Diocleciano: El Arquitecto de la Tetrarquía
Diocleciano es considerado el último de los verdaderos emperadores romanos. Era hijo de un liberto, un esclavo liberado que, aunque gozaba de libertad, no tenía los mismos derechos que un ciudadano. Tenía claras sus ambiciones y por ello consiguió ser nombrado jefe de la Guardia Pretoriana. Entendió que para llegar a emperador ya no era necesaria una carrera política o militar, sino solo enterarse de los complots y establecer contactos.
Cuando fue nombrado emperador, abandonó el palacio y la ciudad de Roma para evitar ser asesinado. Siguiendo este propósito, trasladó la capital a Nicomedia (Asia Menor). Los romanos no se lo tomaron bien, pero Diocleciano les explicó que lo hacía por su propio bien, para estar más cerca de las zonas con conflictos fronterizos.
La División del Poder: La Tetrarquía
Una vez fuera de Roma, Diocleciano dividió los poderes: él se quedó con el título de Augusto, con el grueso de las tropas, y ocupó la parte oriental del Imperio, con capital en Nicomedia. Maximiano también ostentó el título de Augusto y ocupó la parte occidental del Imperio, cuya capital era Milán.
Cada uno de estos dos Augustos tenía un César (segundo en el poder): Diocleciano a Galerio y Maximiano a Constancio Cloro, formando así una Tetrarquía. La ciudad de Roma, aunque seguía siendo la más grande del Imperio, perdió importancia y se volvió cada vez menos romana debido a la inmigración.
Reformas y Abdicación
Pasados los 20 años, tal como habían pactado, abdicaron, dejando el poder en sus Césares: Diocleciano en Galerio y Maximiano en Constancio Cloro. Antes de esto, Diocleciano había ejercido un poder absoluto, acaparando todas las decisiones. Sus medidas incluyeron:
- La planificación de la economía.
- La nacionalización de la industria.
- La multiplicación de la burocracia.
Esto, sumado a la situación del Imperio, implicó que los campesinos se vieran unidos a la tierra que cultivaban, anticipando así su nuevo rol en la sociedad: los campesinos libres se convirtieron en siervos. Por otro lado, los artesanos y obreros se vieron unidos a su oficio, y ni ellos ni sus hijos podrían abandonarlo. Los gremios, a causa de las dificultades que sufría la economía romana y su estancamiento, se vieron obligados a abandonar Roma en busca de una vida mejor.
El emperador se hizo rodear de una corte oficial, vestía de forma lujosa y se hacía llamar Dominus, que significa ‘señor’. A pesar de esto, Diocleciano no abusó del poder. En el 305 d.C. abdicaron, y después de una serie de conflictos, los gobernados reclamaron la ayuda de Diocleciano, pero él se negó y murió a los 63 años.
Constantino: El Emperador Cristiano
Constantino era hijo de Constancio Cloro. Él ocupaba el cargo de Augusto después de la abdicación de Maximiano en la ciudad de Milán. Quien ocupaba el cargo de Augusto en Nicomedia era Galerio. Galerio se hizo acompañar de Constantino, con la intención de tomarlo como rehén por si la situación y la relación con su padre se torcía. Galerio tenía a su César, Severo, y también a Maximino Daya.
Constantino decidió abandonar a Galerio y unirse a su padre, Constancio Cloro. Constantino le ayudó en las batallas, pero Constancio Cloro murió y sus tropas aclamaron a Constantino como Augusto de Milán. Sin embargo, Constantino rechazó el cargo porque prefería ocupar el de César de Milán. El cargo de Augusto de Milán se disputó entre Severo y Majencio, hijo de Maximiano.
Majencio pidió ayuda a su padre, Maximiano. Formaron un ejército y se dirigieron al encuentro con Severo, cuyos propios soldados lo mataron. Para intentar resolver el conflicto en Milán, Galerio propuso a Licinio como Augusto de Milán. Constantino decidió reclamar el cargo de Augusto y declaró la guerra a ambos.
La Batalla del Puente Milvio y el Edicto de Milán
En el año 312 d.C., Constantino y Majencio se enfrentaron por el cargo de Augusto al norte de Roma. La víspera de la batalla, Constantino miró al cielo y vio una cruz en llamas, con la inscripción: «Bajo este signo vencerás». Automáticamente, Constantino colocó en sus estandartes el signo del Crismón. Por primera vez en la historia de Roma, se colocó un símbolo cristiano como emblema de su poder. Constantino se enfrentó con Majencio, quien portaba un emblema del dios Sol. Fue la primera vez que tuvo lugar en Roma una guerra con motivaciones religiosas.
Venció Constantino, quien se estableció como Augusto de Milán y colocó a Licinio como Augusto de Nicomedia. Constantino promulgó un edicto que proclamaba la tolerancia del cristianismo dentro de las fronteras del Imperio: el Edicto de Milán.
Un Imperio Unificado y la Sucesión
Muy pronto estalló una guerra entre Constantino y Licinio. Resultó vencedor Constantino y perdonó la vida a Licinio, pero este finalmente fue asesinado. Así, después de mucho tiempo, el Imperio volvió a tener un único emperador que gobernaba todo el territorio. Cuando Constantino llegó al poder, la Iglesia ya administraba o influía en muchos aspectos de la vida pública y en ciertos territorios.
Constantino permaneció en el poder durante 30 años y, en su testamento, dividió el territorio romano entre sus tres hijos y dos sobrinos en cinco partes:
- Sus tres hijos:
- Constantino II recibió Britania, Galias e Hispania.
- Constancio, Oriente.
- Constante, Italia, África y Macedonia.
- Sus dos sobrinos:
- Dalmacio.
- Anibalino.
Al cabo de tres años de esta repartición, estalló el conflicto. El primero en caer en el conflicto fue Constantino II, y sus territorios pasaron a Constante. Sin embargo, estalló un complot contra Constante, donde fue asesinado, y su puesto fue ocupado por bárbaros que se autoproclamaron emperadores. Constancio vio la oportunidad de intervenir en Occidente para restablecer la justicia y vengar la muerte de su hermano. Consiguió vencerlos y nombró herederos a dos parientes suyos: Galo y Juliano.