Figuras y Corrientes Esenciales de la Literatura Española del Siglo XX

Antonio Machado

Nació en Sevilla. Conoció a Leonor Izquierdo y se casó con ella. Su repentina muerte sumió al poeta en una profunda crisis, lo que marcó también su obra. Posteriormente, fue nombrado miembro de la Real Academia Española y conoció a Pilar de Valderrama (conocida en su poesía como Guiomar). En Madrid le sorprendió la Guerra Civil. Su republicanismo lo llevó a Collioure (Francia), donde murió en 1939.

Características de su obra

  • Preocupación central por España, simbolizada a menudo por el paisaje castellano.
  • Su poesía sobre el paso del tiempo, que nace de un sentimiento de angustia ante la fugacidad de la vida, la nostalgia de la niñez y la juventud perdidas.
  • La temática existencial más pura, que se muestra al enfrentarse al sentido de la vida, la muerte y Dios.
  • La influencia modernista en el uso de símbolos como la tarde, el agua, el camino, la fuente, el jardín, etc.

Etapas de su obra

Primera etapa: Modernista

Representada por Soledades (1903) y Soledades, galerías y otros poemas (1907), donde se muestra al poeta interior, sumido en la soledad y la melancolía por la fugacidad de la vida y los paraísos perdidos de la infancia. Tiene una inspiración becqueriana y simbolista. En esta obra, los símbolos son un elemento característico.

Rasgos de esta etapa:
  • Forma métrica del modernismo intimista (uso del alejandrino, dodecasílabo, eneasílabo, junto a metros tradicionales).
  • Abundancia de adjetivos y de complementos del nombre (a menudo en forma de grupo preposicional).
  • Abundancia de léxico con referencias sensoriales y plásticas, y uso de la connotación.
  • Símbolos y metáforas modernistas de carácter intimista.
  • Intimismo a través de los diálogos del poeta consigo mismo o con elementos simbólicos (la tarde, la fuente).
  • Contrastes entre la vida y la muerte, el recuerdo y el presente, con un tono pesimista y melancólico.

Segunda etapa: Noventayochista

Con Campos de Castilla (primera edición en 1912), abandona la línea predominantemente intimista anterior y su poesía se hace más descriptiva y reflexiva, aunque sin perder la emoción personal. Se considera que con esta obra Machado se incorpora plenamente a las preocupaciones de la Generación del 98, puesto que muestra el amor al paisaje castellano, a sus gentes y sus tradiciones, junto con una reflexión crítica sobre la realidad española.

Expresa de modo reflexivo el inconformismo, pero también la sublimación de un paisaje desmaterializado e idealizado. Machado busca la brevedad y la esencia, lo que se observa en sus proverbios y cantares. En esta etapa, tiende hacia una mayor nominalización y concisión.

Rasgos de esta etapa:
  • Empleo del paisaje castellano como elemento simbólico para la reflexión sobre la decadencia de España y la crítica a su situación.
  • Valor intimista y emocional de las descripciones topográficas, que suelen tener carácter subjetivo y transmiten su visión, a menudo pesimista, de la realidad.
  • Abundante adjetivación, empleada con técnicas a veces impresionistas.
  • Influencia de la lírica popular a través de la métrica, con estrofas sencillas (romances, coplas) y versos de arte menor, junto con el uso del soneto.

Tercera etapa: Poesía filosófica y últimos poemas

Con obras como Nuevas canciones (1924) y el Cancionero apócrifo (publicado en diversas entregas), donde incluye los poemas dedicados a Guiomar y las reflexiones de sus heterónimos (Abel Martín y Juan de Mairena). En esta etapa, Machado crea estos personajes apócrifos quienes exponen sus puntos de vista sobre temas trascendentales, filosóficos y poéticos.

Juan Ramón Jiménez

Nació en Moguer (Huelva) en 1881 y conoció a Rubén Darío, figura clave del Modernismo. Al estallar la Guerra Civil española, partió al exilio, residiendo en Cuba, Estados Unidos y Puerto Rico. Se le concedió el Premio Nobel de Literatura en 1956; la noticia coincidió con la muerte de su esposa, Zenobia Camprubí, colaboradora esencial en su vida y obra. Dos años más tarde, en 1958, moriría él en Puerto Rico. Su vida estuvo marcada por una total dedicación a la poesía, en una búsqueda incesante de la belleza y la perfección, lo que él llamó su “Obra”. Su poesía fue evolucionando desde su inicial vinculación con el modernismo hasta la creación final de una obra personalísima y singular.

Etapas de su trayectoria poética

Primera etapa: Sensitiva (o modernista) (hasta 1915)

En sus obras iniciales se nota la influencia del Romanticismo (especialmente Bécquer) y del Modernismo simbolista. Escribió Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904) y La soledad sonora (1911), entre otras. Se va acercando a las formas plenas del modernismo, con un tono intimista y nostálgico de sus recuerdos, un fervor notable por la belleza de la naturaleza y la presencia de la muerte, donde reitera la búsqueda de la eternidad. Los temas principales incluyen el deseo de captar lo que se esconde tras la apariencia de las cosas, la melancolía, el amor y la belleza. Aquí comienza la transición hacia una nueva forma de concebir la poesía. Por entonces también escribe su famoso libro de prosa poética, Platero y yo (primera edición reducida en 1914, completa en 1917).

Rasgos de esta etapa:
  • Forma métrica variada, propia del modernismo intimista (uso del verso libre junto a metros tradicionales).
  • Abundancia de adjetivos sensoriales y complementos del nombre.
  • Símbolos y metáforas de raigambre modernista (colores, flores, paisajes crepusculares).
  • Abundancia de léxico con referencias sensoriales (vista, oído, olfato) y plásticas, y uso de la connotación.
  • Contenido intimista, relacionado con la melancolía, los sueños, los recuerdos y la belleza que emana de la contemplación de las escenas.
  • Temática existencial incipiente (soledad, muerte).
  • Influencia del Romanticismo intimista, con ecos de Bécquer.
  • Amor profundo por la naturaleza, vista como reflejo del alma del poeta.

Segunda etapa: Intelectual (o de la poesía pura) (1916-1936)

Se inicia con Diario de un poeta recién casado (1917), fruto de su viaje a América para casarse con Zenobia. En esta etapa, desaparece en gran medida el léxico modernista ornamental, la adjetivación sensorial exuberante y los ritmos sonoros más externos. Se elimina lo anecdótico para dejar paso a la concentración conceptual y emotiva, buscando la “poesía pura” o “desnuda”. Otros libros importantes de esta etapa son Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y Poesía (1923).

Rasgos de esta etapa:
  • Temática más intelectual que sentimental, relacionada con la búsqueda de la esencia, la belleza, la eternidad y la conciencia poética.
  • Presencia constante de la muerte y de la trascendencia del individuo a través de la creación.
  • Predominio del presente de indicativo, debido al interés por presentar las sensaciones y emociones con valor absoluto y trascendente.
  • Poesía y métrica con tendencia al verso libre o blanco, y a la concisión, lo que supone una ruptura con la musicalidad modernista más externa.
  • Ausencia casi total de adjetivos ornamentales, especialmente los sensoriales; se buscan adjetivos esenciales.
  • Abundancia de paradojas y contrastes; lenguaje más conceptual y abstracto.

Tercera etapa: Suficiente o Verdadera (desarrollada en el exilio) (1937-1958)

Esta etapa se desarrolló principalmente en el exilio. Su autoexigencia y su ensimismamiento se agudizan. Expresa sus experiencias íntimas con un misticismo exaltado, buscando una fusión con la divinidad a través de la belleza y la poesía. Su obra cumbre de este período es Dios deseado y deseante (Animal de fondo) (1949). Resulta en un tipo de literatura a menudo hermética pero de gran profundidad.

Rasgos de esta etapa:
  • Se acentúan los rasgos de la etapa intelectual, llevándolos a una mayor depuración, esencialismo y trascendencia.
  • Identificación del yo poético con una divinidad inmanente, con la naturaleza y con la propia poesía.
  • Lenguaje simbólico y a menudo complejo, que busca expresar lo inefable.

Las Vanguardias

Durante el primer tercio del siglo XX, surgieron en Europa y América una serie de movimientos denominados vanguardias (o “ismos”), que buscaron un nuevo lenguaje artístico y supusieron un cambio radical respecto a la tradición anterior. Reciben el nombre de vanguardias los movimientos artísticos que se sucedieron en Europa principalmente en el período de entreguerras (entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial).

Rasgos comunes de las vanguardias

  • Rechazo del arte tradicional: Se oponían al arte basado en la imitación de la realidad (mímesis) y a las normas académicas.
  • Autonomía del arte: No se perseguía otro fin que el estético (“el arte por el arte”), mostrando un claro rechazo al realismo y al sentimentalismo burgués.
  • Deshumanización del arte: Término acuñado por Ortega y Gasset, se buscaba liberar la obra de arte de los sentimientos personales y la anécdota, centrándose en la forma y el juego intelectual.
  • Búsqueda de la novedad y originalidad: Este afán experimental y rupturista llevó a un arte a menudo minoritario, provocador y hermético.
  • Irracionalismo: Se exploraba el subconsciente, el sueño y lo ilógico, manifestándose en el culto por la imagen sorprendente y en el establecimiento de relaciones insólitas entre seres y objetos.
  • Internacionalismo y carácter efímero: Muchos movimientos tuvieron alcance internacional y se sucedieron rápidamente, a menudo a través de manifiestos.

Movimientos de vanguardia en Europa

Expresionismo

Surgió en Alemania a principios del siglo XX, principalmente como corriente pictórica que se opuso al Impresionismo. Buscaba una expresión subjetiva y deformada de la realidad, reflejando la angustia y las tensiones del mundo contemporáneo. En los años 20, influyó sobre otras artes como el cine, el teatro y la lírica. Entre los principios de esta corriente artística se señalan: la reconstrucción subjetiva de la realidad, la estrecha relación de la expresión literaria con las artes plásticas y la música, y la expresión de la angustia del mundo y de la vida. Se priorizaba la expresividad sobre la perfección técnica formal.

Futurismo

Nacido en Italia con el manifiesto de Marinetti (1909), defendía la idea de que el arte debía orientarse hacia el futuro, exaltando el mundo de las máquinas, la velocidad, la guerra y la violencia. En la creación literaria, propugnaba la supresión de la sintaxis tradicional (“palabras en libertad”), el uso de los verbos en infinitivo, la abolición de los adjetivos y adverbios, y la desaparición de los signos de puntuación, entre otras innovaciones.

Cubismo

Se originó como un movimiento pictórico (con figuras como Picasso y Braque) que buscaba la representación geométrica de la realidad. Las imágenes se descomponían en distintos planos y se reflejaban desde múltiples puntos de vista simultáneamente, abandonando la perspectiva tradicional. En la literatura, por influencia de la pintura, se intentó plasmar distintas perspectivas de un mismo objeto o idea, a través de técnicas como el caligrama (poemas cuya disposición tipográfica forma una imagen), popularizados por Apollinaire.

Dadaísmo

Surgió en Zúrich en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, como un movimiento de carácter radical, nihilista y destructivo, liderado por Tristan Tzara. Los dadaístas se manifestaban en contra del arte establecido, la lógica, la razón y la belleza tradicional, proponiendo a menudo obras y actos absurdos, azarosos, efímeros y provocadores, como forma de protesta contra la sociedad burguesa y la guerra.

Surrealismo

Fundado por André Breton con su Manifiesto del Surrealismo (1924), fue uno de los movimientos de vanguardia más influyentes, por la trascendencia que ha tenido en la literatura y el arte posteriores. La creación surrealista se asoció con el mundo de los sueños, el subconsciente, el automatismo psíquico y lo maravilloso, buscando imágenes y símbolos en ellos para ampliar el campo de la producción artística y liberar al ser humano de las ataduras de la lógica y la moral convencional. Tuvo especial desarrollo en la pintura (Dalí, Miró, Magritte) y la literatura (Breton, Éluard, Aragon).

Las vanguardias en España

Las inquietudes renovadoras europeas se conocieron en España casi de forma inmediata, especialmente gracias a la figura de Ramón Gómez de la Serna, quien actuó como introductor y difusor de las nuevas corrientes.

En su revista Prometeo aparecieron los primeros manifiestos vanguardistas. Aunque él mismo no cultivó extensamente la poesía, los atrevimientos metafóricos de sus greguerías (un género breve que él mismo inventó, definido como “metáfora + humor”, que parodia convenciones sociales y rompe con la solemnidad) y su concepción de la literatura como un arte anticonvencional, lúdico y autónomo ejercieron una decisiva influencia en la poesía cultivada por los “ismos” hispanos y por la Generación del 27.

Además, las tertulias literarias más inquietas (como la del Café Pombo, presidida por Ramón) se hacían eco del nuevo espíritu artístico. Por otro lado, las revistas literarias (Ultra, Grecia, Cervantes, Litoral, Revista de Occidente) y algunos ensayos dieron carta de naturaleza a las corrientes renovadoras.

Principales movimientos de vanguardia en España

Creacionismo

Introducido en España por el poeta chileno Vicente Huidobro, aportó a la literatura novedades significativas, como la idea de que el arte no debe imitar la realidad ni la naturaleza, sino actuar como esta, es decir, creando realidades nuevas y autónomas. El poema se explica por sí mismo, no por referencia al mundo exterior. El poema es, no se define por comparación con otras realidades (el poeta es un “pequeño Dios”, según Huidobro). En cuanto a la forma, la poesía creacionista a menudo prescinde de los signos de puntuación y yuxtapone imágenes sorprendentes, avanzando por asociaciones ilógicas o por afinidades arbitrarias entrevistas por el poeta.

Ultraísmo

Fue un movimiento genuinamente español, aunque con influencias futuristas y cubistas, que surgió en torno a 1918. Sus características principales fueron:

  • Reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora. Se considera el instrumento poético fundamental.
  • Supresión de la anécdota y del sentimentalismo: El poema no tiene un tema definido ni transmite un mensaje explícito o narrativo. Es una creación libre que no busca ajustarse a la realidad ni a la lógica convencional.
  • Forma: Los poemas se componen en verso libre y su disposición tipográfica a menudo busca crear una imagen visual (influencia del caligrama y del cubismo). Eliminación de nexos y adjetivos inútiles.
  • Temática: Incorporación de los avances técnicos de la vida moderna (el cine, el automóvil, el deporte, la ciudad) como símbolos de un nuevo mundo y de un nuevo concepto de la belleza.

La Generación del 27

En torno a la segunda década del siglo XX, surgió un nuevo grupo de poetas jóvenes que, si bien inicialmente no rechazaron toda la poesía de moda (admiraban a Juan Ramón Jiménez y a los clásicos), sí buscaron una renovación estética que integrara tradición y vanguardia. El nombre del grupo proviene del homenaje que rindieron a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla en 1927, con motivo del tricentenario de su muerte.

Puntos de unión del grupo

  • Amistad: La amistad entre ellos se inició a principios de los años 20, forjándose relaciones estrechas que perduraron, con dificultades, incluso después de la Guerra Civil. Figuras como Pedro Salinas, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre son centrales.
  • Convivencia y colaboración: Muchos convivieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid, un importante centro de efervescencia cultural, y sus publicaciones aparecieron en las mismas revistas literarias (Litoral, Carmen, Gallo, Revista de Occidente).
  • Formación intelectual: Poseían una sólida formación intelectual; la mayoría pasó por la universidad española y, posteriormente, algunos desarrollaron actividad docente e investigadora en universidades de otros países.
  • Talante liberal y progresista: Su visión social y política, generalmente liberal y progresista (aunque con matices individuales), condicionó en gran medida el resto de sus vidas y obras, especialmente tras el estallido de la Guerra Civil.

Características generales de su poesía

  • Síntesis entre tradición y vanguardia: Es quizás su rasgo más definitorio. Lograron una síntesis única entre la tradición literaria española (tanto la culta –Garcilaso, Góngora, Lope, Quevedo, Bécquer– como la popular –romancero, cancionero tradicional–) y las innovaciones de las vanguardias europeas y españolas (surrealismo, creacionismo, ultraísmo).
  • Admiración por los clásicos españoles: Reverenciaban a autores como Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega y, muy especialmente, Luis de Góngora, a quien consideraron un maestro de la metáfora y del lenguaje poético.
  • Interés por la poesía contemporánea: Juan Ramón Jiménez les abrió el camino hacia la poesía pura y la exigencia estética, y Ramón Gómez de la Serna, el de la experimentación vanguardista. También admiraron a Antonio Machado y a Unamuno.
  • Métrica: Combinaron con maestría formas métricas clásicas (sonetos, romances, décimas, liras, villancicos) con el verso libre y otras innovaciones métricas propias de la vanguardia.
  • Equilibrio entre lo popular y lo culto, lo intelectual y lo sentimental: Se aprecia una vertiente de influencia popular en poetas como Lorca, Alberti y Gerardo Diego, y una línea más intelectual o culta en Salinas, Guillén y Aleixandre, aunque estas tendencias a menudo se entremezclan en un mismo autor o incluso en una misma obra. Buscaron la perfección formal sin renunciar a la emoción.
  • Temática variada: El amor, la naturaleza, la ciudad, el arte, la muerte, las preocupaciones existenciales y, en una segunda etapa, el compromiso social y político.

Evolución del grupo

Aunque cada uno de estos escritores presenta una fuerte personalidad poética y una evolución particular, en la trayectoria del grupo se suelen distinguir tres etapas, que coinciden con el desarrollo de diversas circunstancias históricas en España:

Primera etapa (hasta aproximadamente 1928-1929)

Abarca los primeros años veinte, bajo la influencia de las vanguardias (especialmente el ultraísmo y el creacionismo) y de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. A través de la depuración lingüística, la experimentación formal, el juego con la metáfora y un cierto rechazo de lo sentimental explícito, muchos se alinean en las filas de la llamada poesía pura, o exploran el ultraísmo, o un estilo neobarroco y gongorino. Sin embargo, ya en estos primeros años se manifiesta también una vertiente de poesía neopopular, que recupera formas y temas de la lírica tradicional.

Segunda etapa (desde 1928-1929 hasta la Guerra Civil, 1936)

A partir de finales de los años veinte, las circunstancias históricas y sociales de España (crisis de la Dictadura de Primo de Rivera, proclamación de la Segunda República) y la crisis personal de algunos poetas propician que, en parte cansados de las aventuras puramente formalistas, inicien un proceso de rehumanización. Este cambio se debe en parte a la influencia del surrealismo, que permite explorar el mundo del subconsciente, los sueños y las pasiones. Pasan a primer término los eternos sentimientos del ser humano: el amor (con sus gozos y frustraciones), la libertad, los sueños, la angustia existencial, y también el compromiso social y político. Se interesan entonces por la lírica de Bécquer y Machado, y se alejan del hermetismo minoritario de la etapa anterior de Juan Ramón. La influencia de Pablo Neruda, que residió por esta época en España, fue relevante en el cambio de actitud del grupo e influyó en el alejamiento de la poesía pura y en la apertura a temas sociales y a una expresión más directa y apasionada.

Tercera etapa (después de la Guerra Civil, 1939 en adelante)

Después de la Guerra Civil (1936-1939), el grupo se dispersa trágicamente. Algunos poetas han muerto (Federico García Lorca, asesinado en 1936; Miguel Hernández, aunque no estrictamente del 27, muy cercano y muerto en prisión en 1942); otros permanecen en España (como Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Carmen Conde y Gerardo Diego), desarrollando una poesía marcada por la experiencia bélica y la posguerra, evolucionando, en algunos casos, hacia lo que se llamará la poesía desarraigada o existencial; otros parten a un largo y doloroso exilio (como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, Emilio Prados y Ernestina de Champourcín) y reflejan en sus obras la nostalgia de una tierra perdida y lejana, el dolor del destierro y la preocupación por España. La evolución personal de cada uno es muy diferente; no obstante, muchos coinciden en retomar los temas humanos, ahora agudizados por el sufrimiento de la guerra y sus consecuencias inmediatas (exilio, censura, miseria y la reflexión sobre la condición humana, la libertad y la justicia).