El Transporte: Tipos y Redes
El transporte se define como la actividad económica dedicada a trasladar viajeros y mercancías entre dos o más lugares. En España, esta actividad económica representa aproximadamente el 5 % del PIB y emplea a un porcentaje similar de trabajadores. Aunque estas cifras puedan parecer modestas, el transporte es un pilar fundamental para numerosos sectores, impulsando lo que se conoce como una economía multiplicativa.
Tipos y Objetivos del Transporte
El transporte, que abarca modalidades terrestre (carretera y ferrocarril), aérea y marítima, persigue objetivos fundamentales: jerarquizar el espacio, incrementar la accesibilidad territorial y potenciar la conectividad. Todo ello, en pro de un mayor desarrollo económico y demográfico, así como de una mayor cohesión territorial.
El Transporte Terrestre por Carretera
El transporte terrestre es la modalidad más utilizada, especialmente por carretera, tanto para el traslado de pasajeros como de mercancías, gracias a su flexibilidad que permite el servicio ‘puerta a puerta’ con vehículos privados. Su desarrollo se ha visto históricamente condicionado por la elevada altitud y la compleja orografía española, lo que dificulta la conexión de zonas montañosas y ha propiciado el uso de pasos naturales a través de valles, como el de Despeñaperros, que conecta Andalucía con la Meseta.
La configuración de la red viaria también está profundamente ligada a su tradición histórica, que se remonta a la época romana, se consolidó con el establecimiento de Madrid como capital por Felipe II y se afianzó con el reformismo borbónico. Estos cimientos dieron lugar a la red radial que se definió a lo largo del siglo XX (notablemente con el Plan Peña), conectando la capital con los puntos más extremos de la periferia y los países fronterizos. Ejemplos de estas rutas nacionales incluyen:
- N-I: Madrid – Irún
- N-II: Madrid – Barcelona – La Jonquera
- N-III: Madrid – Valencia
- N-IV: Madrid – Cádiz
- N-V: Madrid – Badajoz – Portugal
- N-VI: Madrid – Astorga – A Coruña
Este modelo radial, sin embargo, generaba saturación en el centro y dificultaba la comunicación y vertebración territorial. Para paliarlo, se ha complementado con una red periférica que conecta los puntos costeros (como la AP-7, Autopista del Mediterráneo) y una red mallada que recorre los valles de los grandes ríos y zonas de interior sin pasar por la capital (ejemplos: Vía de la Plata, Autopista del Ebro). Aunque algunas de estas infraestructuras están infrautilizadas, han mejorado significativamente la accesibilidad y la vertebración de zonas menos pobladas y con menor desarrollo, en parte gracias a iniciativas como el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte (PEIT) y el Fondo de Cohesión Europeo.
Finalmente, el modelo de ciudad extensa y el surgimiento de las áreas metropolitanas han impulsado el desarrollo de carreteras de alta capacidad en forma de circunvalaciones y accesos, cuya gestión y desarrollo recaen en ámbitos administrativos más pequeños, como las Comunidades Autónomas (que han desarrollado autovías propias) o los Ayuntamientos.
La Red Ferroviaria Española
La red ferroviaria española también presenta una disposición cuasi-radial, con tres ejes principales que, partiendo de Madrid, conectaban con el noreste (vía Zaragoza), con el este y el sur (pasando por Alcázar de San Juan) y con el norte y noroeste (por Venta de Baños). A este modelo ‘en árbol’ se añadió una red complementaria que unía capitales regionales y provinciales, si bien esta configuración inicial dificultó el desarrollo de zonas menos favorecidas.
Para subsanar estas deficiencias, se impulsó el proyecto de la Red Ferroviaria de Interés General (RFIG), con el objetivo de construir una red más eficiente y compleja. Sus pilares son la implantación de trenes de alta velocidad, la dinamización de las redes regionales y la expansión de las redes de cercanías.
El AVE y sus Implicaciones
El AVE (Alta Velocidad Española), inaugurado en 1992, surgió con la finalidad de descongestionar la circulación por carretera y conectar el centro con la periferia y las grandes ciudades. Sin embargo, su papel como instrumento de cohesión territorial es limitado, ya que no genera riqueza en lugares desfavorecidos o intermedios. Además, sus vías son incompatibles con otros trenes si no existen trazados paralelos, requiere inversiones masivas y sus tarifas, a menudo elevadas, restringen el acceso regular a una parte significativa de la ciudadanía.
Por otro lado, los trenes regionales y de media distancia son cruciales para comunicar espacios con alto potencial de mercado, como Cataluña o Andalucía. Los trenes de cercanías y los sistemas metropolitanos (metros) han sido fundamentales para la expansión de las grandes ciudades españolas, extendiendo sus áreas metropolitanas y consolidándose como un instrumento indispensable para el transporte diario de viajeros en estos núcleos urbanos, representando hasta el 90% de los desplazamientos ferroviarios.
Paralelamente, se ha impulsado la intermodalidad, la sustitución progresiva del ancho de vía tradicional por el estándar europeo y el aumento de líneas y tramos con doble vía. A pesar de estos avances, la relación entre kilómetros de vía por superficie y habitante sigue siendo baja, debido a que el relieve y la concentración de población y actividades económicas han condicionado históricamente la extensión del trazado ferroviario.
Conexiones Ferroviarias Europeas
En el ámbito de las conexiones ferroviarias con Europa, existen planes para la creación de una red transeuropea que integre la red de alta velocidad española con las de los países vecinos. Sin embargo, debido a los problemas económicos derivados de la crisis de 2008, que se hicieron especialmente patentes en la conexión con Portugal, actualmente solo existe una conexión AVE hacia París a través de La Jonquera. Esto ha relegado, al igual que en el caso de las carreteras, la implementación de la Travesía Central Pirenaica (TCP), que complementaría las rutas tradicionales de comunicación por los extremos de los Pirineos.
Balance y Desafíos Pendientes
En síntesis, los avances logrados en los últimos años han incrementado la accesibilidad del país y mejorado la vertebración territorial. No obstante, aún persisten amplias zonas de España que quedan al margen de los grandes corredores de vías rápidas, coincidiendo con áreas de relieve accidentado y escasa actividad económica.
Problemáticas y Sostenibilidad del Transporte Terrestre
Las características generales del transporte terrestre en España revelan varias problemáticas significativas. Una de ellas es la distribución heterogénea de las infraestructuras en el territorio, fuertemente condicionada por el relieve, lo que dificulta el trazado y priva de desarrollo económico y demográfico a numerosas zonas.
Otro desafío importante es la predominancia del transporte por carretera, tanto de pasajeros como de mercancías, que genera problemas de congestión durante los fines de semana y en las horas punta en los grandes núcleos urbanos. Para mitigar esto, se han construido cinturones de circunvalación y se han expandido las redes de trenes urbanos e interurbanos.
Asimismo, se observa un desequilibrio en el transporte de mercancías, donde el camión sigue imponiéndose al ferrocarril. En un esfuerzo por integrar ambas modalidades y hacer el transporte de mercancías más sostenible, han surgido las plataformas logísticas, que conectan el transporte ferroviario y por carretera con puertos y aeropuertos.
Finalmente, el impacto ambiental es una de las mayores preocupaciones del transporte terrestre. Las infraestructuras fragmentan ecosistemas, ocupan suelos con usos tradicionales, reducen la biodiversidad y alteran medios de vida más respetuosos con el entorno. Además, el uso predominante de combustibles fósiles incrementa la concentración de CO₂ en la atmósfera, contribuyendo significativamente al efecto invernadero y al cambio climático.