La Filosofía de Nietzsche: Nihilismo, Muerte de Dios y la Dualidad Dionisíaco-Apolínea

Nihilismo en la Filosofía de Nietzsche

Proveniente de la palabra latina “nihil” (nada), el nihilismo es una actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, o que hace girar la existencia alrededor de algo inexistente.

La Compleja Idea Nietzscheana del Nihilismo

La perspectiva de Nietzsche sobre el nihilismo es multifacética y se clasifica en tres categorías principales:

  1. Nihilismo como Decadencia Vital

    Para Nietzsche, toda cultura que cree en la existencia de una realidad absoluta —una realidad en la que se sitúan los valores objetivos de la Verdad y el Bien— es una cultura nihilista. En la medida en que el cristianismo concentra esta realidad absoluta en la figura de Dios, oponiéndola al mundo de las cosas naturales, y en la medida en que, según nuestro autor, dicho mundo “superior” es una pura nada, la cultura cristiana (y, en definitiva, toda la cultura occidental) es nihilista. Esto se debe a que dirige toda su pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente: la realidad del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida.

  2. Nihilismo Pasivo: La Crisis del Sentido

    Es una de las consecuencias directas de la “muerte de Dios”. Surge por la conciencia del carácter radicalmente infundado de la creencia en lo sobrenatural y en el mundo del espíritu. Durante siglos, nuestra cultura ha considerado que los valores descansan en algo trascendente, que existe un ámbito objetivo gracias al cual la existencia tiene sentido. La vida tiene un sentido porque algo exterior a ella se lo da. Con la muerte de Dios sobreviene la crisis del sentido y el convencimiento de que la existencia es absolutamente insostenible, vacía y carente de significado.

    El “nihilista pasivo” no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible solo si Dios existe, y Dios no existe. Este individuo termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo e incluso el suicidio. En este momento crítico, el nihilismo se manifiesta en la desesperación de quienes consideran que nada tiene sentido ni valor por no existir aquello que debería ser el fundamento de todo sentido y valor: Dios.

  3. Nihilismo Activo: La Transmutación de los Valores

    También es nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores dominantes son una pura nada, una invención. La filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido, pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la “transmutación de todos los valores”).

    Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre: el Superhombre.

La Dualidad Dionisíaco y Apolíneo

Nietzsche sostiene que, en la cultura occidental, la única manifestación espiritual que —a diferencia de la filosofía y de la religión— afirma y potencia la vida es la tragedia griega, el teatro trágico, que nació del culto al dios Dionisos.

La Afirmación de la Vida en la Tragedia Griega

La tragedia griega consiste en la representación teatral de historias protagonizadas por dioses y por hombres. Son historias en las que los héroes trágicos se ven involucrados en situaciones terribles y dolorosas que ellos no buscan, pero en las que tienen que tomar decisiones de las que sí son responsables. Los héroes no huyen ni se quejan en estas situaciones; no niegan estos ingredientes de la vida, sino que los asumen y los afirman. Viven el dolor y la adversidad, no los niegan, ni huyen, ni disfrazan, ni suplican. No imaginan un mundo diferente de este ni desean otra vida que esta, aunque en la vida haya dolor y el dolor sea terrible.

Este es el único mundo y esta es la única vida. La vida es digna y valiosa puesto que los dioses mismos la viven y la comparten con los hombres. Los dioses griegos son inmortales, pero el espacio de su existencia es este mundo y su experiencia es la misma que la de los hombres. La vida duele cuando duele, pero quien está vivo afirma también el dolor, lo acepta, lo quiere. Esta afirmación de la vida en todas sus manifestaciones era lo que un griego tenía que aprender del héroe trágico.

Apolo y Dionisos: Facetas del Espíritu Humano

Dionisos y Apolo representan facetas distintas del espíritu humano. Con los conceptos de apolíneo y dionisíaco, Nietzsche designa dos aspectos contradictorios del alma humana:

  • Apolo (Lo Apolíneo)

    Dios del sol, simboliza la claridad, el equilibrio, la mesura, la armonía, la serenidad y el control. Representa todos los atributos del orden.

  • Dionisos (Lo Dionisíaco)

    Dios del vino, simboliza la pasión, la sensualidad, la voluptuosidad de la carne, la embriaguez, el entusiasmo, la euforia, la creación artística, la desmesura, lo oscuro, el dolor y el placer, el desbordamiento y el descontrol. Representa el caos.

La Reivindicación de lo Dionisíaco

La filosofía occidental ha identificado la razón, la verdad, el bien y la belleza con lo apolíneo, y ha desechado lo dionisíaco como irracional. Nietzsche piensa, en cambio, que en el hombre conviven las dos facetas que estos dioses representan, y que debemos retomar lo dionisíaco que hay en nosotros, dignificarlo y vivirlo.

La vida es orden y es caos; el orden se desborda y viene el caos, y el caos se calma y vuelve el orden. Así transcurre la vida; ese es el cambio constante en que consiste el devenir. La vida es mesura y equilibrio, y también es desmesura, en la que se experimenta mucho placer y también mucho dolor. Pero el dolor es vida, no es un mal del que huir o del que preservarse a costa de cercenar una importante faceta humana. Nietzsche dice incluso que la dicotomía u oposición entre placer y dolor es falsa, pues tanto uno como otro son manifestaciones de una misma fuerza que es la vida.