La Monarquía Hispánica bajo los Austrias: De Carlos V a la Crisis de 1640

El Reinado de Carlos V y los Conflictos Internos

Carlos I inició su reinado en 1517. En 1520, tras la muerte de su abuelo, el emperador Maximiliano, fue elegido para sucederle como Carlos V. Para lograr la elección, Carlos necesitó recursos que obtuvo aumentando la presión fiscal en Castilla. En mayo de 1520, al mismo tiempo que Carlos salía de España para ser coronado emperador, las ciudades castellanas se alzaron contra el rey, dando origen a la **Rebelión de las Comunidades de Castilla**. Los comuneros proponían una serie de reformas:

  • Mayor participación de las ciudades en el gobierno de Castilla.
  • Limitar la salida de oro y plata de Castilla.
  • Residencia permanente del rey en Castilla y que los altos cargos no fueran otorgados a extranjeros.

El movimiento, iniciado en Toledo y Segovia, se extendió por todo el reino. Las autoridades nombradas por Carlos, en su mayoría flamencos, no lograron sofocar la rebelión, dirigida por nobles de segunda fila, burgueses y clérigos. La nobleza no intervino al principio, pero la radicalización del movimiento comunero al extenderse a los campesinos (con **movimientos antiseñoriales**) hizo que cambiase de actitud, apoyando al rey. En la **Batalla de Villalar** (abril de 1521), los Comuneros fueron derrotados, lo que siguió una durísima represión (con la ejecución de **Bravo, Padilla y Maldonado**). Tras el aplastamiento de las Comunidades, Carlos V estableció un dominio absoluto sobre Castilla.

En 1520 se inició en Valencia y Mallorca un movimiento similar, las **Germanías**, que no tenía tanto carácter político como las Comunidades, sino un fuerte carácter social: campesinos y trabajadores urbanos se rebelaron contra la nobleza y las oligarquías urbanas, pretendiendo radicales reformas sociales. La Corona, más preocupada por las Comunidades, no actuó hasta 1522, año en que la sublevación fue aplastada militarmente.

Felipe II: Consolidación de la Monarquía Hispánica y Expansión

En 1556, Carlos V abdicó. El Imperio pasó a su hermano, y los reinos españoles y Flandes fueron para su hijo, **Felipe II**. A diferencia de Carlos V, que fue sobre todo emperador, con Felipe II la monarquía se hizo fundamentalmente española. Pese a englobar territorios heterogéneos, el centro de poder se estableció en España: Felipe II fijó la capital en Madrid y mandó construir **El Escorial** como sede de su corte. Felipe II es considerado el creador de la burocracia de los Austrias. No se movió de España y desde allí dirigió su política dinástica en Europa.

Su política interior buscó aumentar el poder real tanto sobre la nobleza como sobre Aragón, donde en 1591 llegó a intervenir militarmente para imponer su autoridad y limitar los **Fueros**. La dureza de su política contra los moriscos de Granada dio lugar a la **Rebelión de las Alpujarras**, que fue reprimida.

En Europa, la política de Felipe II fue una continuación de la de su padre: alianza con el Imperio y enfrentamientos con Francia e Inglaterra para lograr la hegemonía. Se inició la **Guerra de Flandes**, causada por el deseo de independencia de Holanda. Otro frente de su política exterior fue el Mediterráneo, donde encabezó la lucha contra los turcos (la **Batalla de Lepanto**, 1571). En materia religiosa, Felipe II se puso decididamente al frente de la **Contrarreforma**, defendiendo el **Concilio de Trento**. En la península, reforzó el tribunal de la **Inquisición** e inició el aislamiento cultural de España frente a Europa para evitar la difusión del protestantismo.

La Unión Ibérica bajo Felipe II

Portugal era el único reino peninsular que quedó fuera de la unión dinástica creada por los **Reyes Católicos**. En 1578, murió sin sucesión el rey de Portugal y Felipe II, que era hijo de una princesa portuguesa, reclamó sus derechos al trono. La nobleza portuguesa era partidaria de la unión con España, pero las clases populares la veían con recelo. En 1580, Felipe II ocupó militarmente Portugal, casi sin resistencia, y fue proclamado rey por las cortes portuguesas. Esto no significó la anexión a Castilla, sino que Portugal se convirtió en uno más de los reinos que formaban la monarquía, manteniéndose sus leyes, instituciones y reservando los altos cargos para portugueses, de manera similar a lo que ocurría en la **Corona de Aragón**. La incorporación de Portugal llevó consigo la unión de los dos imperios coloniales, por lo que Felipe II reunió el mayor imperio conocido. La unión dinástica se mantuvo durante 60 años, hasta 1640, en el reinado de **Felipe IV**, año en que Portugal recuperó su independencia.

La Administración de la Monarquía de los Austrias

Los Austrias mantuvieron, en lo fundamental, el modelo político creado por los Reyes Católicos. Se produjo un notable aumento del poder real, concentrando todo el poder y la toma de decisiones en la figura del rey. Para asesorar en la toma de decisiones, se mantuvo el sistema de **Consejos**, formados por letrados y eclesiásticos. Estos se dividían en dos tipos: los **Consejos sectoriales**, encargados de áreas de gobierno determinadas (como Hacienda o Inquisición), y los **Consejos territoriales**, que se ocupaban de administrar los reinos (como Aragón, Portugal o Indias). También fue tomando importancia la figura de los **secretarios**, que despachaban diariamente con los reyes y servían de enlace con los Consejos. Este sistema centralizado condujo a la creación de una importante burocracia. También se mantuvieron las instituciones creadas por los Reyes Católicos: **Audiencias, Corregidores**, etc.

Respecto a la nobleza, los Austrias respetaron sus privilegios, pero manteniéndola alejada del poder. Aunque se les confiaban altos cargos, estaban siempre subordinados al rey, quien en general prefería reclutar a sus funcionarios entre la pequeña nobleza y los letrados. El predominio del reino de Castilla se acrecentó, especialmente a partir del establecimiento de la corte en Madrid y El Escorial por Felipe II. Para el gobierno de los otros reinos se designaban **virreyes** (Aragón, América) o **gobernadores** (Flandes), generalmente aristócratas o miembros de la familia real.

La Crisis de 1640: Rebeliones y Desafíos a la Monarquía

Las reformas del **Conde-Duque de Olivares**, valido de Felipe IV, pretendían reforzar la autoridad real y alcanzar una mayor unidad entre los diversos reinos. Para ello, se aumentó la presión fiscal y, con el fin de mantener un gran ejército que consolidase la hegemonía española en Europa, se planteó la **Unión de Armas**. Esta pretendía que todos los reinos de la monarquía (y no solo Castilla, como hasta entonces) contribuyesen con hombres y dinero al esfuerzo militar, lo que provocó una fuerte oposición, especialmente en la **Corona de Aragón**. En 1640, el malestar ante la política del Conde-Duque estalló en dos rebeliones abiertas: las de Cataluña y Portugal.

La **rebelión de Cataluña** se originó por el cansancio de los catalanes ante la larga guerra con Francia, que obligó a reclutamientos forzosos y a la presencia de tropas castellanas en Cataluña, causando grandes molestias a la población local. El malestar estalló en el llamado **Corpus de Sangre de Barcelona** en 1640, en el que fue asesinado el virrey. Los catalanes solicitaron ayuda militar al rey de Francia, cuya soberanía reconocieron, iniciándose una guerra con las tropas de Felipe IV que duró hasta 1652, año en que se llegó a una paz negociada.

La **sublevación de Portugal** estalló por la exigencia de que tropas portuguesas luchasen en Cataluña, si bien tenía causas más profundas: descontento ante la presión fiscal y la ineficacia española en la defensa del comercio y las colonias portuguesas. La imposibilidad de la monarquía de sostener dos guerras simultáneas hizo que se optase por sofocar la rebelión catalana, lo que permitió a los portugueses proclamar su independencia y nombrar rey al **Duque de Braganza**. Finalmente, en 1668 se reconoció la independencia de Portugal. La **Crisis de 1640**, que amenazó con desmembrar la monarquía, provocó la caída del Conde-Duque.