamá, con capital en Bogotá.

  • Del Río de la Plata, en 1776, agrupando las actuales Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, con capital en Buenos Aires.

Tras el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, se realizarán una serie de reformas económicas, orientadas hacia una progresiva liberalización económica, permitiendo el intercambio directo entre las distintas colonias americanas y fomentando el comercio interior. Paralelamente, los criollos irán aumentando su peso económico y social, gracias al comercio y la ocupación de puestos en la administración local. Sin embargo, los altos cargos continuarán reservados a los peninsulares, generando en los criollos una frustración y un deseo de mayor autonomía.