Evolución y Efectos Demográficos en España
Introducción a la Demografía Española
Desde 1900, los sucesivos censos registran un aumento continuo de la población española. En el cambio de siglo se superaron los 40 millones de españoles y la población siguió creciendo. Sin embargo, este incremento no ha sido constante ni regular, y la población española actual presenta unas características muy distintas a las de 1900. Cuando la natalidad, la mortalidad y el crecimiento natural presentan rasgos homogéneos, los demógrafos hablan de régimen demográfico. La evolución demográfica de los países que actualmente llamamos del primer mundo varía según el grado y las etapas de la industrialización. España pasó del régimen demográfico antiguo al actual a lo largo del siglo XX. El cambio de condiciones políticas y socioeconómicas que experimentó nuestro país desde 1975 señala que hemos alcanzado la última fase de este proceso.
El Régimen Demográfico Antiguo
Hasta finales del siglo XIX, España se caracterizó por unas altas tasas de natalidad y de mortalidad. La alta tasa de natalidad se explica porque se carecía de métodos eficaces para controlar los nacimientos. Además, el hecho de que los hijos comenzasen a trabajar a edades muy tempranas convertía a estos en una buena inversión y en un seguro para el porvenir de los padres, especialmente en la vejez. Por su parte, la mortalidad era alta debido a la malnutrición y a enfermedades infecciosas como la tuberculosis o el cólera. La mortalidad infantil presentaba también valores elevados. A esta elevada mortalidad general se sumaban episodios de mortalidad catastrófica causados por las malas cosechas, las epidemias y el encarecimiento de los precios.
La Transición Demográfica Española
Desde inicios del siglo XX, comienza en nuestro país la fase de transición demográfica. Se caracterizó por una disminución suave de la natalidad, un brusco descenso de la mortalidad y un elevado crecimiento natural. Las causas fueron el incremento del nivel de vida, la mejora de la alimentación, los avances médicos y sanitarios, etc. Todas estas mejoras no se concretaron plenamente hasta la década de 1960 con el llamado desarrollismo. Comenzó a abandonarse el modelo de familia extensa y se consolidó un modo de vida industrial y urbano. Durante esta transición demográfica, la natalidad descendió, pero España vivió el baby boom, incentivado además por la política pronatalista del franquismo. En esta etapa, debemos destacar dos episodios de mortalidad catastrófica:
- La epidemia de 1918 (300.000 fallecidos en menos de un año).
- La Guerra Civil y la posguerra (deben tenerse en cuenta a los fallecidos en la guerra, a los exiliados y, sobre todo, a los no nacidos).
El Régimen Demográfico Moderno
Desde la década de los setenta, España se caracteriza, desde un punto de vista demográfico, por las bajas tasas de natalidad y de mortalidad y por un consecuente escaso crecimiento natural. Respecto a la mortalidad, su reducción se debe a la mejora sanitaria y al aumento de la cobertura social. En cuanto a la natalidad, se observan enormes cambios de mentalidad y valores. Entre las transformaciones que influyen en la natalidad se incluyen: la incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar, la generalización de los anticonceptivos, el matrimonio a edades más tardías, etc. Además, la situación económica también influye, con el alto precio de la vivienda y los altos índices de paro.
No obstante, durante los últimos años, diferentes variables han introducido cambios en este modelo:
- Un leve ascenso de la mortalidad, debido al empeoramiento de las condiciones de vida.
- La llegada de inmigrantes, que ha propiciado una recuperación de los nacimientos.
- La reciente crisis económica, que ha provocado el regreso a sus países de origen de parte de esta población inmigrante y la salida de jóvenes españoles cualificados.
Características y Factores de la Densidad y Distribución Espacial de la Población
La Densidad de Población Española
El concepto de densidad de población (habitantes por km²) relaciona la población con la extensión del territorio en el que se asienta. La densidad española ha ido aumentando a lo largo del tiempo hasta situarse en 93,1 h/km² en 2017. A nivel mundial, se considera una densidad mediana.
La Distribución de la Población en España
La densidad de población española esconde fuertes desequilibrios espaciales entre áreas de concentración, que superan claramente la media nacional, y áreas de despoblamiento, donde no se alcanzan los 25 h/km². El proceso histórico nos presenta una distribución de la población española cada vez más concentrada. Santa Cruz de Tenerife, Baleares y Madrid fueron las provincias que más crecieron en 2017, junto con las provincias catalanas y las del litoral mediterráneo y andaluz. Por el contrario, el centro y noroeste del país se mantiene estancado y pierde habitantes, como Zamora, Ciudad Real y Ávila.
Los rasgos principales de la distribución espacial de la población española son:
- La periferia muy poblada: Todo el litoral está muy poblado, aunque hay excepciones como Lugo. Esto se debe a la importancia de sus condiciones climáticas, a los negocios vinculados al turismo y a la existencia de una excelente red de comunicaciones.
- El interior muy poco poblado: Con las excepciones de las áreas metropolitanas de Madrid, Sevilla, Valladolid y Zaragoza, el resto lo forman áreas que pierden población debido a la emigración.
- Una población muy urbanizada: Junto a los cambios económicos y demográficos ya señalados, ha surgido una tendencia hacia la urbanización, de modo que los municipios medianos y pequeños han perdido importancia respecto a las ciudades medianas y grandes. Asistimos a una ralentización en la pérdida de importancia del mundo rural, debido a la multifuncionalización de este ámbito.
Factores Explicativos de la Densidad y Distribución Poblacional
La distribución actual de la población es el resultado de una evolución en la que han intervenido diversos factores. En el siglo XVI, las densidades más altas estaban en el centro-norte peninsular. La crisis económica y demográfica castigó con especial dureza el interior de la Península. En el siglo XIX se consolidó el desequilibrio. Aumentaron su peso Madrid y las regiones periféricas, debido a un alto crecimiento natural y, en otros casos, a la instalación de industrias, mientras que las regiones del interior perdían efectivos demográficos.
En los dos primeros tercios del siglo XX se agudizaron los contrastes, creciendo las regiones industriales y las áreas turísticas. Las tendencias actuales apuntan a la consolidación demográfica de Madrid, del eje mediterráneo y del valle del Ebro. Se observan descensos en la cornisa cantábrica.