Sionismo y Orígenes de Israel: Herzl, Dreyfus y Acuerdos Clave

Theodor Herzl y el Origen del Sionismo Político

Fue un periodista y pensador judío nacido en Budapest en 1860, en el seno de una familia asimilada, alejada de las prácticas religiosas tradicionales. Estudió Derecho en Viena y fue corresponsal en París del periódico Neue Freie Presse. En un principio, creyó que los judíos podrían integrarse en las sociedades europeas mediante la educación y la modernización, e incluso consideró la conversión al cristianismo como una posible solución al antisemitismo.

Sin embargo, su pensamiento cambió debido al aumento del antisemitismo en Europa, especialmente en Viena, y se consolidó con el Caso Dreyfus. En 1895, Herzl presenció en París la humillante degradación pública del capitán Dreyfus, y los gritos antisemitas de la multitud lo impactaron profundamente. A partir de ese momento, comprendió que la asimilación no bastaba y que los judíos nunca serían plenamente aceptados en Europa.

En 1896, publicó Der Judenstaat (El Estado Judío), donde propuso la creación de un Estado judío soberano como única forma de proteger al pueblo judío. Herzl sugería que el Estado debía fundarse preferentemente en Palestina, por su importancia histórica, religiosa y simbólica, y buscaba obtener apoyo internacional para ese objetivo.

En 1897, organizó el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, donde se fundó el movimiento sionista como una organización política. Herzl fue elegido presidente del Congreso y de la Organización Sionista Mundial. Desde entonces, el sionismo celebró congresos anuales para debatir y avanzar en el proyecto.

El Plan de Herzl para el Estado Judío:

  • Comprar tierras en Palestina.
  • Establecer allí a judíos en situación vulnerable.
  • Promover el trabajo agrícola, el comercio y la industria.
  • Subir social y económicamente mediante el esfuerzo comunitario.

Una figura clave fue Lord Rothschild, un influyente banquero y político británico de origen judío alemán, quien apoyó el proyecto con recursos financieros y contactos diplomáticos. Herzl dedicó el resto de su vida a promover el sionismo, viajando por Europa y contactando líderes políticos para ganar apoyo. Aunque murió en 1904 sin ver su sueño realizado, dejó sentadas las bases ideológicas y políticas del futuro Estado de Israel. Por eso se lo recuerda como el padre del sionismo.

El Caso Dreyfus: Un Punto de Inflexión

Desde la Antigüedad, el pueblo judío ha enfrentado discriminación. Bajo el Imperio Romano, fueron expulsados de Palestina por negarse a rendir culto al emperador y por rebeliones, lo que causó la diáspora, es decir, la dispersión del pueblo judío por todo el imperio, para evitar nuevas rebeliones. Aunque perdieron su tierra, conservaron su identidad.

Con la expansión del cristianismo en Europa, en la Edad Media los judíos fueron obligados a vivir en guetos, no podían poseer tierras ni unirse a gremios. Se dedicaron al préstamo de dinero y al comercio, lo que generó resentimiento. Además, eran culpados por hechos como la peste o las malas cosechas, y fueron víctimas de pogromos (ataques violentos).

En la Edad Moderna y Contemporánea, influenciados por la Ilustración y la Revolución Francesa, comenzaron a discutirse los derechos civiles. Francia fue el primer país en dar ciudadanía plena a los judíos, lo que permitió que muchos se integraran socialmente. A este proceso se lo llamó asimilación.

Alfred Dreyfus, nacido en Alsacia en 1859, era un judío asimilacionista y oficial del ejército francés. Sin embargo, en 1894 fue acusado injustamente de traición por supuestamente entregar secretos militares a Alemania. El juicio fue manipulado y marcado por prejuicios antisemitas. Dreyfus fue condenado y enviado a la Isla del Diablo.

División en Francia por el Caso Dreyfus:

  • Los “antidreyfusards” apoyaban la condena y promovían el antisemitismo.
  • Los “dreyfusards” defendían la inocencia de Dreyfus y exigían justicia.

El escritor Émile Zola fue una figura clave en su defensa con su célebre carta “J’Accuse” (1898), donde denunció al Estado por condenar a un inocente.

Finalmente, en 1906, Dreyfus fue declarado inocente y reincorporado al ejército. Pero el daño ya estaba hecho: el caso demostró que el antisemitismo seguía arraigado incluso en una república moderna como Francia. También debilitó la fe en la asimilación y fortaleció la idea de que los judíos necesitaban un Estado propio para vivir seguros, dando impulso al sionismo.

Antisemitismo y Antijudaísmo: Diferencias Clave

El antijudaísmo es una forma de rechazo hacia la religión judía. Se basa en motivos religiosos, especialmente desde el cristianismo o el islam. Fue muy común durante la Edad Media, cuando se acusaba a los judíos de haber matado a Jesús o de rechazar el cristianismo. Como “solución”, muchas veces se intentaba forzarlos a convertirse al cristianismo. Es decir, el problema era su fe, y si se convertían, podían ser aceptados.

En cambio, el antisemitismo es una forma más moderna de odio hacia los judíos, que no se basa solo en la religión, sino en su identidad como pueblo, cultura o etnia. Empezó a crecer en el siglo XIX y se volvió muy fuerte en Europa. Su expresión más extrema fue durante el nazismo, cuando los judíos eran considerados una “raza inferior” y se buscó exterminarlos durante el Holocausto, sin importar si eran religiosos o no. Ser judío se veía como algo que no podía cambiarse. La principal diferencia entre ambos conceptos es que el antijudaísmo se enfoca en la religión y, en teoría, se podía “resolver” con la conversión, mientras que el antisemitismo rechaza a los judíos por lo que son (como grupo étnico o cultural), más allá de sus creencias.

Acuerdo Sykes-Picot (1916): Reparto Secreto del Medio Oriente

Durante la Primera Guerra Mundial, mientras el Imperio Otomano se desmoronaba, las potencias aliadas planearon secretamente el reparto de sus territorios en Medio Oriente. El Acuerdo Sykes-Picot fue firmado entre Gran Bretaña, Francia, Rusia e Italia, con negociaciones iniciadas en noviembre de 1915 y concluidas el 19 de mayo de 1916. Lo negociaron el británico Sir Mark Sykes y el francés François Georges-Picot, ambos expertos en política colonial.

División de Zonas de Influencia:

  • Zona A (Francia): Siria, Líbano y el norte de Irak.
  • Zona B (Gran Bretaña): sur de Irak, Kuwait, Transjordania y Palestina.
  • Palestina: se propuso bajo administración internacional.

Gran Bretaña buscaba asegurar rutas hacia la India y el petróleo; Francia, mantener influencia en puertos clave como Beirut. El tratado se mantuvo en secreto porque contradecía las promesas hechas a los árabes a cambio de su lucha contra los otomanos.

Mientras tanto, los británicos habían prometido a Husein ibn Ali, jerife de La Meca, la creación de un gran reino árabe a través de la correspondencia Hussein-McMahon. Thomas Edward Lawrence (“Lawrence de Arabia”) ayudó a los árabes en la rebelión (1918–1920) y se unió a Faisal ibn Husein, hijo de Husein, quien aspiraba a liderar un estado panárabe.

Italia quedó insatisfecha con el reparto y Rusia fue excluida tras la Revolución Bolchevique. Fue León Trotsky quien reveló el acuerdo el 23 de noviembre de 1917, exponiendo las ambiciones imperialistas aliadas. Esto ocurrió poco después de la Declaración Balfour, donde Gran Bretaña apoyó la creación de un hogar judío en Palestina, lo que aumentó la desconfianza entre árabes y sionistas.

Finalmente, el Tratado de Versalles (1919) validó el reparto franco-británico, traicionando las promesas hechas a los árabes. Lawrence, decepcionado, regresó a Inglaterra y fue visto por muchos árabes como un traidor.

La Declaración de Balfour (1917): Promesa de un Hogar Judío

El 2 de noviembre de 1917, el gobierno británico publicó la Declaración Balfour, donde expresó su apoyo a la creación de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina. Fue impulsada por Arthur Balfour, ministro de Exteriores, y dirigida en una carta a Lionel Walter Rothschild, líder sionista británico.

El sionismo, surgido en Europa a fines del siglo XIX, buscaba establecer un estado judío en Palestina, la antigua Tierra de Israel. Aunque los británicos habían ofrecido otros territorios, como África Oriental, los sionistas insistieron en que solo Palestina tenía valor histórico y religioso.

Durante la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido buscaba atraer el apoyo de las comunidades judías, especialmente en EE.UU. y Rusia, para fortalecer su posición en la guerra. Aunque Palestina aún no estaba bajo control británico, se proyectaba que lo estaría tras la guerra, y por eso adelantaron la promesa.

La Declaración fue ambigua: hablaba de un “hogar nacional” (no de un estado), no definía fronteras ni condiciones, y omitía los compromisos previos con los árabes, como la correspondencia Hussein-McMahon, donde se prometía la independencia árabe en esos mismos territorios.

Ese mismo mes se reveló el Acuerdo Sykes-Picot, un pacto secreto entre potencias europeas para dividir el Medio Oriente otomano, lo que aumentó la tensión por las promesas contradictorias hechas a judíos, árabes y aliados europeos.

En 1922, la Declaración Balfour fue incorporada al Mandato Británico sobre Palestina, asignado por la Liga de las Naciones. El Reino Unido quedó como administrador del territorio, encargado de facilitar la inmigración judía sin perjudicar los derechos de la población árabe local.

Con el tiempo, el conflicto entre judíos y árabes se intensificó, especialmente tras el Holocausto, cuando aumentó la inmigración judía a Palestina. En 1947, la ONU propuso dividir el territorio entre ambos pueblos. Los judíos aceptaron el plan, pero los árabes lo rechazaron. En 1948 se proclamó el Estado de Israel, lo que provocó la primera guerra árabe-israelí y dio inicio a un conflicto que sigue hasta hoy.