Charles Taylor: Identidad, Autenticidad y los Desafíos de la Modernidad

Charles Taylor lleva a cabo una crítica de las sociedades modernas, identificando tendencias y elementos conceptuales degradados, producidos por cambios en el ideal ilustrado, que no se adecuan a la realidad humana y contribuyen a un estrechamiento de la existencia.

Para Taylor, no es conveniente situarse en la posición del detractor ni en la de los defensores, sino analizar los cambios y guiarlos positivamente sin crear formas degradadas.

Ideal de Razón No Comprometida

Para Taylor, el ideal de un ser humano racional autónomo y no comprometido, que se presenta como portavoz, contribuye a la primacía de la razón instrumental. Este ideal debe considerarse como tal, sin olvidar que somos seres corpóreos en condiciones dialógicas.

Crítica a la Noción de un Yo Abstracto y Monológico

  1. Taylor remarca el carácter dialógico de la persona humana.
  2. El concepto de persona racional es muy abstracto. La persona se construye dentro de una comunidad (dialógica), a partir de los elementos que le rodean: se asumen elementos, consciente o inconscientemente, y nuestra sensibilidad está marcada por las sensaciones que recibimos en un contexto determinado. Otras sensaciones y representaciones nos resultan incomprensibles y vacías.
  3. Hay que tener en cuenta los elementos lingüísticos y simbólicos que nos rodean y que constituyen nuestra identidad personal, en lugar de consideraciones de la persona en abstracto.
  4. La persona se construye interactivamente a partir del lenguaje, que se aprende pragmáticamente, no abstractamente. El lenguaje y las significaciones que adquirimos en la relación con los otros sirven para pensarnos a nosotros mismos y para construir nuestra identidad.

Reivindicación de las Tradiciones

No se pueden cerrar los ojos a las tradiciones y sus significaciones, pues ello equivaldría a negarnos a nosotros mismos. El sentido de la vida no puede esperarse desde una perspectiva meramente individualista, teniendo en cuenta que los elementos significativos de cada comunidad, con una larga tradición histórica, son condiciones de significación, de dar sentido a nuestras propias decisiones y de encontrar nuestra propia identidad.

Reconocimiento de la Diferencia

No solo es importante el reconocimiento de los individuos, sino el de las comunidades, ya que las identidades se construyen a partir de los horizontes de significado de cada comunidad. Si se coartan las comunidades con todos sus mundos simbólicos, se coarta también la identidad de los individuos.

Crítica a las Posiciones Individualistas

Estas posiciones ignoran los elementos que trascienden la individualidad y que son inherentes al ser humano, así como la idea de un Yo abstracto que se desarrolla monológicamente.

Las Tres Formas de Malestar en la Sociedad Moderna

Taylor analiza críticamente elementos conceptuales derivados del ideal ilustrado que, al degenerar, no se adecuan a la realidad humana y crean malestar. También examina rasgos paralelos al desarrollo de la civilización que la gente experimenta como un declive.

1. Individualismo

En el siglo XVIII, hubo una importante reivindicación de la individualidad, que ha permitido el desarrollo de elementos conceptuales y se ha efectivizado en leyes y derechos que promueven la individualidad.

Taylor argumenta que, con el descrédito de todo aquello que trasciende la individualidad, de órdenes jerárquicos superiores (cósmico y social), se ha producido un angostamiento de nuestras vidas, una pérdida de sentido, un empobrecimiento, un centrarse en el Yo y una pérdida de interés por los demás y la sociedad. Esto conlleva una pérdida de la dimensión heroica de la vida, de pasión y de finalidad, como dijo Nietzsche, ya no quedan más aspiraciones que un “lastimoso bienestar”.

2. Primacía de la Razón Instrumental

Con la pérdida de órdenes superiores, la razón instrumental, la racionalidad aplicada a la relación coste-beneficio, al cálculo consecuencialista, se ha convertido en la norma. Todas las cosas son consideradas como materias primas o instrumentos para nuestros proyectos, produciéndose un eclipse de los fines y de otros criterios que no sean los de la lógica de la economía.

Max Weber es el precedente que detecta esta reducción de la racionalidad. Damos por supuesto que determinados fines son válidos y la actividad de la razón solo se aplica a la relación medios-fines. El mundo se deshumaniza: los intereses reales de los sujetos quedan en un segundo plano, y la lógica económica prevalece. Taylor reclama que la razón se aplique a todo, también a los fines que nos proponemos.

Esta primacía se manifiesta en la preponderancia de la tecnología; solo nos preocupamos por buscar soluciones tecnológicas. Por ejemplo, en medicina, el enfoque tecnológico ha dejado de lado la atención integral que conlleva tratar al paciente.

3. Pérdida de Libertad

  • Sería consecuencia del individualismo y de la primacía de la razón instrumental en la vida política.
  • Las instituciones y estructuras de la sociedad tecnológico-industrial limitan nuestras opciones, forzando a las sociedades y a los individuos a dar una primacía a la razón instrumental que nunca le concederíamos en una reflexión moral seria.
  • El círculo vicioso del despotismo blando, una nueva forma de peligro, se produce cuando el atomismo individualista lleva a la pérdida de interés por la participación activa en el autogobierno y a una preocupación exclusiva por la vida privada, produciéndose un inmenso poder tutelar sobre el que la gente tendrá poco control, lo que genera desmotivación y, en última instancia, una pérdida de libertad política.

Individualismo de la Autorrealización y Liberalismo de la Neutralidad

La postura que desde los años 60 prevalece en las sociedades occidentales es un relativismo bastante acomodaticio, vástago de una forma de individualismo cuyo principio es: “todo el mundo tiene derecho a desarrollar su propia vida, a buscar su autorrealización; el contenido no puede dictarlo ninguna persona ajena”.

El individualismo de la autorrealización se refleja y presta apoyo a este tipo de liberalismo propio de las sociedades liberales occidentales: “El gobierno debe ser neutral en cuestiones que atañen a lo que constituye la ‘vida buena’. En caso contrario, faltaría a su imparcialidad”. Se relegan las cuestiones de la “vida buena” al margen del discurso político.

Todos estos planteamientos están ligados a un relativismo fácil y a un subjetivismo moral: “la razón no puede mediar en disputas morales”, quedando el ámbito de la razón reducido a lo instrumental y convirtiendo las decisiones sobre la “vida buena” en algo irracional.

El Ideal de la Autenticidad

Taylor declara que el relativismo adoptado hoy es un error y que se autoanula de una forma contraproducente en la medida en que se ve impulsado por un ideal moral, el ideal de la autenticidad: “ser fiel a uno mismo”.

Pero considera que todas estas posiciones individualistas, relativistas y ligadas al subjetivismo son formas erróneas y degeneradas de este ideal.

Taylor entiende por ideal moral la “descripción de lo que sería un modo de vida mejor o superior en el que ‘mejor’ y ‘superior’ se definen no en función de lo que se nos ocurre desear o necesitar, sino de ofrecer una norma de lo que se debería desear”.

La Labor de Recuperación del Ideal de Autenticidad

Taylor sugiere una postura distinta, tanto para los detractores como para los defensores del ideal de autenticidad. Propone una labor de recuperación: este ideal se presenta en nuestra cultura contemporánea, pero degradado y oscurecido. Taylor exige sacarlo a la luz, mostrando lo que realmente implica la puesta en práctica del ideal de autenticidad.

Para tomar en serio el tema de la autenticidad hay que considerar la condición dialógica del ser humano, que el Yo se construye siempre dentro de unos horizontes de significado que trascienden la mera individualidad; marcos de sentido que se dan en el ámbito intersubjetivo, significaciones no solo intelectuales sino también emocionales, que se asimilan pragmáticamente y en situaciones concretas, en relación con nuestros “otros significativos”. Y que la construcción de la propia identidad, que implica un autorreconocimiento, no se puede desligar de nuestras relaciones con el otro, pues en nuestro autorreconocimiento incide el reconocimiento de nuestros “otros significativos”.

En definitiva, la construcción real de una identidad individual, teniendo en cuenta el carácter dialógico del ser humano, exige considerar horizontes de significado que trascienden al individuo, intersubjetivos, propios de una tradición cultural y con una larga tradición histórica, así como una relación con el otro no meramente instrumental, ya que nuestra identidad se construye a partir del reconocimiento del otro. El hacer caso omiso de todos estos elementos, centrándose en la individualidad y la privacidad, con posturas relativistas y subjetivistas, lleva a una desustancialización de la vida humana, a su achatamiento, pues se están cerrando los ojos a todas las condiciones de significación y de sentido.

Crítica al Biologismo Metafísico Aristotélico

Hay críticos que mantienen que existen criterios morales en la razón. Piensan que existe algo como la naturaleza humana, y que la comprensión de la misma mostrará que ciertas formas de vida son correctas y otras erróneas, que unas son superiores y mejores que otras. Taylor critica esta posición, cuyas raíces se encuentran en Aristóteles.

Para los conocimientos actuales, esta posición requiere demasiadas suposiciones que no están justificadas. Asimismo, no es fácil la consideración de elementos favorables y perjudiciales para el desarrollo.

El Ser Dialógico: Fundamento de la Identidad

  • Nos convertimos en seres humanos plenos, capaces de comprendernos a nosotros mismos y de definir nuestra individualidad por la adquisición de ricos “lenguajes de expresión humana” (arte, amor, gestos).
  • Estos lenguajes, que son necesarios para la autodefinición, los adquirimos dialógicamente, se introducen por medio de los intercambios con los “otros significativos”.
  • La génesis de la mente humana no es monológica; no llegamos a autodefinir nuestra identidad por medio de la reflexión solitaria.
  • Llegamos a definir nuestra identidad a través del diálogo, siendo un elemento importante y a veces conflictivo las identidades que los “otros significativos” reconocen en nosotros. La aportación de los “otros significativos”, aunque tenga lugar al comienzo de nuestras vidas, continúa a lo largo de estas. La relación con el otro no es meramente externa o instrumental; algunas de las cosas que deseamos solo son accesibles en relación con otras personas, lo que las convierte en algo interior a nuestra identidad.

Exigencias del Ideal de Autenticidad

El ideal de autenticidad bien entendido exige considerar:

  • a) Exigencias de nuestros lazos con los demás: Superación del atomismo individualista y de la visión del otro desde una perspectiva instrumental.
  • b) Exigencias que emanan más allá de nuestros deseos y aspiraciones: Superación de antropocentrismos radicales y reconocimiento de los horizontes de significado que trascienden nuestra individualidad, con una larga tradición histórica, intersubjetivos y que son condición de significación para nuestro vivir.

Las formas del ideal de la autorrealización individualistas, egocéntricas y narcisistas son contraproducentes y destruyen las condiciones para realizar el ideal de autenticidad.

Reconocimiento: Igualdad y Diferencia

Un elemento que se ha vuelto crucial en las sociedades democráticas ha sido el reconocimiento, llevándose a cabo un reconocimiento en un plano de igualdad, cuyo principio crucial es el de justicia procedimental, otorgando a todos los individuos unos derechos inalienables.

Taylor insiste en el reconocimiento de la diferencia de los individuos y culturas, de todos aquellos valores y significaciones a partir de los cuales construyen su identidad, lo cual es importante recuperar y no perder, exigiendo ir más allá de principios procedimentales.

Horizontes Significativos Dados

Las cosas adquieren significación para nosotros en contraste con horizontes significativos, trasfondos de inteligibilidad, que no es uno quien los determine, sino que están más allá de nuestra voluntad o aspiraciones.

Hay unos horizontes significativos dados, independientes de nuestra voluntad o aspiraciones, contra los cuales las cosas adquieren significación para nosotros.

No podemos decidir a nuestro antojo lo que nos resulte significativo. El relativismo blando se autodestruye. No se puede decir que el valor de lo elegido estriba en la elección misma (ideal de la libertad autodeterminada), pues entonces se cae en la trivialización de cualquier elección. No podemos a nuestro antojo decidir que el barro es sagrado; las condiciones de significación las establecen los horizontes significativos en los que nos desarrollamos.

Para realmente llegar a lo que sea nuestra identidad, para una definición significativa, no podemos prescindir de estos horizontes significativos dados.

La importancia de la elección no es suficiente como horizonte; a menos que ciertas opciones tengan más significado que otras, la idea de la autoelección cae en la trivialidad. La autoelección solo tiene sentido porque ciertas cuestiones son más significativas que otras.

O consideramos estos horizontes significativos dados o eliminamos las posibilidades de significación de nuestra identidad, cayendo en la trivialidad.

Las formas narcisistas y egocéntricas, que no consideran ningún tipo de exigencia que trascienda al Yo (historia, naturaleza, sociedad, solidaridad), negando o cerrándose a los horizontes significativos —y que consideran la elección como razón justificatoria— caen en la trivialidad y se autodestruyen, pues solo se puede definir la identidad (aquello que es significativo) con el trasfondo de estos horizontes. Sin reconocerlos no es posible que lleguemos a ninguna autodefinición significativa (reconocer lo significativo que hay en nuestra diferencia con los otros).

La libertad autodeterminada es una de las causas de perversión del ideal. El ideal de la autoelección, que postula que es el individuo quien elige lo que da sentido a su vida, solo tiene sentido si hay algunas cuestiones más significativas que otras. Si no hay opciones con más significado que otras, la diferencia es insignificante, y el ideal cae en la trivialidad.