El Ser Humano: Evolución, Cultura, Identidad y Sentido

Explicaciones sobre el Origen de las Especies

Explicaciones Preevolucionistas

La diversidad de especies presentes en nuestro planeta ha maravillado, desde siempre…

La aparición de las especies podría haber sido por generación espontánea, o por medio de la voluntad divina que las había creado. Así, la tradición bíblica explicaba el origen del ser humano acudiendo a la teoría creacionista, que se sustentaba en el libro del ‘Génesis’. Sus tesis básicas eran: la creación separada y definitiva de todas las especies vivas, y la creación del hombre por Dios, a su imagen y semejanza. Estas concepciones partían de un supuesto fijista. El creacionismo fijista tuvo defensores como Carl von Linneo y Georges Cuvier, defendiendo las tesis fijistas, ya que consideraban que la adaptabilidad de los individuos al medio es el resultado o producto de un diseño inteligente. Y, según ellos, esto evidenciaba la existencia de un creador detrás de todo el proyecto de la vida.

Explicaciones Evolucionistas

La publicación en 1859 de la obra de Charles Darwin El origen de las especies supuso la quiebra de las doctrinas fijistas imperantes hasta ese momento. En ella están las bases de las explicaciones evolucionistas actuales. Podemos sintetizar la teoría darwinista en tres tesis fundamentales:

  1. Las especies provienen de otras anteriores por medio de cambios graduales.
  2. La selección natural es el principio explicativo de la evolución. Así, de entre los muchos cambios que espontáneamente se producen en las especies, solo perduran y se transmiten aquellos que resultan más eficaces en la lucha por la vida.
  3. El ser humano desciende de antiguos primates.

La publicación de El origen de las especies tuvo una gran repercusión social y generó mucha polémica en su época. En la actualidad, la teoría de la evolución se ha confirmado con numerosos datos paleontológicos.

La teoría darwinista, sin embargo, no explicaba los mecanismos que determinaban qué características se transmitían de generación en generación, ni de qué manera lo hacían. La ausencia de una teoría que diera cuenta de cuáles eran los factores que influían en la herencia biológica de los caracteres fue subsanada por Gregor Mendel.

Este religioso agustino formuló una teoría de la herencia en la que aseguraba que los caracteres hereditarios están determinados por factores específicos. Más tarde, estos factores fueron llamados genes.

Los estudios de Mendel iniciaron una larga y fecunda tradición de investigaciones sobre la herencia biológica. Las doctrinas mutacionistas, consecuencia de estas investigaciones, explican los cambios en las características de las especies a partir de alteraciones o mutaciones en el material genético.

El Proceso de Hominización

Los cambios más importantes que supusieron la aparición de un nuevo género: el género Homo. Podemos destacar:

  • La posición erguida.
  • La liberación de las extremidades superiores.
  • El desarrollo cerebral.

Posición erguida. A diferencia de otros primates, los antepasados del ser humano se caracterizaron por la marcha bípeda, es decir, caminaban sobre los dos pies, sin utilizar como apoyo las manos. La marcha vertical o erguida provocó una serie de cambios anatómicos, pero, sobre todo, permitió la observación de mayores áreas de espacios naturales y la liberación de las extremidades superiores.

Liberación de las extremidades superiores. Caminar erguido sin utilizar las extremidades superiores permitió que las manos se especializasen en funciones distintas de la marcha: la manipulación de objetos, la caza, la defensa o la construcción. Las manos sustituyeron a la boca como órgano de defensa y de trabajo, y posibilitaron la utilización e invención de toda clase de instrumentos. Sin embargo, para poder fabricar y manipular objetos no es suficiente tener las manos libres, sino que es necesario, también, poseer una serie de capacidades que dependen de la existencia de un cerebro desarrollado y complejo.

Desarrollo cerebral. El tamaño del cerebro se triplica. La liberación de las manos pudo ser el estímulo de este desarrollo. A mayor capacidad cerebral, mayor destreza manual.

El desarrollo cerebral de la especie fue el elemento que hizo posible la aparición de las capacidades técnicas y simbólicas del ser humano.

CAPACIDAD TÉCNICA: Es la capacidad de fabricar y utilizar instrumentos para modificar el entorno.

CAPACIDAD SIMBÓLICA: Es la capacidad que posee el ser humano de crear y expresarse por medio de símbolos.

La Cultura y el Ser Humano

La Cultura como Factor Humanizador

Acabamos de ver cómo el proceso evolutivo va desde las formas más antiguas de primates hasta nuestros antepasados homínidos más próximos. En este proceso de millones de años no solo se produce la hominización (aparición del género Homo y de todas sus especies), sino que también se produce la humanización (aparición de las primeras especies que se pueden considerar propiamente humanas).

Pero ¿qué queremos decir cuando afirmamos que surgen las primeras especies humanas?, ¿cuál es el rasgo diferenciador que nos permite hablar de ser humano? Hemos visto que los homínidos sufren una serie de cambios hasta llegar al ser humano: posición erguida, liberación de las manos, desarrollo cerebral. Pero, en todo ello, lo realmente esencial es la aparición de la cultura.

Si la determinación biológica y genética con la que venimos al mundo constituye lo que consideramos nuestra dimensión natural, nuestra dimensión cultural, en cambio, está compuesta por todo aquello adquirido socialmente: conocimientos, técnicas, hábitos, normas y formas de vida. Así pues, consideramos que la cultura es el conjunto de informaciones adquiridas a través del aprendizaje social, que puede darse bien por imitación, por enseñanza o por asimilación o costumbre en su uso.

También los animales tendrían algún tipo de cultura, ya que son capaces de transmitirse conductas adquiridas socialmente. Sin embargo, hay algo que diferencia estas formas de cultura de la humana. Si bien la adquisición de nuevas costumbres en los animales es social, la forma de aprendizaje es la imitación.

En el ser humano, aunque la adquisición de nuevas conductas se pueda dar por imitación, existe una forma de transmisión cultural que es específicamente suya: la transmisión a través del lenguaje, el modo más evolucionado de comunicación, a partir del cual los sonidos se estructuran para dar lugar a sílabas, palabras, oraciones… Como hemos visto, el lenguaje articulado se considera una cualidad específicamente humana y también una condición necesaria para el desarrollo de la cultura.

El lenguaje permite el pensamiento y la comprensión de la realidad. Gracias al lenguaje, la especie humana puede transmitir la información sin que sea necesario el contacto directo. Si comparamos la cultura producida por el ser humano con la creada por algunos grupos de animales, destacan a favor de la humana su dinamismo y la gran variedad y riqueza.

Ahora, podemos matizar la definición de cultura que dábamos antes, de manera que esta sea algo específicamente humano. El ser humano, sin embargo, gracias a la cultura puede adaptarse modificando su propio medio. Cuando gracias a la cultura el ser humano modifica su entorno, de manera que este le sea más favorable y le permita satisfacer sus necesidades y garantizar su supervivencia, decimos que la cultura tiene un valor adaptativo.

Contenidos Fundamentales de la Cultura Humana

Elementos que forman parte de lo cultural. Todo lo que el ser humano hace puede incluirse en uno de estos tipos:

  • Descriptivas: explican y representan la realidad, comprenden el funcionamiento del entorno, tienen distintos grados (leyendas, creencias, ciencia…).
  • Práctica: son pautas para la actuación, enseñan a realizar tareas, desarrollan técnicas de modificación del entorno…
  • Valorativa: originan sentimientos, provocan estima o lo contrario, posibilitan normas, prejuicios, valoraciones éticas…

Diversidad Cultural

En los apartados anteriores, hemos constatado que la cultura constituye un rasgo diferenciador del ser humano. Por este motivo, hemos intentado profundizar en su estudio para comprender cuáles son sus contenidos y de qué manera se transforman. En este sentido, hemos hablado de la cultura en singular. Sin embargo, hay que reconocer que no hay una sola cultura, sino muchas.

Hoy en día, conviven en nuestro planeta numerosas culturas: rural, urbana, oriental, musulmana, cristiana, latina, protestante, norteamericana… Esta pluralidad se conoce con el nombre de diversidad cultural.

La variedad de culturas es consecuencia de una característica propia del ser humano.

Este, ante la vida, no está programado para responder de forma fija, sino que posee cierta libertad para determinar su propia conducta. Mientras que los animales solo pueden reaccionar de manera limitada ante los estímulos de la naturaleza, el ser humano posee libertad e inteligencia para elegir la respuesta que le parece más adecuada en cada caso.

Por esta razón, los distintos pueblos han creado su propia forma de vida. Una forma de vida que se ha adaptado a las condiciones ambientales en las que se ha desarrollado pero que también se ha retroalimentado de sus propias creaciones culturales.

A lo largo de la historia, el aislamiento y la falta de contacto entre los distintos grupos que pueblan la Tierra han favorecido la diferenciación y la diversidad. El hecho de tener que enfrentarse a situaciones problemáticas, desde circunstancias y posibilidades distintas, ha propiciado esta pluralidad, la cual puede generar posturas distintas al respecto.

Posturas ante la diversidad cultural.

Cuando las personas se encuentran ante formas de vida, creencias, conductas y costumbres distintas de las suyas, reaccionan de múltiples maneras. Las posturas ante la diversidad cultural son varias:

Etnocentrismo. Es la actitud adoptada por los que juzgan y valoran la cultura de otros grupos desde criterios o creencias de la propia cultura. Desde la seguridad de que la suya es la buena, se desprecian y critican los elementos culturales diferentes. Esta postura puede degenerar en posiciones más radicales, como el racismo o la xenofobia.

Racismo. Actitud o conducta que se basa en la consideración de que hay unos grupos que por sus características raciales son superiores a otros. Se manifiesta en marginación o aislamiento a un grupo por su raza.

Xenofobia. Es una actitud de desprecio y rechazo hacia lo extranjero, diferente o extraño. A menudo, es una actitud emocional producida por el miedo y la ignorancia.

Relativismo cultural. Esta postura considera que es imposible comparar o evaluar las características de las distintas culturas. Se basa en la creencia de que toda cultura tiene valor en sí misma.

Universalismo. Esta postura propone un rechazo de las actitudes etnocéntricas para evitar que unas culturas se impongan a otras, basándose en un diálogo real que facilite la convergencia de aquellos rasgos culturales que han demostrado su eficacia: la organización democrática de la sociedad, el respeto a los derechos fundamentales, la igualdad de oportunidades o el aprecio de valores como la libertad o la solidaridad.

Interculturalismo y diálogo. Esta posición nace del reconocimiento de la pluralidad cultural como un hecho enriquecedor, ya que puede ayudarnos a entender mejor el mundo y a nosotros mismos. Se basa, además, en la consideración de que es posible y deseable la convivencia pacífica y armoniosa de distintas formas de vida. Esta actitud apuesta por la tolerancia y el diálogo entre las diversas creencias.

Hacia la convergencia cultural: la globalización.

Como ya sabemos, una de las causas de la diversidad cultural es la falta de contacto en que vivían los distintos pueblos del mundo. Sin embargo, en la actualidad, el gran alcance y desarrollo de los medios de comunicación está borrando las distancias y acabando con el aislamiento.

Este contacto y la proximidad entre los diversos pueblos producen un fenómeno que se ha llamado contagio cultural. El conocimiento de otras formas de vida, costumbres y creencias posibilita que adoptemos algunos de estos elementos culturales cuando nos son útiles. La asimilación de rasgos propios de otros pueblos hace que, cada vez, sean más parecidas las culturas humanas.

Concepciones Históricas del Ser Humano

La Concepción Griega del Hombre: El Héroe Homérico

En la época griega arcaica todavía no existía la idea del cuerpo como una unidad. Mientras vive, las referencias al cuerpo se hacen a partir de una pluralidad de términos correspondientes a sus partes visibles o a los órganos internos.

Esta concepción se halla presente en el siglo VIII a.C. en los que el término «psyché» se refiere a la vez a: El principio que hace posible la vida y el movimiento. Homero habla de «thymós». Y es que, en la concepción homérica del ser humano, la identidad se contempla como algo que nos viene dado desde fuera.

Más adelante, hacia el siglo VI a.C., pasaron a interpretar la «psyché» como una sustancia o entidad espiritual. En esta concepción, el alma representará la dimensión positiva de la persona, mientras que el cuerpo contendría la parte negativa.

Platón recogerá la idea anterior de que el alma es de naturaleza espiritual hallándose unida temporalmente en él. Si ha logrado mantenerse pura y no dejarse contaminar por las tendencias negativas del cuerpo, logrará volver con los dioses. Si se encuentra muy contaminada, descenderá al Hades y padecerá castigos durante años. En el caso de que no suceda nada de lo anterior, se reencarnará en otro cuerpo, para disponer de una nueva oportunidad para limpiarse.

La reacción empirista.

Aristóteles se mostrará crítico con la idea de la reencarnación del alma de su maestro Platón. Distingue tres tipos de alma: el alma vegetativa (que es la que posibilita las funciones de la respiración, nutrición y reproducción), el alma sensitiva (que además incorpora la capacidad de la sensación) y el alma racional (exclusiva de los hombres).

El Humanismo Renacentista

Entre los siglos XIV y XVI tiene lugar un movimiento artístico y cultural denominado Renacimiento. Los artistas e intelectuales renacentistas hallan su inspiración en el legado de la antigüedad grecorromana. El movimiento intelectual más destacado es el Humanismo, donde se pasa de una cultura medieval de corte teocéntrico a una cultura antropocéntrica. Los humanistas exaltaron la autonomía intelectual y moral del individuo, sin renunciar a las creencias de la religión cristiana. Giovanni Pico della Mirandola destacará por reivindicar que todo ser humano está dotado de una dignidad esencial, porque ha sido creado por Dios como un ser libre por naturaleza. Los pensadores renacentistas reivindicaron el valor intrínseco de la existencia y, dentro de esta, la capacidad creativa del ser humano, es decir, sus dotes artísticas e intelectuales.

La Emancipación del Ser Humano (La Ilustración)

El cuerpo humano era concebido como una máquina. Al estar el cuerpo en contacto con el alma y ser esta de naturaleza no material, sino espiritual, el ser humano era un ser dotado de entendimiento y libertad. La Ilustración se constituirá como un movimiento que reivindica que el ser humano va camino de alcanzar “la mayoría de edad”. Su lema será “Sapere aude“, que suele traducirse por “atrévete a pensar”, aunque más bien cabe entenderlo como “atrévete a usar tu propia razón”, para llegar a tus propias conclusiones. De este modo, el hombre se emancipaba de los falsos saberes y reclamaba su autonomía como libre pensador. Surge la idea de que la Humanidad se había situado definitivamente en la vía de un progreso que prometía ser ilimitado.

Algunas “Humillaciones” al Orgullo Humano (Siglo XIX)

Un día descubrimos que no ocupábamos un lugar tan privilegiado, sino que estábamos sobre un planeta que, como otros tantos, gira en torno al sol. Para algunos, ello supuso una primera humillación al orgullo humano.

La teoría de la evolución nos enseñó que nuestra especie procede de los primates, así como que las mutaciones y la selección natural han sido el motor del proceso histórico.

La comprensión del ser humano como un mono evolucionado daría lugar a una nueva humillación, sobre todo para quienes verían en dicho origen algo degradante.

Karl Marx insistió en que, si bien a menudo nos creemos que es nuestra manera de pensar la que determina nuestra manera de vivir, en realidad ocurre exactamente al revés: «es la vida la que determina la conciencia».

Una nueva humillación vendrá de la mano de la teoría psicoanalítica formulada por Sigmund Freud. Según esta, ha sido un error histórico identificar la mente con la conciencia, pues en realidad esta no recoge más que una pequeña parte del contenido de nuestra mente. El psicoanálisis trata de hacernos ver que buena parte de nuestros impulsos, motivaciones e incluso creencias se hallan en nuestro inconsciente, por lo que ni siquiera somos conocedores de lo que hay en nuestra propia mente ni somos del todo libres.

Aspectos Fundamentales de la Existencia Humana

La Cuestión del Sentido

Podríamos decir que si le preguntamos cuál es el sentido de lo que hace, lo que estamos pidiendo es que nos diga qué finalidad espera lograr con dicha acción. Así, la pregunta por el sentido remite al «para qué» estamos haciendo eso. Conviene distinguir dos significados básicos para el término “vida”. El primero atañe a las ciencias de la naturaleza, que la definen como el conjunto de propiedades que diferencian a los organismos de la materia inerte. El segundo significado tiene que ver con la psicología y, por consiguiente, solo es aplicable al ámbito humano: la vida es un periodo temporal de actividad constante durante el cual la persona desarrolla sus capacidades físicas y psicológicas. Necesariamente concluye con la muerte, tras la cual se abre la incógnita de si existe otra forma de vida.

El Problema de la Identidad

Cuando nacemos, aún no habita en nosotros el sentido del yo, sino que este se va construyendo a medida que vamos entrando en contacto con la realidad cultural que nos envuelve. Al entrar en contacto nuestra dimensión biológica con el entorno social y lingüístico, da como resultado la aparición de la conciencia de la propia individualidad.

El reconocimiento de que somos un ser singular dotado de sentimientos y pensamientos particulares origina la percepción de nosotros mismos como un «yo», distinto de los demás seres humanos que nos rodean. Los lazos afectivos y los vínculos emocionales, junto con el desarrollo de las capacidades cognitivas, harán que se acabe de definir cuál será nuestra identidad. En todo este proceso puede verse que entran en juego tanto factores individuales como sociales o culturales. Quien ve en el ser humano un alma inmortal de origen divino planteará la cuestión de la identidad y el sentido de la vida de una forma claramente diferente de quien cree que somos un organismo biológico dotado de psiquismo exclusivamente por la actividad del cerebro.

El Trabajo

Por regla general, con el sustantivo trabajo se denomina toda acción –física o intelectual– que requiere un esfuerzo y causa fatiga y que se realiza para obtener un rendimiento.

Consideraciones históricas sobre el trabajo.

El trabajo ha sido una actividad constante desde los mismos orígenes de la humanidad. El trabajo es, en las religiones hebrea y cristiana, una obligación ineludible de fundamentación. En la filosofía de Aristóteles, el trabajo ya estaba considerado como una actividad orientada a la producción de una obra. Generalizó la idea de que las habilidades prácticas –éticas– eran superiores en estimación a las habilidades técnicas. Para John Locke, el trabajo era la acción humana sobre la naturaleza y, además, suponía el origen del derecho a la propiedad privada. Karl Marx ensalzó el trabajo como la herramienta principal de relación entre el ser humano y el mundo. Sin embargo, la organización del trabajo en la sociedad capitalista convierte el trabajo asalariado en mercancía. Esta mercantilización es un proceso alienante, ya que hace sentir al trabajador que solo se le valora como mano de obra y no como persona. Numerosos filósofos contemporáneos mantienen posicionamientos críticos ante las nuevas formas de organización del trabajo.

Tipos de trabajo.

Trabajo remunerado: es la actividad laboral realizada a cambio de una paga o salario.

Trabajo no remunerado: es el conjunto de actividades transformadoras al servicio de la supervivencia, pero no recompensadas económicamente. Pueden ser agrupadas en dos bloques: Trabajo doméstico y familiar y Trabajo solidario.

Necesidad y sentido del trabajo.

El ser humano, al no tener condiciones físicas extraordinarias y como su proceso de maduración física es muy lento, no estaba atado a un modo de vida determinado, sino que esto lo libera de los límites impuestos por el instinto. Esta libertad se manifiesta en el trabajo humano y representa la seña de identidad esencial de la especie. Se desprende que el trabajo es una necesidad. Cada persona realizaba los trabajos de transformación; después llegó la especialización. Las formas más evolucionadas contribuyeron a una cohesión social derivada de la mutua necesidad del trabajo ajeno.

Trabajo y realización personal.

Más allá de que el trabajo sea una necesidad para garantizar nuestra supervivencia, la consideración y valoración del trabajo se puede ver desde posiciones bien distintas. Para unos, el trabajo es fuente de satisfacción y realización personal, mientras que, para otros, el trabajo es una condena o carga, cuyas condiciones pueden llegar a menoscabar nuestro bienestar y desarrollo. A través del trabajo, el ser humano desarrolla su inteligencia. La evolución biográfica de una persona está íntimamente relacionada con el tipo de trabajo realizado. Puede ser considerado como una realidad constitutiva. Respecto a esta cuestión existen posturas encontradas. Una idea estereotipada de común aceptación es que el trabajo es una especie de condena. Esto responde a una concepción muy limitada.

Las virtudes del trabajo.

El trabajo aporta importantes beneficios para nuestro bienestar cotidiano:

  • En el caso del trabajo remunerado, nos provee de recursos económicos para cubrir nuestras necesidades.
  • En el caso del trabajo doméstico y familiar, nos capacita para el desarrollo del resto de actividades.
  • Nos mantiene vitalmente activos y ocupados.
  • Cumple, incluso, un papel socializador.

El trabajo tiene ciertas propiedades favorables para conseguir que la vida sea sentida como plena:

  • Ofrece oportunidades de realización de nuestras capacidades. Cabe diferenciar entre colocación y profesión.
  • Pone el talento al servicio de la sociedad.

El trabajo deshumanizador.

No todos los pensadores consideran el trabajo una fuente de satisfacción. Para algunos, el trabajo es castigo y el causante de muchas penalidades. Aunque el progreso tecnológico ha suavizado el carácter penoso que antiguamente tenían muchos trabajos, puede decirse que las condiciones laborales han cambiado radicalmente y de modo especial. Muchas personas siguen teniendo la sensación de que el trabajo es una obligación agobiante y detestable, y se sienten desgraciados en su empleo. Algunos de los factores que motivan esta valoración negativa son propios de nuestras sociedades contemporáneas, pero otros siguen siendo idénticos a los que en su día denunciaron el humanista británico Tomás Moro o Karl Marx. Podemos englobarlos en cuatro bloques:

  • Instrumentalización deshumanizadora. A menudo, quien trabaja se siente utilizado como un mero instrumento.
  • Escasa satisfacción. Algunos trabajos (cadenas de montaje…) son excesivamente rutinarios, repetitivos y monótonos.
  • Incompatibilidad con el ocio y la vida familiar. Los trabajadores remunerados, con horarios rígidos, limitan de modo excesivo las satisfacciones de la vida familiar y privan de un ocio reparador.
  • Entorno laboral agresivo. Entre las nuevas problemáticas laborales se encuentra el exceso de carga de trabajo o desgaste profesional.

El Dolor

En todos los casos hablamos de dolor si existe sufrimiento; sin embargo, hay algo que distingue las distintas experiencias del dolor.

El dolor físico. Nos referimos a una sensación determinada, caracterizada por su naturaleza desagradable. Incluye las más variadas sensaciones, pero todas ellas tienen un destacado componente físico.

El dolor espiritual o vital es una experiencia de aflicción o angustia que puede estar producida por innumerables causas: pérdidas de alguien, problemas de salud… Se producen estados de desánimo o sufrimiento, que denominamos de varias maneras: depresión, tristeza…

Este dolor se considera, a veces, efecto de la finitud humana y otras, en cambio, como la causa de esta. Por una parte, se puede considerar efecto. Se da como reacción natural a acontecimientos desgraciados: padecer una enfermedad… Pero también se puede considerar de manera a la inversa. Cuando no hay una causa aparente que justifique este dolor intenso, podemos pensar que este es natural o inherente a la vida misma. En estos casos, el dolor vital no parece un efecto de las limitaciones de la vida, sino causa de ellas. Para el que sufre, la esperanza es un consuelo; para el que está satisfecho con la vida, la esperanza no es nada, no tiene ningún sentido.